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Categorías: Romántico

DLHA – Cap 8 – Part3

CAPITULO VIII – Parte III

 

En otras palabras, formaban un rebaño.

‘No puedo creer que esté aquí…’

De hecho, esa formación de manada era habitual en todos los banquetes. Pero ni una sola vez Karinna había podido unirse a ellas.

Karinna siempre ha sido una marginada fuera del círculo, una espectadora que mira desde fuera, tan común como un canto rodado o una sirvienta.

Si no encajas en ningún sitio, aunque no seas inocente de todo, eres empujada al ostracismo. No recibirás un trato especial, aunque seas la mujer más noble de todas. En comparación al pasado, que trataba desesperadamente en encajar, de verse bien o hacer amigos. Llegó un momento en que Karinna ni siquiera lo intentaba.

Fue un encierro y una soledad terribles que terminaron sin ningún ruido o queja por su parte. Nadie la miraba, nadie sabía de ella. Ella y Nitens eran los únicos que sabían por lo que había pasado, y recientemente Basster se había vuelto vagamente consciente.

«¿Has oído que la joven es una hija ilegítima? Bueno, se dice que el conde Pearson abusó de una de sus criadas de su mansión».

«¿En serio? Me dijeron que era un visitante activo de los barrios nocturnos…»

«He oído que el Conde Pearson ha abusado de más de una mujer…»

Los cuchicheos de las señoras, en voz baja, eran ensordecedores. Karinna no sabía qué decir en medio del ambiente de chismorreo.

Y le llegó un sabor amargo en la boca.

Sintió una repentina punzada en el estómago al pensar que sus propios rumores giraban de ese mismo modo, y la idea de su propia inclusión en ese círculo le hizo sentirse sutilmente asqueada.

Pero no se le aceleró el corazón ni se asustó. Estaba segura de que hay gente aquí que se han hecho comentarios maliciosos de sí mismos, pero sin embargo…

Mi corazón, que siempre latía con rapidez, se silenció por el mero hecho de que mi situación había cambiado. Sentía las yemas de los dedos frías y la sangre parecía escurrirse de ellas, pero no lo suficiente como para que mis ojos me delataran.

«Su Alteza».

«Sí.»

Karinna sonrió con satisfacción mientras se sentaba en la mesa redonda a un lado del salón de baile. Esperaba que la sonrisa no pareciera forzada.

Miró a la condesa que la había llamado por su nombre, con una sensación interna de alivio, y no vio ningún cambio significativo en sus expresiones.

«¿Has oído algo? Ya que la joven Pearson parece mantener frecuentes conversaciones con Su Alteza, pensé que sabrías algo del asunto…»

«Ah…»

Karinna se sintió un poco avergonzada al oír su voz. Aunque no lo demostró en su expresión ni en su rostro.

Si dejas ver tus emociones, te conviertes en otra presa. Así era aquí. Una vez que alguien era presa, todo terminaba.

«Hmm, no lo sé.»

Karinna se lo pensó un momento.

Si se convierte en la única aquí tratando de jugar limpio, podrías ser capaz de mantener la compostura. Es ella la que se cansó de ser la comidilla del resto. Así que no sabía si podría salir de esta situación a menos que mantuviera esa misma actitud de indiferencia.

Pero una persona inmaculada no es bienvenida en ningún sitio. Así era la sociedad noble, y Karinna lo sabía mejor que nadie, por eso no quería que Nitens conviviera en este entorno.

Ojalá no fuera noble, pero sé que no puedo alejarlo. Karinna sonrió con suficiencia. Tenía que protegerse, era la única forma de sobrevivir aquí.

Este era el mundo en el que iba a tener que vivir.

«Es cierto. He oído que es una hija ilegítima».

No creía que pudiera hacerlo, pero mi voz fluyó más fácilmente de lo que esperaba. Fue tan fácil y natural que me sorprendí a mí misma.

«¿En serio?»

«Sí, escuché a Basster hablando con la joven Lady Pearson, y ella afirma haberlo ayudado en el pasado, así que algo relacionado con eso es lo que tienen por hablar».

Soltó pedazos de la información verdadera.

Aquí es donde el conocimiento es poder. Podía tomar las riendas de la conversación o darle la vuelta simplemente contándola.

Incluso ahora, las cabezas de las damas dan vueltas con nueva información, y las miradas que se habían fijado en mí hace tiempo que desaparecieron.

«Dios mío, ¿qué tipo de ayuda?»

«Me lo dijo, pero es demasiado personal para que yo lo diga sin su permiso».

Karinna inclina ligeramente la cabeza y sonríe con complicidad.

Las comisuras de su boca, dibujadas en una línea redondeada, se crisparon. Había estado sonriendo todo el tiempo que estuve en el banquete. He asistido un día tras otro, y sigo así.

Si la gente tiene una cantidad total de emociones que puede utilizar, Karinna sentía que ya había tocado fondo. La curiosidad de todas se intensificó cuando Karinna cortó el asunto adecuadamente.

‘No es algo de lo que realmente se pueda hablar‘.

A menos que seas muy, muy bueno investigando, nunca lo sabrás. E incluso si lo hicieras, no lo sabrías del todo. Que todo aquello no es más que una farsa.

«¿Ah, sí? Qué pena, tenía curiosidad».

«Yvette Pearson también es muy descarada, porque ha estado viviendo una vida tranquila y ahora está pensando en irrumpir en la escena social acercándose con tanta arrogancia al Archiduque por un favor personal».

«Sí, bueno, para ser honestas, este lugar debe ser lo más glamoroso en el que ha podido estar, por lo que he oído, vive en un establo».

«No, por lo que he oído, es más bien el cobertizo junto a los establos».

Les encantaba menospreciar a los demás. Karinna dio un sorbo a su té en silencio, girando la cabeza para perseguir la mirada que sentía a sus espaldas.

Pensé que era Basster, pero por desgracia no era él, y me encontré con una figura inesperada.

“¿Yvette Pearson…?”

La estaba mirando muy fijamente. Al instante, Karinna se dio cuenta de que la mirada no era precisamente favorable.

«Dios mío, ¿qué pasa Archiduquesa? Oh… ¿no es esa Yvette Pearson?»

«¿Está tratando de amenazar a la Archiduquesa?»

«Mi señora… Espero que esa joven ilegítima no esté buscando una oportunidad con Su Alteza, aprovechándose de ese favor personal».

De hecho, Karinna también es una hija ilegítima, pero es a Yvette Pearson a quien realmente se menosprecia aquí.

Esto es increíble.

Eso demostraba que el nombre de Archiduque Kayenne era demasiado bueno para ser cierto, ese enorme escudo sería el único bastión de protección de Nitens con la sociedad aristócrata. Karinna frunció lentamente el ceño y luego desvió la mirada.

El chismorreo sobre Yvette Pearson volvió a empezar, y luego se convirtió en una historia sobre una joven y un joven, y luego se convirtió en una historia sobre sus hijos.

«Últimamente se está metiendo en muchos líos, y el otro día se metió en una gran pelea con un chico de otra familia…»

«Probablemente sea mejor así, porque mi hijo se ha vuelto muy travieso… incluso dejó unos cuantos escarabajos escondidos en mi ropa».

«Oh Dios, ¿estás bien?»

«Está bien… Toda mi ropa está arruinada, solo castigarlo no soluciona sus travesuras».

Una noble se tapó la boca con una mano enguantada en encaje y suspiró pesadamente. Tenía la frente apretada con fuerza, como si estuviera en un dilema.

«Se complica aún más porque tenemos dos niños y una niña».

«¿Tus hijos se pelean mucho?»

intervino Karinna con cautela, y su silenciosa interrupción atrajo la atención de las damas. Karinna tragó saliva, pero no pudo resistir la curiosidad.

«Oh, ¿la Archiduquesa tenía un hijo?»

«Sí.»

«Veo que aun tienes mucho por delante».

Los rostros de las damas se volvieron contemplativos. Una de las damas, que se había tragado la risa con expresión hosca, se encogió de hombros y habló con voz risueña.

Era la vizcondesa Charlotte, que tuvo dos hijos y una hija.

«Tengo dos niños y una niña, los varones no se pelean, se llevan muy bien».

«¿Uh… entonces su hija?»

Karinna tartamudeó avergonzada y se oyó una risita en la mesa.

Karinna puso los ojos en blanco. No eran desagradablemente burlonas, así que no la avergonzaban, parecía una risa adorable. Hizo un mohín de vergüenza y la vizcondesa Charlotte continuó.

«Sí, mi hija es la jefa de la casa, y mis dos hijos están atascados bajo su mando, al parecer incluso les enseñó a tejer y a bordar, los ha convertido en una especie de escoltas personales y ella aplicó para convertirse en caballero…».

Sacudió la cabeza, confusa.

Una de las damas que estaban a su lado le susurró al oído, en voz muy baja, que la niña quería pertenecer a los Caballeros Imperiales. Los ojos de Karinna se abrieron de par en par.

«En todo caso, siento que mis dos hijos decidieron convertirse en eruditos. Su padre les enseñó a los tres a usar la espada desde que eran pequeños, pero ahora…».

La vizcondesa Charlotte dejó escapar un largo y preocupado suspiro.

«Está bien».

«¿Qué?»

«Es la hija de la vizcondesa Charlotte, lo cual ya es increíble, porque es un camino difícil de recorrer para una mujer, pero ella hizo lo que quería y aplicó en la mejor orden de caballeros, en la que ya es difícil entrar» dijo Karinna, curvando las comisuras de los ojos. El suave movimiento de sus cejas bastó para cambiar el ambiente, y la mesa se quedó en silencio. La vizcondesa, que había visto la cara de Karinna de frente, tosió con vergüenza.

«Y usted, Vizcondesa al final la apoyó.»

«Me amenazó con escapar de casa si no la apoyaba…, incluso para mí, que no sé nada de caballeros, pensé que tenía talento».

Respondió fríamente la vizcondesa Charlotte, No esperaba recibir tal cumplido y menos unos relacionado con la decisión imprudente de su hija. Estaba claro que la había sorprendido.

«Por eso me parece tan estupendo que tus hijos puedan confiar en su apoyo para recorrer un camino incierto, sabiendo que usted estará para cubrirles las espaldas: la vizcondesa es una buena madre».

Los puros elogios de Karinna dejaron sin habla a la vizcondesa Charlotte. Podía ver a través del fingimiento. Sonreía suavemente, y no había la menor vacilación ni temblor en su voz.

Estaba segura de que no había nadie en la sala que no supiera que sus elogios eran sinceros, al menos en la forma en que los pronunció, con la admiración iluminando sus fríos ojos dorados.

«Aún soy novata, así que hay muchas cosas que no sé, por eso pienso que todas aquí son increíbles».

Sonrió tímidamente.

Para ser sincera, aún no sé cómo criar a un hijo. No sé si voy por buen camino, aunque hago todo lo que puedo cada segundo de cada día.

Para Karinna, Nitens era el reto más difícil del mundo. Las señoras se miraron mientras hablaba.

«Si no sabes algo, no tengas miedo de preguntar, porque cuando yo fui madre por primera vez, también estaba llena de errores».

La vizcondesa Charlotte fue la primera en ofrecerle una sonrisa. Karinna entrecerró los ojos y asintió.

«¿Puedo escribirte de vez en cuando?»

«Claro, estaré encantada de ir al Archiducado si me invitas».

«Aprenderé y acudiré a usted. Quiero ser como la Vizcondesa, alguien en quien se pueda confiar, haga lo que haga».

Los ojos de la vizcondesa Charlotte volvieron a abrirse de par en par cuando Karinna se inclinó ligeramente y dijo algo que sonó como si estuviera frente a su mentora.

‘Tal vez sea mejor de lo que pensaba.’

No estaba segura de lo que pasaba exactamente por lo que se mantuvo callada y apenas dijo nada, pero ahora que lo miro, parecía estar un poco bien.

Pensé que tendrías una actitud altiva y distante…’

No fue como ella esperaba. No se pavonea por ser Archiduquesa ni hace alarde de su posición.

De hecho, los rumores sobre el vizconde Tyrian llevan bastante tiempo circulando, al igual que los de la Archiduquesa de Kayenne.

Fue la comidilla de la ciudad durante bastante tiempo, y la noticia del matrimonio del Archiduque causó mucho ruido en el círculo social. No había persona en las altas esferas que no hubiera oído la historia de cómo el vizconde Tyrian había intentado venderla al mejor postor.

Empujaba la búsqueda de pareja por todo el Imperio. A todos los que lo conocían se les trababa la lengua ante el patético comportamiento del vizconde Tyrian.

Un buen día se hizo famoso cuando se peleó con el conde Bufo porque su hija tuvo un hijo fuera del matrimonio. ¿Cómo no va a sorprenderlas un hombre con semejantes historias?

En tal situación, era inevitable que las noticias de la vida del vizconde Tyrian circulara en los círculos sociales.

Era un hombre muy tramposo y retorcido. El hecho de ser su hija ya la había empujado al ostracismo en la sociedad. Tan olvidada, de hecho, que casi desapareció de la memoria de todos, por eso se pensaba que podía ser bastante insolente como Archiduquesa.

Por otro lado, pocos estaban dispuestos a enfrentarse a Basster, sobre todo porque el Archiduque Kayenne, conocido como un asesino de sangre fría, era notoriamente malhumorado y uno de los favoritos del Emperador.

Sería la joven Tyrian quien tendría que guardar las apariencias, aunque no le gustara, así que había muchos rumores en los círculos sociales sobre ella y constante desdicha.

Pero el primer día del banquete, otro tipo de rumor se extendió por todas partes cuando el Archiduque apareció mostrándose encaprichado con la Archiduquesa. Todos se asombraron de que no apartara los ojos de ella.

Sus brazos rodeaban su cintura, impidiendo que cualquiera se le acercara correctamente, y aunque la Archiduquesa se acercó primero a las demás señoras, nadie pudo hablarle correctamente bajo su mirada.

Al día siguiente no vino, y al tercer día apareció, y al día siguiente desapareció como para descansar. Y hoy ha vuelto a aparecer.

Así que todas teníamos muchas preguntas. Entre todas se daban codazos, pero ninguna sabía hasta dónde podían llegar con su curiosidad.

«¿He dicho algo malo?»

Cuando la mesa enmudeció, e incluso la conversadora vizcondesa Charlotte calló, Karinna abrió cautelosamente la boca para hablar. Sólo entonces la vizcondesa Charlotte sacudió la cabeza, exasperada.

«No, nunca he recibido un cumplido como ese antes…» Se dio una palmada en el pecho, como si estuviera un poco emocionada, «ha pasado demasiado tiempo».

La vizcondesa Charlotte no apoyaba tanto el camino de sus hijos. Después de una gran discusión, se implicó menos, pero nunca les dio todo su apoyo ni dijo: «Puedes hacerlo».

Siempre le dijo a su hija que debería dejarlo, o que debería tomar un camino más normal. Nunca los había apoyado del todo.

Tuve que insistir mucho todos los días para que mi hija se adaptara. Incluso ahora la preocupaba. Ya ha pasado la edad de casarse en un lugar donde solo se permite el ingreso de hombres, y sigue centrada en la espada.

«¿Es así?»

«Sí… no es socialmente aceptable que una chica aprenda a manejar la espada» dijo la vizcondesa Charlotte en voz baja.

Tuvo su buena dosis de amargura. En más de una ocasión, los adultos de su familia la acusaron de no estar capacitada para ser madre por lo que enseñaba a sus hijos.

Sin embargo, la única vez que mi hija sonríe es cuando sostiene la espada, así que solo ha intentado ignorarlo todo.

Había oído hablar de ser una mala madre, pero nunca había esperado que la llamaran apoyo o madre admirable, lo que hizo que la vizcondesa se sintiera cálida y confusa por dentro.

«No debe preocuparse, me aseguraré de responder sus cartas, Su Alteza».

«¿Cuándo sería…»

«Karinna».

Asintió y estaba a punto de contestar cuando oyó una voz detrás de ella, la voz que siempre llamaba su nombre con infinita dulzura. Karinna cerró los ojos lentamente, los abrió y se dio la vuelta, sin poder ocultar su sorpresa.

La sorpresa fue palpable cuando la mesa volvió a quedar en silencio. Karinna giró lentamente la cabeza, siguiendo la voz y el aroma familiares.

«Basster».

«¡Mamá!»

Al oír su nombre, Nitens, que había estado en brazos de Basster, soltó una risita y se asomó para recibir su abrazo. Karinna sonrió ampliamente al verlos.

Las señoras volvieron a sorprenderse al ver que la cara de Karinna se iluminaba como una flor.

Las sorprendió lo mucho que había cambiado el ambiente desde su breve sonrisa anterior, pero esta vez no pudieron evitar sentir como si una suave brisa primaveral soplara desde algún lugar.

Nitens fue recogido por Karinna, que también abrió los brazos de par en par. Lo acunó en sus brazos e intentó quitárselo a Basster, pero éste retrocedió.

«¿Eh?»

«¿Basster?»

Basster se tragó una pequeña carcajada.

Tanto la madre como el hijo ladeaban la cabeza con igual perplejidad, y a Basster le pareció una imagen tan tierna y entrañable que entrecerró los ojos y abrazó al niño con más fuerza.

«Espera, no puedes sostener a Nitens por tu frágil cuerpo».

«Está bien, puedo levantarlo un segundo».

«Cuando hayas hecho ejercicio y puedas levantar tu espalda arriba y abajo 100 veces sin parar, te lo daré un minuto».

«Cien veces… ¿Es realmente necesario eso?»

Karinna refunfuñó y Basster se encogió de hombros. Con una sonrisa astuta, no dio muestras de echarse atrás.

Todos los nobles tragaban saliva en silencio al ver al sonriente Basster. El Archiduque, que siempre luce un rostro estoico en todo lo que hace, era capaz de mostrar tanta emoción.

Y no era una mirada malhumorada y asesina de querer acabar con todos ahora, sino una cálida mirada primaveral.

Los nobles que conocían al hombre llamado Basster Kayenne se quedaron boquiabiertos. El hecho de que parecieran una familia tan corriente los hacía aún más extraños.

Era una unión nominal, al fin y al cabo, una transacción, pero seguían siendo tan cariñosos, amables y discretos como una familia de verdad.

Se decía que un niño no miente, aunque un adulto pueda decir mentiras. La expresión genuinamente feliz del niño dejaba claro que no había discordia entre ellos.

Así que, desde el comienzo del banquete, empezó a circular otro extraño rumor en los círculos sociales.

Se rumoreaba que la Archiduquesa y el Archiduque en realidad mantuvieron una relación amorosa secreta. La historia empezó a extenderse cuando se rumoreó que el hijo bastardo de la Archiduquesa y el Archiduque se parecían mucho.

La mitad de ellos lo repitieron y empezaron más rumores de cuales debieron ser sus encuentros, la otra mitad lo descartó como una tontería y no le dieron importancia, pero ahora todo el mundo hablaba de ello y lo creía.

Tanto Nitens como Basster eran bastante llamativos, empezando por sus ojos rojos. El aura dulce de Nitens era un poco diferente a la de Basster, pero por lo demás eran similares.

Si realmente ese niño era hijo de otro hombre, ¿por qué le importaba tanto al Archiduque?

Incluso la relación demasiado estrecha para ser natural, entre un padre e hijo se han convertido en parte del chismorreo, aunque supuestamente estén casados por conveniencia y nada más.

«¿Qué tal si volvemos, no estás cansada?»

«Sí, iba a buscarte para decírtelo, aunque no sé cómo despedirme».

Ante la respuesta en voz baja de Karinna, Basster se volvió hacia las damas con una sonrisa en los labios y sus ojos rojos recorrieron lentamente el grupo de la mesa.

Se lo pensó un momento y una sonrisa más amplia alzó la comisura de sus labios.

«Siento interrumpir su precioso tiempo juntas, mis señoras».

El inusual tono honorífico con el que abrió la boca hizo que todos se pusieran tensos. No sólo las damas, sino también sus esposos, que se sentaban a la misma mesa que Karinna.

Sorbían el vino con ojos nerviosos, preguntándose si sus esposas se volverían locas de amor al verlo mostrando abiertamente sus emociones.

«No, no es una distracción».

Una de las damas, que fue la primera en entrar en razón, respondió rápidamente, temiendo molestar a Basster haciéndolo esperar.

Como si le complaciera su respuesta, Basster separó los labios apresuradamente, sin dejar de sujetar con fuerza a Nitens con un brazo.

«Voy a retirarme del banquete ahora porque mi hijo está cansado, si no les importa, llevaré a mi esposa conmigo».

«No, por supuesto, siempre habrá otro banquete para asistir».

La vizcondesa Charlotte respondió vacilante.

Al ver la tensión en su expresión, Basster golpeó ligeramente la mesa con el dedo índice dos veces y curvó las comisuras de los labios. Un perfecto hoyuelo se formó en su mejilla.

Las damas jadearon.

«Es el primer banquete al que asiste mi esposa después de mucho tiempo, así que espero que las señoras puedan ayudarla y acompañarla en otras actividades».

Habló suavemente, con una sonrisa dibujada que redondeaba la comisura de sus labios, una sonrisa inimaginable en un animal verdaderamente salvaje. Las damas asintieron lentamente.

«Sería genial si pudieran hacerse cercanas, como amigas».

«Basster».

Basster frunció ligeramente el ceño y volvió la cabeza cuando Karinna lo llamó avergonzada. Se encogió de hombros ante la mirada de reproche: ‘Yo me encargo’.

«Entiéndeme, es porque estoy preocupado», susurró Basster al oído de Karinna. Karinna entrecerró los ojos, «Hay gente que piensa en las cosas equivocadas… a menudo».

Mientras dice esto, los ojos de Basster recorren en silencio a los nobles que le rodean. Las damas no son una excepción.

«Pensé que sería más útil tener una buena señora como amiga, así que consideré mejor pedirlo abiertamente. ¿Está ofendida?»

Su forma de hablar es un poco diferente. Karinna no es la única que no está acostumbrada a la voz relajada de Basster: él se inclina mucho más cerca de lo habitual y le susurra al oído cuando habla.

Sin embargo, no es que su voz vuelva a ser diminuta, por lo que sigue siendo lo bastante alta como para que la oiga cualquiera que esté cerca. Se preguntó cuál era el sentido hablarle al oído.

«No, eso no está bien…»

«Mammá, vamos fuera, vamos a comer mamá y papá».

«¿Mamma…?»

Los ojos de Karinna se abrieron de par en par ante la palabra desconocida, y Nitens asintió.

«Mi amigo dice Mamma».

Estaba claro que se trataba del mismo Kirian Cotton con el que había discutido aquel día, se volvió su nuevo amigo, probablemente sea una conducta normal entre niños. Karinna se debatió entre corregir o no la palabra, pero se calló.

La forma en que sus labios se curvaban en señal de satisfacción por haber aprendido algo nuevo era adorable. Karinna decidió mantener la boca cerrada, reservando sus palabras para otro momento.

«Entonces, ¿qué tal si hoy comemos fuera, mi Señora.»

Karinna asintió enérgicamente a la pregunta de Basster. Ella también estaba dispuesta a todo con ellos dos.

Tras un breve y tormentoso encuentro, ambos abandonaron el salón de baile. La dulzura del nuevo afecto de Basster y el despreocupado trato que le dispensaba Karinna se convirtieron en tema de conversación en el salón de baile durante bastante tiempo.

 

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