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Capítulo 26: Ayúdame a quitarme las gafas

 

La voz del hombre presionó algo al caer, sonó como hierro frío y duro golpeando el suelo.

Jiang Se alzó la vista, y el aturdimiento se desvaneció gradualmente de sus ojos aún empañados por las lágrimas, recuperando casi la mitad de su claridad.

Su pequeño rostro, del tamaño de la palma de una mano, estaba mortalmente pálido y sus ojos se veían particularmente oscuros y profundos.

En ese momento, esos ojos oscuros le devolvían la mirada.

Lu Huaiyan pensó que iba a decir algo, pero solo dijo con ligereza: “Tu chaqueta todavía está en el pabellón de observación fuera del invernadero.”

Antes, cuando su conciencia estuvo borrosa, toda su voluntad se había centrado en resistir los efectos de la droga, así que, naturalmente, no se había dado cuenta de que solo llevaba una camisa.

En una noche tan fría y nevada, a altas horas de la noche, Jiang Se sentía frío incluso envuelta en un abrigo grueso, por no hablar de él.

Su voz era aún más débil que su pálido rostro, ligera y suave, como humo que se podría dispersarse con la más mínima agitación.

Pero Lu Huaiyan la oyó con claridad.

Después de observarla un rato, preguntó sin dolor ni picazón*: “¿Quieres que te felicite por tener conciencia?”

(N/T: «不痛不癢» (bù tòng bù yǎng) significa ni dolor ni picazón, lo que metafóricamente significa que las palabras o acciones no abordan la esencia del problema ni lo resuelven de raíz. También se usa para describir una actitud ambigua, confusa e indecisa.)

“Felicítame.” – Jiang Se levantó ligeramente la barbilla hacia el extremo de la cama y dijo. – “Si tienes frío después de felicitarme, puedes sentarte ahí y compartir una manta conmigo.”

Antes de irse, la enfermera le trajo una colcha limpia a Jiang Se y le cubrió las piernas con cuidado.

Esa habitación de hospital era una sala individual y privada; la cama era grande y la colcha también, suficiente para dos personas.

Lu Huaiyan la miró con los párpados levantados.

Una figura pasó por el pasillo, un sonido sombrío la siguió y los tenues sonidos intensificaron el silencio de la habitación.

Él dijo con voz débil: “No tengo frío, quizás la próxima vez.”

Jiang Se entrecerró los ojos, sin mostrar más amabilidad y no se molestó en saborear el profundo significado de la frase «la próxima vez».

Se recostó en la almohada y preguntó: “¿Cómo me encontraste?”

“Fui al pabellón de observación y vi mi chaqueta.” – Lu Huaiyan la miró. – “Sabía que no la tirarías afuera sin más.”

Así que supuso que debía de estar en apuros; a lo largo del camino de regreso, se topó con la tía Zhang, que salía apresuradamente del baño y tras detenerla le preguntó y entonces descubrió que Jiang Se se había metido en problemas.

Jiang Se dijo: “No fue la tía Zhang quien me drogó.”

“Lo sé, si no confiaras en ella, no la habrías dejado volver al salón de banquetes a buscar a tu tía. Así que, Jiang Se…”

La mirada pesada del hombre la clavó en ella, presionándola, pero su voz permaneció serena. – “¿Por qué no me contactaste en ese momento? No me digas que no sabías que estaba esperando tu llamada. En ese momento, ni siquiera pensaste en contactarme, ¿verdad?”

Jiang Se bajó las pestañas y guardó silencio.

Lu Huaiyan estiró sus largas piernas, incluso sentado con las piernas abiertas, seguía estando a cierta distancia de la cama.

Quizás sintiendo que esa distancia era realmente innecesaria, se levantó después de hacer esa pregunta y la silla, impulsada por las ruedas, se deslizó hacia atrás con un suave sonido.

La luz se atenuó y él se sentó a su lado. La suave colcha blanca se arrugó bajo él.

Lu Huaiyan levantó la mano para sujetarle la barbilla, se inclinó hacia adelante, la miró a los ojos y dijo lentamente palabra por palabra: “¿No querías usarme? Tu forma de usar a la gente es realmente mala.”

“Se Se.” – La llamó por su apodo en voz baja. – “¿Quieres que te enseñe a usarme, a usar a Lu Huaiyan?”

(N/T: ¡Michi! ¡Solo de leer esa pregunta me pongo nerviosa! Jaja)

Las emociones reprimidas del hombre se filtraron lentamente en su voz extremadamente baja.

La calma en su rostro parecía a punto de desmoronarse al instante siguiente.

Los dos estaban tan cerca que sus respiraciones se entrelazaban y sus auras se fundían.

Jiang Se no esquivó su mirada agresiva ni retrocedió.

A través de las finas gafas que descansaban sobre su nariz, reflejando un brillo frío, dos pares de ojos de colores similares se miraron en silencio, sin decir palabra.

No quedó claro cuánto duró el enfrentamiento antes de que Jiang Se soltara repentinamente una suave risita, ladeó la cabeza ligeramente para mirarlo y un atisbo de sarcasmo apareció en las comisuras de sus ojos y cejas.

“En ese momento, ¿por qué iba a buscarte?”

“¿Y por qué debería buscarte, Lu Huaiyan?”

“¿Por tu fugaz deseo de conquistarme? ¿O por ese cariño superficial tuyo?”

Esta noche estaba de muy mal humor, como un globo inflado hasta el límite, el resentimiento oscuro enterrado en lo más profundo de sus huesos creció, buscando con impaciencia una forma de salir poco a poco.

Lu Huaiyan volvió a vislumbrar las afiladas aristas que se ocultaba en su interior.

“¿Me preguntas por qué?” – El tono del hombre seguía siendo el mismo, con voz y ojos serenos, mientras hablaba con calma. – “Es porque siempre, cada vez, en esos momentos, soy yo quien te encuentra primero.”

Las pestañas de Jiang Se se congelaron.

Y entonces, las dos frases resonaron en sus oídos una vez más:

<“Cen Se, soy yo.”>

<“Jiang Se, soy yo.”>

Parpadeó, y el sarcasmo agresivo de sus ojos se disipó al instante.

Lu Huaiyan la miró fijamente, y sus ojos, oscuros como la tinta, parecían arder con un fuego oscuro.

Parecía que algo flotaba en el aire, hasta que la vibración repentina del teléfono rompió el silencio.

Era el teléfono de Jiang Se, que estaba sobre la cama.

Lu Huaiyan bajó la mirada y vió la llamada entrante y le soltó la mano. – “Es tu tía pequeña.”

Las emociones ocultas se disiparon inmediatamente.

Jiang Se cogió el teléfono con la mano sana y respondió con calma: “Tía.”

Justo cuando contestó, un hombre con chaqueta pasó por la ventana, llamó a la puerta y susurró en voz baja: “Lu Huaiyan.”

Como si reconociera quién era, Lu Huaiyan miró a Jiang Se, cogió el informe médico sobre la mesa, se levantó y salió de la habitación del hospital.

Jiang Se alzó la vista hacia la puerta, ahora cerrada, y dijo con calma: “Estoy bien. Respondí a tiempo, así que no hay problema.”

Su voz aún sonaba débil. Tras terminar esa frase, hizo una pausa y continuó: “Ya he llamado a la policía. Déjame adivinar, ¿supongo que el Presidente Cen y la Maestra Ji quieren encubrir la situación y silenciar este asunto otra vez, ¿verdad? Al fin y al cabo, ¿cómo podrían permitir que un escándalo como el de su exhija adoptiva que fue drogada en un banquete de la familia Cen salga en los titulares?”

Cen Ming Shu no lo negó, su rostro era tan sombrío como una corriente de agua. – “No te preocupes, mientras esté aquí, no lo dejaré pasar fácilmente.”

Jiang Se bajó la mirada y sonrió. – “Solo eres una figura marginal en la familia Cen. Si el presidente Cen y la Maestra Ji se niegan a cooperar, aunque te rasgues la cara*, no cambiará nada. Antes, cuando aún era su hija, no me eligieron, ahora que ni siquiera lo soy, es aún más improbable que me defiendan.”

(N/T: «撕破臉» (sī pò liǎn) es una expresión china que se traduce literalmente como «rasgar la cara». En un contexto más amplio, significa romper una relación, especialmente de manera abrupta y pública, perdiendo la máscara de cortesía o respeto que se tenía hacia la otra persona. Implica un quiebre en la relación, donde se muestran abiertamente hostilidad y antagonismo.)

Las palabras tranquilas y casi indiferentes fueron como un balde de agua fría que apagó al instante la ira que ardía en el corazón de Cen Mingshu.

“Iré a hablar con ellos ahora mismo; Se Se, esta vez, tu tía pequeña está aquí, si no te defienden, tu tía lo hará. Espérame, enviaré a alguien a recogerte enseguida.” (Cen Mingshu)

Jiang Se miró fijamente la arrugada colcha y dijo: “No hay necesidad de malgastar palabras con ellos y no te molestes en venir a recogerme. Todavía tengo que hacer una declaración en el hospital más tarde. No iré a tu casa esta noche.”

Cen Mingshu frunció el ceño. – “¿Creía que odiabas los hospitales?”

Jiang Se frunció los labios; de verdad odiaba los hospitales.

El penetrante olor a desinfectante, las cegadoras luces incandescente, la blancura impotente que llenaba su vista.

También estuvo en ese mismo hospital en aquel entonces, ¿no?

Ese hospital universitario, en el que la familia Lu gastó una gran cantidad de dinero para abordar afecciones médicas difíciles y complejas, era conocido por ofrecer el mayor nivel de privacidad en Beicheng.

Después de ser rescatada, Lu Huaiyan la trajo directamente allí.

Sin embargo, una vez de vuelta allí.

Una ira, una ira incontenible, que no tenía dónde liberar rugió en su carne y sangre como una bestia que rompió la presa.

Las intensas emociones se arremolinaron en su frágil cuerpo, pero el rostro de Jiang Se se mantuvo tranquilo, e incluso su respiración se mantuvo inalterada.

Extendió la mano para alisar las arrugas de la colcha y le sonrió a Cen Mingshu. – “Tía, ya no soy la chica de dieciséis años. Hay cosas que puedo hacer por mí misma.”

 

***

 

El oficial que acudió para tomar declaración a Jiang Se se llamaba Mo Ji Chen y era un viejo conocido de Lu Huaiyan.

Cuando Lu Huaiyan tenía unos ocho o nueve años, su abuelo lo había enviado a un campamento militar para que lo entrenaran durante un tiempo. Su abuelo incluso había contratado un instructor particularmente despiadado, y Mo Ji Chen resultó ser hijo del Instructor Mo.

Ambos se quedaron charlando de pie en la escalera de la exclusiva zona VIP del hospital.

Mo Ji Chen introdujo una mano en el bolsillo de su chaqueta y bromeó perezosamente: “Llamándome para trabajar a altas horas de la noche, nada menos que en Nochevieja. De verdad crees que todos son como tú, que no necesitan una vida amorosa, ¿ah?”

Lu Huaiyan ignoró su comentario y le entregó el informe del examen. – “¿Qué dijo la familia Cen?”

Mo Ji Chen sacó la mano del bolsillo, tomó el informe del examen y lo hojeó con indiferencia.

“El banquete en la mansión de la familia Cen aún no ha terminado y los anfitriones no dejan entrar a mi gente. Esa mansión está llena de cientos de invitados, todos figuras influyentes, así que no es fácil entrar para llevar a cabo una investigación allí. Pero dime, ¿qué tiene que ver exactamente contigo la chica que drogaron? Sabes que ese tipo de caso ni siquiera es de mi competencia, ¿verdad? Y si te tomaste todas estas molestias para involucrarme, no me digas que no hay ningún tipo de relación.” (Mo Ji Chen)

Lu Huaiyan dijo con ligereza: “Es alguien a quien quiero proteger.”

“¿Alguien a quien quieres proteger?” – Preguntó Mo Ji Chen medio en broma. – “¿Podría ser alguien que te gusta?”

Lu Huaiyan no respondió, pero tampoco lo negó.

Ese silencio fue una admisión tácita.

Mo Ji Chen, que nunca pensó que sus comentarios al azar serían correctos, levantó la vista sorprendido, se quedó paralizado de repente como si acabara de ver un fantasma. – “¿A ti? ¿De verdad te gusta alguien?”

Contemplando la mirada de Lu Huaijian, soltó una «carcajada»: “De acuerdo, haré un seguimiento de este caso, antes haré que tu chica haga una declaración.”

Para cuando Lu Huaiyan lo condujo a la habitación del hospital, Jiang Se ya había colgado la llamada.

La mayor parte del medicamento del gotero se había agotado, y su comportamiento había vuelto gradualmente a la normalidad: tranquila, serena y elegante.

Sin embargo, en cuanto Lu Huaiyan entró a la habitación, entrecerró los ojos, giró ligeramente la cabeza y lo miró fijamente, sin pestañear.

Mo Ji Chen sacó su identificación policial, se presentó brevemente y empezó a hacer preguntas sacando bolígrafo y papel para tomar notas.

Todas eran preguntas estándar, y cuando estaba a punto de terminar, levantó la mirada para observar a Jiang Se.

Esta chica no se parecía a ninguna otra víctima con las que había tenido contacto.

Demasiado tranquila y muy lúcida.

Sus pensamientos eran excepcionalmente claros y metódicos.

Dado que solo habían pasado tres horas desde que la drogaron, incluso con el antídoto administrado, su capacidad para articular pensamientos lógicos en su mente no debería ser tan meticuloso y claro.

Presionó la tapa de su bolígrafo y preguntó con una sonrisa: “Señorita Jiang, ¿cómo mantiene tal calma? Para ser honesto, he conocido a muchas víctimas con experiencias similares a las suyas, pero muy pocas reaccionan como usted: con tanta serenidad, como si no tuvieran miedo en absoluto.”

Jiang Se miró a Mo Ji Chen, curvó los labios y dijo. – “Me secuestraron a los dieciséis años. Probablemente debido a esa experiencia, soy más valiente que la mayoría, y tengo más experiencia en lidiar con esa situación.”

“¿La secuestraron?” (Mo Ji Chen)

Los ojos de Mo Ji Chen brillaron con interés. – “Así que usted es una sobreviviente de secuestro. ¿Arrestaron a los criminales que la secuestraron?”

“Todos están muertos.” – Básicamente.

‘¿Todos muertos?’ (Mo Ji Chen)

‘¿Un caso de secuestro donde la víctima sobrevivió, pero todos los secuestradores murieron?’ (Mo Ji Chen)

Eso era bastante raro.

Debería haber oído hablar de un caso así antes.

Mo Ji Chen abrió la boca, a punto de indagar más, pero Lu Huaiyan lo miró fijamente en ese momento y la luz fría que recorrió sus gafas doradas fue escalofriante.

‘¿Teme traer a la memoria recuerdos dolorosos a la chica?’

Bueno, no preguntaría, siempre podría averiguar los detalles al volver a la comisaría.

Mo Ji Chen guardó el bolígrafo y dijo: “Gracias, señorita Jiang, debería descansar ahora, volveré a contactar con usted cuando haya avances en el caso.”

Se levantó al terminar de hablar y, percibiendo el ambiente, se levantó para irse, lanzando una mirada significativa a Lu Huaiyan antes de salir.

La habitación quedó en silencio por un momento.

Había dos llamadas perdidas en el teléfono de Jiang Se, una era de Cen Li, quien la había llamado camino al hospital, y otra de Fu Yun, la que recibió justo cuando Lu Huaiyan apareció en la puerta del baño.

Pero no quería lidiar con ninguno de las dos e idealmente, sería mejor que nadie la molestara.

Tras cerrar el historial de llamadas, miró a Lu Huaiyan. – “Ven aquí un momento.”

Lu Huaiyan la miró, se acercó a la cama y se quedó de pie a su lado.

Jiang Se repitió: “Agáchate.”

Lu Huaiyan obedeció, inclinándose lentamente, con la mirada fija en ella, observándola levantar la colcha, pasó de estar sentada a estar de rodillas y con la mano que tenía insertada la aguja, le desabrochó un botón del cuello de su camisa y acercó su nariz.

Cerró los ojos, inhalando casi con avidez la tenue fragancia a madera de agar que emanaba su cuerpo.

Era perturbador y retorcido.

Cuando la fría punta de su nariz rozó el pulso en su cuello, el cuerpo de Lu Huaiyan se congeló por un instante.

Desde ese ángulo, no podía verle los ojos y justo cuando estaba a punto de agachar la cabeza para buscarlos, su fría nariz ya había seguido la línea de su tensa mandíbula y le había llegado al oído.

“Llévame ahora mismo, no quiero quedarme en el hospital y no quiero que nadie me encuentre.”

 

***

 

Nevaba con fuerza.

El sedán negro atravesó la interminable tormenta de nieve a la velocidad del rayo.

Lu Huaiyan solía alojarse en el Ruidu Huafu cuando regresaba a Beicheng, pero considerando el comportamiento ruidoso de Jialou* y su falta de precaución, por temor a que lastimara a Jiang Se, decidió simplemente llevarla a la villa en Linjiang.

(N/T: Es el perro.)

Eran más de las tres de la mañana cuando entraron en la sala por la puerta del garaje.

Afuera, a través de los ventanales que iban del suelo al techo, los fuegos artificiales de Nochevieja seguían explotando fuertes y brillantes, llenando el cielo de luz.

Jiang Se estaba descalza en medio de la sala, con el teléfono en el bolsillo de su abrigo vibrando sin parar, pero no se molestó en mirarlo, solo sacó el teléfono del bolsillo y lo apagó, luego se quitó el abrigo y caminó hacia las ventanas francesas para ver los fuegos artificiales.

Lu Huaiyan observó su reflejo en el cristal de la ventana.

Todavía llevaba puesto el vestido de noche azul grisáceo, sus elegantes hombros y cuello eran blancos como el jade, su cintura muy estrecha y el dobladillo de su falda fluía elegantemente como una hermosa cola de sirena y bajo ella se escondían unos delicados pies de jade aún más hermosos.

Parecía una sirena emergiendo del río en la oscuridad de la noche.

Después de un rato, Jiang Se perdió el interés y sostuvo la mirada de Lu Huaiyan a través de la ventana francesa y dijo: “Quiero darme un baño.”

Lu Huaiyan levantó la barbilla hacia las escaleras que estaban a su lado y dijo: “Las habitaciones están en el segundo piso. Puedes elegir cualquiera, haré una llamada primero.”

En ese momento hizo una pausa, se dio la vuelta y sacó un par de pantuflas nuevas del interior del zapatero, se acercó y se los puso delante, diciendo. – “Confórmate con estas por ahora. Alguien traerá zapatos de la talla correcta más tarde. ¿Puedes subir sola?”

Eran pantuflas de hombre, demasiado grandes para ella. Al ponérselas, fue como si un niño le hubiera robado los zapatos a un adulto.

Jiang Se asintió y caminó lentamente hacia las escaleras.

Aunque los zapatos no le quedaban bien, sus pasos seguían siendo muy ligeros, cuando llegó al pequeño rellano de la esquina, se detuvo un momento, se apoyó en el pasamanos y echó un vistazo casual a la entrada con indiferencia.

El hombre se erguía alto y elegante bajo la suave luz del recibidor, con la mirada fija en ella, su rostro, ligeramente de lado, estaba medio iluminado y medio oculto.

La mirada que ella le dirigió fue captada rápidamente por él.

Tras un breve contacto visual, Jiang Se se dio la vuelta y continuó subiendo las escaleras.

Lu Huaiyan no apartó la mirada hasta que llegó al segundo piso y oyó el sonido de ella encendiendo la luz, sacó su teléfono e hizo algunas llamadas. Para cuando terminó, habían pasado casi veinte minutos.

Lu Huaiyan levantó la mano para mirar su reloj, calculó la hora y se dirigió a la entrada. Al cabo de un rato, sonó el timbre.

Jiang Se oyó el ruido abajo, pero lo ignoró, concentrándose en quitarse la horquilla del cabello. Debido a que su mano derecha está envuelta en gasa, no podía moverse, y su cuerpo carecía de fuerza, por lo que sus movimientos eran lentos.

Cuando Lu Huaiyan se acercó, se encontraba forcejeando con los pendiente de perla de sus orejas.

Su codo lesionado estaba apoyado en el lavabo de mármol, su cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, su rostro pálido ligeramente girado hacia un lado y se miraba al espejo para quitarse el pendiente de la oreja derecha.

Su rostro miraba hacia la puerta del cuarto de baño y sus hombros y espalda hasta la cintura y caderas dibujaban una delicada curva.

Lu Huaiyan, sosteniendo la bolsa de regalo que acababa de llegar, se apoyó en el marco de la puerta del baño, mirándola con los párpados entrecerrados. No intervendría a menos que ella hablara.

Inicialmente pensó que, con su personalidad testaruda, probablemente tendría que esperar de tres a cinco minutos más antes de pedir ayuda.

Para su sorpresa, en cuanto ella lo vio en el espejo, tomó la iniciativa de preguntar: “¿Puedes ayudarme?”

Lu Huaiyan la miró a los ojos a través del espejo, colocó la bolsa de regalo con productos para el cuidado de la piel y ropa para cambiarse sobre el tocador y se acercó para ayudarla a quitarse los pendientes.

Ya había visto esos pendientes antes, ella llevaba esos pendientes de perla el día que negociaron un trato en la casa de té de Tongcheng.

Los lóbulos de las orejas, suaves como el jade blanco, ya tenían unas tenues marcas rojas debido a su anterior forcejeo.

Era como si los hubieran pellizcado o succionado.

Lu Huaiyan se inclinó ligeramente, pellizcó el suave lóbulo de su oreja con las ásperas yemas de sus dedos y retiró el pendiente, sus largos dedos sujetaron con cuidado la perla y lentamente lo retiraron de su oreja.

Jiang Se siguió mirándose en el espejo, mientras él retiraba el pendiente lentamente de los agujeros de sus oreja.

Al salir, sus pestañas se agitaron casi imperceptiblemente.

La sensación era como si la luz del sol brillara directamente en sus oídos.

En el espejo, la mirada del hombre estaba enfocada, al igual que sus movimientos.

El rostro frío y profundo a la tenue luz del cuarto de baño resplandecía con un frío color blanco como el esmalte, algunos mechones de cabello, humedecidos por la nieve, le habían caído sobre la frente, el color del cabello era parecido al de los ojos, tan oscuros como el color nocturno que flota en la superficie del mar.

Jiang Se no pudo evitar recordar algo que Guo Qian había dicho en un momento inoportuno: «Lu Huaiyan, tanto su rostro como su cuerpo, son justo lo que las mujeres quieren conquistar».

Lu Huaiyan jugueteó con los pendiente de perlas entre sus dedos, luego los dejó y se incorporó con una mano sobre el lavabo y pregunto, mirando a Jiang Se a través del espejo. – “¿Puedo ayudarte en algo más?”

La voz grave parecía haberse molido en grava.

Jiang Se dijo: “¿Por favor, puedes bajarme la cremallera del vestido?”

Lu Huaiyan la miró fijamente, y su mirada se posó brevemente en su esbelta espalda, la tela azul grisácea era como una segunda capa de piel, firmemente adherida a su cuerpo curvilíneo, revelando los huesos de su clavícula que se escondían en su interior, cubiertos por el esponjoso cabello negro que acababa de desprenderse.

Levantó la mano, apartándole el cabello con suavidad, pellizcó la cabeza de la cremallera con los dedos y tiró de ella a lo largo de la línea cóncava de su columna vertebral hasta la ondulación de su cintura y caderas.

El sonido de la cremallera al abrirse lo dejó aturdido por un instante.

Fue un abrupto recordatorio de la visión de un largo tren viajando a través de la nieve blanca y salada, una escena que debería haber sido fría, pero que de alguna manera se sentía cálida.

La suave y alargada cremallera de metal entre sus dedos se calentó de repente.

Al soltar la cremallera, la voz tranquila y serena de Jiang Se resonó de nuevo en el espacio cerrado.

“Continúa, la hilera de botones de la ropa interior.”

Tan pronto como su fría voz tocó el suelo, Lu Huaiyan levantó lentamente los ojos y miró fijamente a la chica en el espejo.

Su vestido se ceñía a su cintura e incluso con la cremallera desabrochada, la tela apenas se había deslizado. Pero es sólo esa pequeña sección la que revela la punta del iceberg del tejido de encaje y los barrancos como las ondulantes montañas cubiertas de nieve ocultas más profundamente.

Lu Huaiyan no bajó la vista y siguió mirando el espejo y los ojos de Jiang Se.

Jiang Se pareció impacientarse un poco y, con voz tranquila, lo instó: “Date prisa, no puedo desabrocharlo con una sola mano.”

Lu Huaiyan tensó la mandíbula por un instante, y luego levantó la mano izquierda y desató uno a uno los cuatro corchetes de su ropa interior.

No miró su espalda ni a ningún otro lado, su mirada siempre fija en sus ojos y cuando el último corchete se desató con un «clic», Jiang Se ni siquiera parpadeó.

“¿Algo más?” – Preguntó sin rastro de emoción. – “¿Qué más quieres que resuelva?”

“Nada más.” – Los labios de Jiang Se se curvaron ligeramente. – “Haré el resto yo misma.”

Intencionalmente o no, Jiang Se eligió el dormitorio principal, y el baño era al que Lu Huaiyan estaba acostumbrado.

La puerta de la habitación se cerró suavemente y él se quedó de pie afuera, esperando hasta oír el leve sonido del agua corriendo antes de dirigirse a la habitación de invitados contigua.

Lu Huaiyan se dio una ducha fría.

Después de su ducha, al salir, el sonido del agua en el baño del dormitorio principal no había cesado.

Se dio la vuelta y se dirigió al estudio y, al pasar por el desván cerca de las escaleras, se detuvo un momento y sacó una botella de agua helada del pequeño refrigerador.

Había un montón de mensajes en su teléfono que requerían su atención, Mo Ji Chen le había enviado una serie de mensajes de voz, todos relacionados con negocios, y solo el último mencionaba casualmente asuntos personales: [‘¿Escuché que te llevaste a la señorita Jiang? No quiero decir nada, pero, aunque los efectos de la droga hayan pasado, la joven todavía está bastante débil. Por favor, sé una persona decente y deja de intimidar a los demás.’]

¿Intimidar?

Lu Huaiyan rió entre dientes.

Entre él y ella, ¿quién realmente intimidaba a quién?

Media hora después, Lu Huaiyan dejó el teléfono y se dirigió al dormitorio principal.

No había nadie en el baño, aún salía vapor y todo estaba blanco.

El vestido de alta costura azul grisáceo había sido arrojado descuidadamente a la cesta de mimbre, con dos piezas de encaje negro encima.

La bolsa de regalo con ropa sobre el lavabo de mármol no se había abierto, pero había una bata menos colgada en el baño.

Lu Huaiyan siempre prefería los tonos fríos con baja saturación.

Sin importar dónde estuviera la casa, los colores básicos eran el negro frío, el gris y el blanco. Cuando Jiang Se encendió la lámpara de la pared del vestidor, no se sorprendió al encontrar toda la sección llena de ropa negra y gris.

La bata, tan larga que arrastraba por el suelo, era negra. Levantó la mano para ajustarse el cuello suelto y se dirigió a la sección donde colgaban las camisetas.

Para cuando los pasos del hombre se detuvieron en la puerta del vestidor, Jiang Se ya había elegido la camiseta que quería ponerse.

Sin girar la cabeza para mirar a Lu Huaiyan, extendió la mano, tomó una camiseta negra de la percha y dijo lentamente: “Me gustaría pedir prestada una prenda, no quiero usar ropa sin lavar.”

Lu Huaiyan no respondió, se apoyó en el marco de la puerta, luego tras observarla un momento, dejó caer la bolsa de regalo que tenía en la mano, caminó hacia ella, con naturalidad, le quitó la percha, la colgó y luego le agarró la mano derecha para mirarla.

La luz de la lámpara de pared era tenue, y la observó un rato antes de levantar la cabeza y preguntar: “¿No te mojaste?”

Jiang Se asintió, mirándolo de arriba abajo. – “¿Vas a salir?”

Acababa de ducharse, y se había puesto una nueva camisa y pantalones, lo que indicaba claramente que iba a salir.

“Hmm.” – Respondió Lu Huaiyan. – “Voy a la mansión Cen a recoger la chaqueta que dejaste allí.”

Levantó los párpados para mirarla, tocándole las puntas del cabello que aún goteaban y preguntó: “¿No encontraste el secador?”

Jiang Se se había lavado el cabello, pero no se lo había secado, aún seguía húmedo, y se le pegaba a la piel gotitas que caían continuamente. Algunas eran absorbidas por el albornoz, mientras que otras se deslizaban por su piel blanca como la nieve.

“Me dio pereza buscarla.” – La calefacción de la habitación estaba al máximo y ella realmente tenía demasiada pereza para buscarlo.

La mirada de Lu Huaiyan recorrió las pocas gotas adheridas a su clavícula, le dijo suavemente “espera” antes de salir del vestidor.

Cuando regresó, sostenía un secador de cabello negro en la mano.

El aire caliente salía silbando del tubo, el vapor se evaporaba y la huesuda mano del hombre le presionaba el cuero cabelludo mientras se movía de un lado a otro por su cabello oscuro.

El cuerpo de Jiang Se era extremadamente sensible.

Las yemas de los dedos del hombre, ásperos por el trabajo, le provocaban una sensación de hormigueo al rozarle la piel, que se avivaba por el aire cálido, como si fuera alcohol fermentando.

Jiang Se lo miró con una sonrisa; sus ojos oscuros reflejaban sus rasgos bien definidos. Lu Huaiyan la miraba de vez en cuando, mirándola fijamente un instante antes de apartar la mirada.

El hombre era muy paciente, sus movimientos no eran precipitados, y su fuerza no era ni demasiado ligera ni demasiado pesada. Le secó el cabello a fondo, asegurándose de que se disipara la última gota de humedad antes de desenchufar y colocar el secador sobre la mesa donde guardaba sus cinturones.

Le había secado el cabello, pero no había limpiado las gotas de agua de su cuello y clavícula.

Con un suave “clic.” desabrochó la hebilla de su reloj y arrojó el valioso reloj de diamantes con indiferencia junto al secador, se dio la vuelta y caminó hacia ella, mirándola.

Su cabello recién secado era suave y esponjoso, y su pequeño rostro, del tamaño de una palma, se hundía entre los mechones, como un trozo de jade blanco en una piedra de tintero.

La chica levantó ligeramente la cabeza, mirándolo fijamente.

Sus pupilas eran muy oscuras, y había visto ese tipo de negro, tan frío y destructivo como el cañón de una pistola antes.

Estaba allí cuando ella deslizó el cigarrillo para dejarle una cicatriz a Cao Liang en el club, cuando vio sangrando la palma de Jiang Tang en el piso 27 de Junyue, y hace apenas unas horas antes, cuando le abrió la puerta con un trozo de vidrio en la mano.

Y ahora.

Llevaba puesta su bata de baño y lo miraba.

Pero las emociones que se escondía en sus ojos eran algo diferentes ahora.

En las ocasiones anteriores, su impulso destructivo era externo.

Pero ahora, era interno.

Necesitaba destruir algo con urgencia, encontrar una brecha para liberar esa presión de las cosas que la aprisionaban por dentro.

Lu Huaiyan apoyó las manos en su costado, se inclinó, la miró a los ojos y dijo con voz tranquila: “Ayúdame a quitarme las gafas.”


Nameless: Sorry, he estado ocupada, tuve problemas con mi carro ayer y tuve una reunión hoy, lo que me impidió traducir como quisiera, pero igual algo de tiempo me alcanzó, no como quisiera, pero es mejor a nada.

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