MNM – Episodio 10
[‘4. Irenea usará su causa y conocimiento para ayudar a César a convertirse en Emperador.’]
En esos tiempos, César no tenía más opción que convertirse en Emperador para sobrevivir adecuadamente. En su vida anterior, Rasmus había considerado a César una espina en su costado, incluso lo había señalado como la primera persona a la que debía matar.
Entonces, ¿cómo podía Rasmus dejar en paz a César en esta vida? Irenea tenía que proteger a César. Desde la distancia, él sería el padre de su bebé, y desde una perspectiva más cercana, sería el esposo de Irenea, además César era quien protegería a Irenea.
Para salvar su vida, el trono imperial era un elemento esencial.
César definitivamente ascendería al trono en esta vida.
La expresión de César se endureció ligeramente al ver la condición de Irenea.
‘Así que también sabe puede poner esa cara.’
Pero Irenea no tenía intención de retractarse de esa cláusula, era tanto una promesa a César como una determinación para salir adelante juntos.
“Esto… Yo no soy una persona que codicie el trono.” (César)
“Pero, César. Los demás no saben que no eres codicioso y eso es realmente peligroso.”
Irenea ocultó a duras penas su sonrisa triste. César, completamente ajeno a los sentimientos de Irenea, suspiró profundamente. La rueda del destino enredada a su alrededor era absolutamente repugnante, pero solo podía confirmar cada día que no podía escapar.
No era diferente de una mariposa atrapada en una telaraña.
César se burló de su propia situación y escribió un último punto.
[‘5. César ayudará a Irenea a vivir su propia vida.’]
Los labios de Irenea temblaron al ver eso.
‘¿Mi propia vida?’
Hasta ahora, nadie había respetado jamás la vida de Irenea. La habían utilizado, esperando obtener lo que pudieran de ella, pero nadie le había ofrecido concederle nunca algo a cambio.
Irenea solo había aprendido a sacrificarse y a soportar. Esa era la vida de Irenea.
El alma de Irenea, que nunca había sido el centro de atención, se estremeció. Nadie le había pedido nunca su opinión. Irenea había recuperado el derecho a elegir y tomar decisiones sobre su propia vida.
No, ¿ya la había recuperado?
Huyó y ahora está sentada allí, frente a una mesa de negociaciones.
Al ver la expresión vacilante de Irenea, César preguntó con cautela:
“¿He cometido un error?” (César)
Había pensado que el ambiente era agradable hace un momento, pero ahora Irenea se había puesto pálida y asustada.
“Lady Irenea.”
César llamó su nombre. No había mejor manera de despertar a alguien que llamarla por su nombre, porque el nombre era como una marca grabada en la vida de una persona. Irenea pareció haber oído la llamada de César.
“¿Sí?”
“¿Hay algún problema?” (César)
“De ninguna manera. Nada en absoluto.”
Irenea negó rápidamente con la cabeza. No necesitaba revelar su oscuridad a nadie, tampoco necesitaba el consuelo de nadie.
Irenea había ido a ver a César simplemente para saldar la deuda que había contraído en su vida pasada. Para pagar el precio por actuar según la voluntad de Rasmus y poner a César en peligro, quien fue su consuelo por primera vez en su vida y conducirlo a la muerte.
Además, para saldar la deuda que tenía con el mundo, por haber permitido que una bestia como Rasmus ostentara el poder supremo, y eso también era una deuda. Rasmus no había usado el poder que obtuvo para los fines correctos, sino que había empujado a personas inocentes a encontrar su fin en el patíbulo, desaparecieron como el rocío de la mañana.
Esto también era una disculpa para ellos.
“Realmente no es nada.”
Claramente, había algo.
Pero no le correspondía a César poner a Irenea en una situación difícil, así que César le dijo a Irene:
“Por favor, escriba las siguientes condiciones, mi Lady.” (César)
Habían acordado escribir tres condiciones cada uno. También era una promesa mutua de satisfacer las necesidades del otro. Irenea se detuvo un momento a reflexionar y luego completó la última.
[‘6. Si César alguna vez encuentra una amante, me haré a un lado con elegancia.’]
César miró fijamente la entrada que Irenea había escrito.
“… ¿Puedo preguntar qué piensa de mí?” (César)
Las palabras de César disiparon la tensión que se había acumulado en el carruaje. Irenea ladeó la cabeza.
“Creo que es igual que la mayoría de los hombres del imperio. Es natural que los nobles tengan amantes, ¿no? Y a veces, cuando encuentran a alguien que realmente les gusta, se divorcian de su primera esposa.”
“¡Eso es…!” (César)
César intentó replicar, pero negó con la cabeza.
Parecía que no sería fácil quitar de encima ese pensamiento profundamente arraigado en Irenea. Eso se debía a que el padre biológico de César era el Emperador anterior y aunque solo sobrevivieron dos hijos ilegítimos, muchos bastardos nacieron durante la flor de la vida del anterior Emperador.
Y la mayoría de ellos nacieron de diferentes vientres.
Con un padre tan libertino, ¿qué podía decir César que le resultara aceptable a Irenea? Esa era la tarea que César tenía que demostrarle a Irenea en el futuro.
Irenea, por otro lado, estaba desconcertada por la reacción de César.
Los dos, absortos en sus pensamientos, escribieron sus nombres y firmaron en el último espacio en blanco.
“¿Quién se queda con esto?”
“¿Qué tal si hacemos otra copia y la compartimos?” (César)
“Oh, eso estaría mejor.”
Irenea sonrió y sacó un nuevo pergamino.
¡Decidieron guardarlo por separado, uno por uno, hasta el final de su matrimonio!
* * *
Rasmus dejó la pluma, presa de una extraña sensación.
Estaba revisando las invitaciones para su fiesta de cumpleaños. Las reuniones sociales no eran más que batallas políticas disfrazadas de un asunto de tono suave y la fiesta de Rasmus, considerado el hombre más cotizado de la Capital Imperial en ese momento, era una celebración a la que la gente estaría deseando asistir.
Una ráfaga de viento sopló a través de Rasmus, quien había estado ocupado preparando la fiesta de cumpleaños.
El viento evocó una poderosa sensación de amenaza en Rasmus.
“¿Qué es?”
Murmuró Rasmus, dejando la costosa pluma estilográfica con la que estaba escribiendo y poniéndose de pie. Cerrando la ventana abierta, regresó a su asiento y agarró la pluma estilográfica en su mano nuevamente.
Quizás se sentía así porque era el día en que César llegaba a la Capital Imperial, César era el rival de Rasmus y un pedazo de basura. Si no fuera por César, ¿Tendría Rasmus alguna razón para estar atado la hija de una humilde criada?
A veces quería tragar viva a Irenea, su arrogancia, esa chica insolente que no sabía cuál era su lugar, pero luego, la idea del hijo que daría a luz disipaba su ira. El nacimiento de Irenea a la sombra de Benito era una oportunidad que el cielo le había brindado.
No podía ser tan ingenuo como para desaprovecharla. ¿No era solo cuestión de no dejar escapar el pájaro que ya tienes en la mano? Con la familia del Conde Aaron firmemente en su poder, era solo cuestión de tiempo antes de que pudiera tener a Irenea.
El hecho de que él, que se había preparado tan minuciosamente y aun así esperara, sin tomar a Irene todavía, se debía a que aún no había llegado el momento oportuno.
Irenea aún no había sido imbuida de divinidad, esperar eso era aburrido y molesto, pero solo una Irenea imbuida de divinidad podría concebir al hijo de la profecía.
(N/T: ¡Ah! ¡Por eso no la tocó en su vida pasada!)
El sacerdote del templo había dicho que el momento estaba cerca, pero Irenea seguía siendo solo una chica insignificante y sin nada especial. Rasmus entrecerró los ojos y chasqueó la lengua, a Rasmus no le gustaba la delgada Irenea, sino Karolia.
Ella tenía una expresión seductora y un aroma que enciende la pasión de los hombres.
Por supuesto, Karolia también lo anhelaba, así que podría tenerla en sus manos en cualquier momento si quisiera.
Rasmus ordenó la última invitación que había completado y la colocó sobre el escritorio.
‘Quizás sea mejor traer a esa chica primero.’
Llevar a Irene antes de convocar a Karolia podría provocar resentimiento. Irenea era hija de una doncella, sin apenas un ápice de orgullo, pero Karolia era la hija única de una familia Condal.
‘No deberíamos tratarlas igual.’
Últimamente, con la festividad de la diosa acercándose, había evitado a las mujeres por consejo de la Gran Duquesa Benito, y sentía que su deseo iba en aumento. Sin embargo, había un precedente anterior de hermanas al servicio de un solo esposo, por lo que probablemente la sociedad no lo vería con malos ojos.
Así que Karolia era la mujer perfecta para satisfacer sus deseos en ese momento.
“Mayordomo.”
“Sí, Su Alteza.” (Mayordomo)
“¿Cuál es la segunda habitación más grande, excluyendo la alcoba de la señora?”
“Es la tercera habitación desde el extremo derecho del pasillo.” (Mayordomo)
“Mmm. Pongamos esa habitación en orden.”
“Sí, Su Alteza.” (Mayordomo)
Rasmus dijo con ligereza. El día de la fiesta de Año Nuevo era la fecha que había fijado. Después de mañana por la noche, Karolia estaría calentando su dormitorio. Rasmus sonrió perezosamente, sintiendo el deseo reprimido arder en lo más profundo de su ser.
No oyó el silbido del viento aullando fuera de la ventana cerrada.
Nameless: Comenzamos las actualizaciones de esta nueva novela, me hubiera gustado que fuera mas extensa, pero se malogro mi laptop y hoy acabo de recibir una nueva como regalo de cumple adelantado, así que dentro de todo estoy feliz…
Nos vemos la siguiente semana.
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