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Capítulo 30: Algo que ya había dejado de lado

 

Cen Mingshu llevaba tocando la puerta durante casi diez minutos, pero nadie contestó.

Justo cuando estaba a punto de sacar su teléfono para pedir que alguien más revisara, la puerta se abrió de repente.

La persona que había estado buscando casi toda la noche vestida con un vestido de cuello redondo bien entallado, la saludó con una sonrisa diciendo: “Tía.”

Después de llamar así a Cen Mingshu, asintió con la cabeza a Cen Li, que estaba de pie junto a Cen Mingshu, y lo llamó: “Hermano.”

“Estaba a punto de ir a buscarte, tía pequeña.” – Jiang Se presionó la puerta y se hizo a un lado para dejarles paso. – “Entren rápido, hace demasiado frío afuera.”

Cen Mingshu frunció el ceño y su mirada escudriñó el rostro de Jiang Se.

Estaba demasiado tranquila.

Anoche, a través de la llamada telefónica, Cen Mingshu pudo sentir que las emociones de Jiang Se habían reprimido hasta el punto crítico.

Cen Mingshu pensó que Jiang Se perdería el control como lo hizo hace siete años. Aunque esta vez no perdiera el control hasta el punto de necesitar sedantes, no debería estar tan tranquila.

Incluso había contactado con la Dra. Gina y estaba lista para llevarla directamente a su consultorio si era necesario.

Pero al ver a Jiang Se así, dudó.

Los ojos de Cen Mingshu eran como rayos láser, casi perforando dos agujeros en la frente de Jiang Se.

Tuvo que dar un paso adelante para bloquear la puerta, sonriendo mientras decía: “¿Por qué no me esperan aquí? No tengo muchas cosas que recoger, en un momento las tendré listas.”

“Hace mucho frío afuera, no hay necesidad de esperar, iré contigo a buscar tus cosas.” – Cen Mingshu finalmente intervino. – “Da la casualidad de que Ah’Li tiene que ver a Xiao Lu, está aquí, ¿verdad?”

Esas últimas palabras tenían un tono de tanteo, después de preguntar, Cen Mingshu miró hacia la sala de estar, que estaba vacía y sin nadie a la vista.

Luego miró hacia el comedor y el jardín, pero seguía sin haber nadie.

“¿Cómo puede estar el Joven Maestro Lu aquí?” – Jiang Se arqueó una ceja. – “Anoche no quería quedarme en el hospital, después de que Xiao Lu me trajera, se fue. No suele alojarse en esta villa, solo me la prestó para pasar la noche. Si quieres encontrarlo, este no es el lugar.”

Cen Li miró a Jiang Se y asintió. – “Ah’Yan suele alojarse en Ruidu Huafu o en la antigua mansión de la familia Lu cuando regresa a Beicheng, no visita con frecuencia esta villa, aunque la tía Han suele quedarse más a menudo aquí.”

Jiang Se miró a Cen Li al oír eso y sus ojos recorrieron su barbilla sin afeitar. – “Hermano, ¿tienes algo que atender con Xiao Lu? Si es urgente, ve primero, me basta con que la tía esté aquí.”

Cen Li sonrió, dio un paso adelante y sujetó con suavidad la mano herida de Jiang Se, echándole un vistazo rápido, dijo con dulzura: “Por muy urgente que sea, no llegaría al punto de no tener tiempo para ti, ¿cómo está la herida de tu mano?”

De pequeños, Cen Li solía tomar la mano a Jiang Se cuando salían a jugar, la llevaba a todos los parques de atracciones de Beicheng, e incluso habían visitado los parques de Disney por todo el mundo.

De niña, a Jiang Se le encantaba ser coqueta, incluso si solo se hacía un pequeño corte en la mano, tenía que decírselo a Cen Li.

Pero con el paso de los años, Jiang Se rara vez seguía a Cen Li como una sombra y no lloraba cuando estaba enferma o tenía dolor, como si de repente se hubiera convertido en una joven fuerte de la noche a la mañana.

Pero incluso las niñas más fuertes, tiene momentos de vulnerabilidad.

Y él, como su hermano mayor, siempre estaba ausente cuando ella lo necesitaba.

Fue igual hace siete años, cuando se fue de Beicheng a Tongcheng, y fue igual anoche.

El apuesto rostro de Cen Li mostraba un rastro de culpa. Jiang Se lo miró, retiró la mano con calma y dijo con voz suave: “Es solo una pequeña herida hermano, no es que no lo sepas, ya no tengo tanto miedo al dolor como cuando era pequeña.”

Tras decir eso, los condujo a la sala. – “Espérenme aquí, subiré a recoger mis cosas y bajaré enseguida.”

Sin mirar atrás, subió las escaleras, al llegar al segundo piso, fue directamente al dormitorio principal. En cuanto entró, cerró la puerta con llave con un movimiento como nubes que se desplazan y agua que fluye*.

(N/T: El significado de 行雲流水 (Kōun ryūsui) en japonés es «nubes que se desplazan, agua que fluye», y se refiere a una actitud flexible y adaptable ante la vida, similar a la forma en que las nubes se mueven libremente y el agua fluye sin obstáculos. Implica vivir sin restricciones ni apegos, aceptando los cambios y las circunstancias de manera natural.)

Lu Huaiyan estaba sentado en el sofá junto a la ventana, con el codo apoyado perezosamente en el reposabrazos, mirando a Jiang Se con una sonrisa.

“Aún no has recogido el whisky del pequeño comedor.” – Le recordó amablemente.

“No pasa nada, solo diré que lo bebí y mi tía no sospechará nada.”

Actuaba con demasiada normalidad, lo que inquietó aún más a Cen Mingshu. Solo si hacía algo descontrolado, como beber en exceso para liberar el estrés, Cen Mingshu podría sentirse un poco más aliviada.

Antes, la puerta del dormitorio principal no estaba completamente cerrada, y Lu Huaiyan, como era de esperar, había oído la conversación del piso de abajo.

Mirando su mano envuelta en gasa, se levantó del sofá, caminó hacia ella y le preguntó en voz baja: “¿Dónde están las cosas que necesitas empacar? Te las traeré.”

Jiang Se lo miró, dirigiendo su mirada al baño que estaba junto a ellos, y dijo: “Está todo ahí, incluyendo la ropa que me quité anoche y el bolso de mano. En cuanto al regalo del abuelo Lu, déjalo aquí por ahora.”

El hombre dijo “Espera aquí” y entró en el baño.

Un minuto después, salió del baño con una bolsa en la mano.

La bolsa contenía los artículos que ella acababa de mencionar: el vestido de noche, la ropa interior que había usado y el bolso de mano.

Lu Huaiyan le entregó la bolsa y luego preguntó lentamente: “¿Algo más?”

“Nada más.” – Jiang Se negó con la cabeza.

Tras recibir la bolsa, no se apresuró a irse, se quedó allí, mirando a Lu Huaiyan y tras unos segundos, dijo: “Gracias.”

Lu Huaiyan ni siquiera se molestó en responder con un ‘de nada.’ simplemente dijo: “Déjame diez minutos pasado mañana por la noche, te llevaré algo.”

“¿Qué?”

“Algo que te ayude a dormir mejor.” (Lu Huaiyan)

Él se había quedado despierto toda la noche y su voz sonaba un poco ronca; al decir eso, Jiang Se no pudo evitar recordar todo lo sucedido la noche anterior y sus ojos parpadearon levemente.

Lu Huaiyan disfrutaba especialmente mirándola a los ojos, y esta vez no fue la excepción.

La miró fijamente y, con una sonrisa, le preguntó: “¿En qué estás pensando?”

Jiang Se entrecerró los párpados, mientras respondía con expresión tranquila: “Todavía están esperándome abajo, voy a bajar ahora. ¿Nos vemos pasado mañana?”

Lu Huaiyan asintió: “Nos vemos pasado mañana.”

Después de que el hombre terminó de hablar, se metió las manos en los bolsillos con indiferencia, se apoyó en la pared tras él y la observó en silencio hasta que su figura desapareció al final del pasillo y solo entonces apartó la mirada.

 

***

 

El coche de Cen Mingshu estaba aparcado frente a la puerta y tras subir, no condujo a casa, sino que se dirigió al bullicioso centro de la ciudad en el lado este de la ciudad Beicheng.

En cuanto Jiang Se vio la ruta que le resultaba familiar, supo que Cen Mingshu la llevaba a ver a la Dra. Gina.

“¿Ni siquiera ha terminado sus vacaciones y ya le pides a la Dra. Gina que vuelva al trabajo? ¿No es un demasiado inhumano?”

Cen Mingshu respondió: “Gina es una antigua compañera de clase. No tiene objeción, ¿por qué protestas?”

Jiang Se siguió su consejo y dijo: “De acuerdo, ya que pediste cita, vamos a verla.”

Respondió con tanta rapidez que Cen Mingshu se sorprendió un poco: “¿Cómo es que no te resistes a ir al médico esta vez?”

Jiang Se miró a Cen Mingshu y sonrió: “Si no voy al médico, ¿no te preocuparás tanto que ni siquiera podrás dormir?”

Cen Li, que estaba sentado en el asiento trasero, escuchó la conversación, se dio cuenta más tarde y dijo: “Se Se, ¿todavía estás viendo… al psicólogo?”

Jiang Se lo miró y asintió: “No me gustó el doctor que la Maestra Ji me había arreglado antes, así que la tía me cambió con la Dra. Gina. Sabes, a la Maestra Ji siempre le ha disgustado que tenga mucho contacto con la tía, así que no les conté nada. Al fin y al cabo, siempre has estado muy ocupado, y que lo supieras o no, no cambiaría nada.”

Habló con calma, sin un atisbo de queja.

Pero Cen Li sintió un nudo en el pecho.

Resultó que Se Se nunca había superado del todo lo sucedido ese año, por lo que no era de extrañar que la tía pequeña, al enterarse que la habían drogado la noche anterior, casi pusiera todo patas arriba.

Jiang Se miró el rostro de Cen Li, que palideció al instante, y desvió la mirada a la ventana y dijo con calma: “Hermano, ¿no ibas a buscar a Lu Huaiyan? Me quedaré en la consulta de la Dra. Gina al menos dos horas. ¿Qué te parece si dejamos que la tía te deje al lado de la carretera? Puedes pedirle al mayordomo Yu que envíe un coche a recogerte.”

Cen Li dijo: “No tengo prisa por ver a Ah’Yan, este hermano te acompañaré al médico.”

Él insistió en acompañarla, así que a Jiang Se lo dejó pasar, tarareó con indiferencia un “Hmm” y luego, miró a Cen Mingshu y dijo: “Volveré a Tongcheng en un par de días.”

Cen Mingshu la miró fijamente: “¿No te importa el caso de Beicheng?”

“El oficial a cargo de este caso es el hijo del tío Mo, confío en él.”

Tras esas palabras, Cen Mingshu y Cen Li guardaron silencio al unísono.

La gente suele tener una confianza especial en quienes los han salvado.

Fue Mo Xian quien, en aquel entonces, guio a Lu Huaiyan para encontrar a Jiang Se, y la familia Cen no llegó hasta que Jiang Se ya había sido trasladada a un hospital bajo la supervisión de la familia Lu.

Cen Mingshu sabía lo que Jiang Se quería hacer en Tongcheng, así que no tenía prisa por retenerla en Beicheng. Esta niña tenía una personalidad muy testaruda, y una vez que se decidía a hacer algo, ni diez vacas la detendrían.

“Concéntrate en ver al médico estos próximos días, si Gina cree que no tienes ningún problema, no te impediré que vayas.” (Cen Mingshu)

La Dra. Gina tenía su propia clínica, al llegar, Jiang Se saludó a la enfermera de la clínica y entró con familiaridad en la sala de tratamiento.

Casi todos los empleados de la clínica la reconocieron, y era evidente que Jiang Se era una paciente muy querida.

Cen Mingshu se sentó en el sofá con una revista, arqueó una ceja, miró a Cen Li y dijo con impaciencia: “Recoge esa cara, tus padres aún no han muerto, así que no tienes por qué poner esa cara tan pronto.”

Cen Li guardó silencio, y justo cuando Cen Mingshu estaba a punto de abrir la revista, preguntó de repente: “¿Por qué no me dijiste que Se Se no lo había superado, tía?”

Podía entender qué Cen Mingshu no se lo hubiera dicho ni a Cen Minghong ni a Ji Yunyi.

¿Pero qué había de él? ¿Por qué se lo ocultó también a él?

Cen Mingshu levantó la vista de la revista, miró a Cen Li a los ojos y dijo con frialdad: “Debido a lo que pasó en aquel entonces, Se Se nunca os ha perdonado a ninguno de vosotros, ni siquiera a ti, Ah’Li. Cuando Xiao Yu y yo fuimos al hospital a buscar a Se Se anoche, ¿recuerdas dónde estabas? Te quedaste con la familia Cen, siempre te quedas con la familia Cen.”

Tras salir de la sala de tratamiento, Cen Li no estaba por ningún lado.

“¿Dónde está mi hermano?”

“Tuvo que irse por algo urgente, no te preocupes por él.” – Cen Mingshu cerró su revista, se levantó y dijo mirando atentamente a Jiang Se. – “¿Cómo te sientes?”

“Muy bien.” – Dijo Jiang Se sin cambiar de expresión. – “Siento como si me hubieran quitado una pequeña piedra del corazón.”

“¿Qué dijo Gina?” (Cen Mingshu)

“Igual que antes, que siga tomando la medicación. Después de que termine el tratamiento de mañana, debo mantener una frecuencia de dos visitas al mes.”

El corazón de Cen Mingshu se sintió ligeramente aliviado, miró a Jiang Se con seriedad y dijo: “¿Quieres volver a Tongcheng? La tía no te lo impedirá, pero prométeme que seguirás con el tratamiento. Si no te viene bien volver a Beicheng, le pediré a Gina que te recomiende un médico local en Tongcheng.”

Jiang Se respondió obedientemente: “Intentaré encontrar tiempo para volver. Me gusta charlar con la Dra. Gina.”

Al salir de la clínica, la nieve que había caído durante más de medio mes finalmente se detuvo. El cielo azul intenso no tenía ni una pizca de impurezas, tan limpio y claro como un cristal teñido de azul.

Jiang Se miró la luz del sol que entraba oblicuamente por la ventanilla del coche y le salpicaba sobre la mano, y de repente preguntó: “Tía pequeña, ¿realmente vale la pena tener un amor sin futuro?”

Cada una de las relaciones de Chen Mingshu no ha prosperado ni tenido un final feliz, pero eso no le impidió disfrutar de cada romance.

Se quitó las gafas de sol y se las puso, diciendo con naturalidad: “Si te hace sentir bien y feliz, adelante. Si no, no te molestes. Venimos a este mundo a disfrutar de la felicidad, no para encerrarnos en una jaula de la que no podamos salir.”

Jiang Se respondió con un evasivo “Hmm” y desvió la mirada hacia la ventana

‘¿Disfrutar?’

De hecho, era bastante divertido.

Cen Mingshu sacó otras gafas de sol de la consola central, y se las lanzó a Jiang Se, añadiendo: “Mi único consejo: no te acerques a esos románticos empedernidos que, quieren estar unidos uno con el otro por el resto de sus vidas una vez que se enamoran. Es mejor separarse amistosamente cuando el destino se acaba.”

‘¿Romántico empedernido?’

Jiang Se pensó en la mirada fría e indiferente de Lu Huaiyan y no pudo evitar reírse. – “No te preocupes, no me acercaré de ese tipo de personas.”

Cen Mingshu la miró fijamente y no dijo nada más.

Solo interfería cuando se trataba del tratamiento médico de Jiang Se; nunca se inmiscuía en otros asuntos.

Las dos cenaron en el hotel antes de regresar al apartamento. Por la noche, después de que Jiang Se terminara de ducharse, se sentó en el borde de la cama a revisar la información que Mo Ji Chen le había enviado.

Miró fijamente la imagen de la botella de azúcar rosa en la pantalla, mantuvo el dedo presionado y reenvió la imagen a un número sin firma.

En el cuadro de diálogo, el mensaje más reciente sobre la imagen era sobre la propiedad en el número 38 de la Calle Jinxiu.

Jiang Se bajó la cabeza y escribió lentamente un nuevo mensaje en el chat: [‘Azúcar de roca rosa artesanal de una marca reconocida en Beicheng; consulta el historial de transacciones de los últimos seis meses.’]

Una vez enviado el mensaje, dejó el teléfono a un lado, cerró los ojos y se quedó dormitando. Al recordar algo, los abrió de repente, se acercó a la mesita de noche sacó una tablet para acceder a su cuenta de acciones.

Ese día, después de ver los videos de vigilancia de los herederos de segunda generación de las familias Hu, Zhang y Gu, Lu Huaiyan le dijo: <“¿Para qué esperar? No hay necesidad de esperar.”>

Pronto, esas tres empresas podrían experimentar una considerable agitación.

La naturaleza de los empresarios es que, cuando llega el momento de repartir el pastel, realmente no es necesario ser pretencioso.

Jiang Se compró un gran lote de acciones a precios bajos invirtiendo todos sus fondos disponibles sin pestañear.

Justo cuando completaba la operación, el teléfono junto a su almohada vibró de repente con un nuevo mensaje de WeChat.

Lu Huaiyan: [‘¿Hora?’]

Jiang Se miró el mensaje de WeChat durante dos segundos.

Unos meses atrás, su encuentro en Tongcheng había comenzado con un mensaje de texto similar.

Cogió el teléfono y respondió lentamente: [‘A las nueve.’]

 

***

 

La cita estaba fijada para las nueve, pero la noche siguiente, Jiang Se bajó veinte minutos antes.

Como si ya conociera bien su costumbre, cuando salió, vio de inmediato el coche de Lu Huaiyan.

El sedán negro estaba aparcado a un lado con las luces de emergencia encendidas. Estaba apoyado en el capó del coche, vestido con un largo abrigo negro, mirando su teléfono. El suave resplandor amarillo de las farolas iluminaba su figura alta y esbelta.

Al percibir movimiento en su dirección, el hombre levantó la vista del teléfono e inclinó la cabeza para mirarla, fijando la mirada en su rostro. Cuando ella se acercó, levantó ligeramente el teléfono y dijo: “Iba a enviarte un mensaje, pero también quería ver qué tan temprano llegabas esta vez.”

Jiang Se preguntó: “¿Cuánto tiempo llevas aquí?”

“No mucho.” – Respondió, bajando la vista para mirar la mano izquierda de Jiang Se. – “¿Cómo está la herida en tu mano?”

Jiang Se respondió con sinceridad: “Casi se le ha curado la herida, pero me pica un poco.”

Lu Huaiyan levantó la vista para mirarla y dijo: “Aunque te pique, tienes que aguantarlo.”

Guardando el teléfono en el bolsillo, se enderezó y abrió la puerta del asiento del copiloto, sacó una maleta de cuero herméticamente cerrada y se la entregó. – “Lo que te mencioné ayer, te ayudará a dormir mejor.”

Cuando el hombre extendió la mano, una fragancia cálida y embriagadora se esparció, y Jiang Se no necesitó abrir la maleta para saber qué había dentro.

Tomó la pesada maleta de cuero, miró a Lu Huaiyan y preguntó. – “¿No se considera toda la madera de agar de la familia Lu, un preciado tesoros del viejo maestro Lu?”

La madera de agar de la familia Lu era cara y escasa. Aunque cada año se producía incienso nuevo, la madera de agar añeja escaseaba cada vez más, y el abuelo Lu la apreciaba tan profundamente que rara vez la regalaba.

Jiang Se había estado fascinada con ese aroma, así que, naturalmente, reconoció su calidad. Sabía que las pastillas de incienso que Lu Huaiyan había traído estaban todas hechas de madera de agar añeja; dado que solo ese incienso podía emitir una fragancia que era capaz de atravesar el estuche de cuero herméticamente cerrado.

Lu Huaiyan sonrió y dijo con indiferencia. “El abuelo me deja unas cuantas cajas cada año, y no puedo usarlas todas.”

Jiang Se levantó ligeramente los párpados y lo miró.

Su pequeña reacción en el hospital le bastó para notar su especial afición por la madera de agar e incluso se dio cuenta de que esa fragancia podía reconfortarla hasta cierto punto.

Este hombre era demasiado perspicaz; nunca había sido alguien a quien se pueda engañar fácilmente.

Aunque nevaba por la noche, era mucho más ligero que antes. Los diminutos copos flotaban en la cálida luz de las farolas, como flores de terciopelo que caen en la primavera.

Lu Huaiyan sostuvo la mirada de Jiang Se y sonrió suavemente. – “¿No lo quieres?”

Jiang Se respondió: “Sí.”

Lu Huaiyan la observó un momento, luego señaló con la cabeza el estuche de cuero que tenía en las manos y dijo. – “Hay una tarjeta de visita dentro, es de alguien que se encarga de mis asuntos en Tongcheng. Si tienes algún problema y necesitas ayuda, contáctalo.”

Después de decir eso, miró el edificio de apartamentos detrás de ella y dijo. “Vuelve adentro. La nieve está arreciando.”

Jiang Se tarareó un «Hmm» en señal de asentimiento y dijo. – “¿Cuándo irás a Tongcheng?”

Lu Huaiyan, aparentemente sorprendido de que le preguntara sobre su agenda, arqueó las cejas ligeramente y la miró con más atención. – “El abuelo se resfrió hace un tiempo, iré cuando se recupere.”

“¿Es grave la enfermedad del abuelo Lu?”

“Solo un problema menor, cando me regaña por teléfono sigue con mucha energía, y todos los días llega puntualmente a la reunión matutina de la Corporación Lu.”

Jiang Se sonrió. – “Le deseo al abuelo Lu una pronta recuperación.”

Tras una breve pausa, ella añadió. – “Buenas noches.”

Lu Huaiyan bajó la mirada hacia ella y respondió. – “Buenas noches.” – Esperó a que la figura de Jiang Se desapareciera en el vestíbulo del ascensor del apartamento, luego abrió la puerta del coche y se marchó.

De vuelta en su apartamento, Jiang Se abrió la maleta de cuero, sacó una de las cajas de incienso y se la acercó a la nariz para olerla suavemente.

Lu Huaiyan incluso había preparado un pequeño quemador de incienso, no más grande que la palma de su mano: muy delicado y exquisito.

Pero Jiang Se no encendió el incienso, tras colocar la caja de incienso en su lugar, sacó la tarjeta de visita que contenía y, con calma, guardó la maleta de cuero en su armario.

No tenía intención de usar el incienso, no se permitiría volver a caer en la adicción de algo que ya había dejado de lado.

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