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Categorías: Romántico

DLHA – Cap 6 – Part4

CAPITULO VI – Parte IV

Para Karinna, su relación se había convertido en eso. Esta era la mayor consecuencia de su mal primer encuentro y de algunos errores posteriores por su personalidad explosiva. Por mucho que intentara enmendarlo, no podía borrar la imagen inicial que Karinna tenía de él en su mente.

Asintió lentamente.

«No existe».

«¿Eh?»

«No hay forma de que interpongas en mi camino, así que haz lo que quieras».

Las palabras de Basster hicieron que Karinna se mostrara aún más confusa. Tras una larga pausa, en la que se quedó mirando la expresión de Basster, volvió a hablar.

«Sí, claro que lo sé…”, dijo Karinna, que parecía completamente desprevenida.

Era una mentirosa terrible. Sus pensamientos se le reflejaban en la cara. Karinna jugueteó con los dedos.

«¿Por qué no lo haces y me dices la línea exacta…»

No, no parecía entenderle en absoluto. Basster miró a Karinna, sintiéndose un poco avergonzado, y dejó escapar un leve suspiro.

«De acuerdo. Cuando aparezca esa línea exacta, te lo haré saber.»

«Bien. Pero un pequeño ejemplo…»

«No consideraré que cruzas la línea ni porque te metas bajo mis sábanas por la noche, me bajes los pantalones y tomes sin mi consentimiento mi semilla para dar a luz a mi hijo».

Basster explicó un ejemplo con todo detalle.

La cara de Karinna, que al principio escuchaba bien, se fue distorsionando cada vez más, y al final tenía la expresión de alguien a quien le han dicho algo que no podía oír.

«¿Te estás burlando de mí?»

«Lo digo en serio.»

“… ¿En serio? Pero dijiste que odiabas a las mujeres».

«Eres mi mujer».

Sí, pero se suponía que antes que eso, son amigos.

Karinna tenía toda la intención de hacerse a un lado, aunque él trajera a una nueva mujer y la pusiera en su lugar, razón por la cual ni siquiera se había molestado en aprender el trabajo de la Archiduquesa al principio.

«¿Estás seguro de que algo como eso está bien?»

«Entonces permíteme entrar en…»

Basster frunció el ceño mientras hablaba. Las palabras que por poco salieron de su boca no tenían sentido para él. Se frotó la cabeza enérgicamente.

«Bueno, eso es lo que trato de decirte, me pediste que trazara la línea, así que incluso eso estaría bien».

«¿Seguro?»

«Sí, seguro».

Basster asintió enérgicamente, mirando a Karinna, que por fin le había comprendido. En ese momento, parecía casi embargado por la emoción. Karinna lo miró, un poco desconcertada.

«No voy a juzgarte por lo que hagas, te diré cuándo estés cruzando la línea, mientras puedes hacer lo que quieras».

«¿En serio…?»

«Sí.»

Basster asintió con firmeza. Sólo con aquella seguridad se relajó la expresión de Karinna.

«Entiendo, gracias.»

«De nada. Lo hiciste muy bien».

La expresión de Karinna se iluminó y se dio la vuelta.

«Voy a lavarme».

«… Sí.»

«Afloja el cordón por favor».

«¿… Cordón?»

«Sí, el que está en mi espalda».

Los ojos de Basster se abrieron de par en par.

Otra vez cae en cuenta de que Karinna no lo ve como un hombre, sino como un amigo, o al menos uno con el que se siente cómoda. Se ha vuelto más fácil hablar con ella y nunca desvía los ojos.

De todos modos, ella no lo veía como alguien del sexo opuesto. Lo sabía, y también sabe que ella no lo dice con mala intención, y debería sentirse un poco orgulloso de ella, pero de algún modo no funcionaba así.

‘La razón por la que me siento tan mal es…’

Basster tiró ligeramente de los cordones para liberarla del vestido. Karinna le dio la espalda y empezó a desnudarse, pero se detuvo y giró la cintura para mirar detrás de ella.

Los ojos carmesíes de Basster se encontraron con la dorada mirada desconcertada de Karinna, y por un momento pensó que al menos lo veía como un hombre.

«Lo siento, puedes darte la vuelta un segundo, no se ve bien… Es feo»

Vuelve lo inexplicable.

Basster tragó saliva. ¿Era realmente por eso? Por supuesto, ella nunca lo reconocería, pero…

Basster deseó, muy levemente, que Karinna mintiera. Una mentira para llamar su atención. Aunque a juzgar por las mejillas sonrojadas y la mirada avergonzada de Karinna, no mentía.

«… ¿Qué pasa con tu cuerpo?»

«Tengo algunos cortes. Será desagradable a la vista».

«No creo que sea para tanto».

“Te aseguro, será asqueroso”.

No me gustó la respuesta fría de Karinna ni su autodesprecio. Ella no había hecho nada malo, después de todo, el bastardo era el vizconde Tyrian.

No importan sus razones, ¿cómo se le ocurre poner tu cuerpo así…’

Probablemente pensó que, al venderla barata, su comprador no llegaría a desarrollar una relación física con ella.

Una sonrisa retorcida se dibujó en su rostro ante aquel pensamiento despreciable. Karinna murmuró unas palabras más y se desnudó por completo. Fue Basster quien se quedó estupefacto al ver su cuerpo desnudo de un blanco perlado expuesto bajo la luz del día.

«¡Por qué te quitaste toda la ropa…!»

«… ¿Huh? Pero te dije que me la quitaría para lavarme.»

«No, claro que lo dijiste, pero…».

Fue él mismo quien le dijo que no desviaría la mirada por más feo que estuviese su cuerpo. Era ridículo que esté tan molesto por eso. Al ver que Karinna recogía y subía disimuladamente el vestido la ira empezó a nublar sus pensamientos.

Si no fuera por las viejas cicatrices por todo el cuerpo de Karinna, ella sería… No era sólo su espalda; sus antebrazos y muslos internos también estaban marcados. Exactamente las partes que permanecían cubiertas por la ropa tenían cicatrices. Basster tragó saliva. Sus ojos se abrieron de par en par y no pudo apartar la mirada, su ira iba en aumento.

Sabía que debía girar la cabeza por pudor, pro respeto hacia ella, pero tuvo el impulso de darle la vuelta y mirarla de frente. Con su vista trasera así, ¿cuántas heridas más podría tener en el resto de su cuerpo?

Karinna se había negado de forma absoluta a ser atendida por las criadas. No le dio mucha importancia y respetó su opinión. Ya había visto las señales antes, pero verla expuesta a la luz del día hizo que su ánimo se hundiera aún más.

«Estás herida, gravemente.»

“¡Oh!”, sobresaltada, Karinna intentó ponerse la ropa interior a toda prisa. Basster se levantó lentamente de su asiento y puso la palma de su mano en la espalda descubierta.

«No me malentiendas, no intento culparte por esto».

«Aah…»

«¿Todavía te duele?»

Las yemas de sus dedos recorrieron lentamente la cicatriz más profunda.

«N-no, estoy un poco sorprendida…»

Es una cicatriz antigua, por supuesto, así que no duele ni nada. Sólo le daba vergüenza porque era una zona que nadie le había tocado nunca.

«Aquí también tienes muchas heridas…»

Podía sentir su tacto áspero trazar su sensible espalda. El cuerpo de Karinna se puso rígido cuando sus dedos se movieron a lo largo de su cintura.

«Díme»

Su tono de voz seguía siendo dulce, pero también sonaba un poco intimidante.

Basster quería asegurarse de que no se sintiera mal ni pensara que estaba manchada y siguiera despreciándose como alguien inferior. Los ojos de Basster se pusieron pesados al ver cómo Karinna se retorcía de dolor.

«¿Recuerdas por qué te hizo esta herida?»

«Es que… me equivoqué».

«¿Cómo?»

«Mmm…. no estaba siendo obediente. No dejé que me vendieran al Conde Buffo.»

Fue cuando enfrentó al Conde Buffo, ese día decidió que no sería tan sumisa.

De otra forma, ese hombre la habría comprado e intentaría aplastarla debajo suyo intentando poseerla. Basster al pensar en Karinna siendo aplastada por esa bola de grasa lo hizo llenarse de repugnancia infinita.

Ella en ese momento, debió de poner cara de horror y rechinar los dientes de impotencia.

«Pero como lo evitaste exitosamente, ahora estás conmigo».

«No, eso fue porque aceptaste a un producto defectuoso como yo».

«No te considero defectuosa, cuando vi tus papeles y tu retrato, pensé que eras perfecta para mí, esa es la verdad», dijo Basster, recorriendo lentamente la herida con el pulgar. El contacto íntimo la hizo estremecerse, Karinna inspiró y arqueó ligeramente la espalda. Era una sensación novedosa y extraña.

‘Mmm… Me hace cosquillas y quema un poco.’

Esperando que lo apartara con un empujón o alguna muestra de incomodidad, Basster notó extrañamente que no repudiaba sus toques ni su cercanía.

«¿Por qué crees que soy… Perfecta para ti?» preguntó Karinna en voz baja, enderezándose un poco y tomando aire. Su corazón latía con demasiada rapidez.

«Sí, eres como un regalo preparado sólo para mí, sobre todo viendo como los ojos del niño se parecen tanto a los míos».

«…»

Karinna tragó saliva y cerró los ojos con fuerza, no era cosa de suerte, Nitens realmente era su hijo. No se atrevía a decirlo, pero una punzada de culpabilidad se le clavó en el pecho.

Ella permaneció en silencio durante un largo rato, con la cabeza inclinada y la respiración agitada, sintió un extraño alivio en el cuerpo mientras él continuaba acariciando con cuidado su espalda.

«Basster ¿Alguna vez te has enamorado de alguien?»

«¿Quieres saber sí me gustado alguna vez alguien? Déjame pensarlo un momento.»

Karinna puso los ojos en blanco, no pensó que realmente le respondería. Basster por su parte, se quedó pensativo un momento ante la pregunta.

De repente, se acordó de una mujer sin nombre que conoció hace tres años. Pensó que le alegraba no saber su nombre. Había olvidado cómo era y cómo sonaba su voz. Lo único que recordaba era la dulzura de su cuerpo y el tacto de su piel, con el que pasó toda la noche descubriendo cada uno de sus puntos más sensibles.

Basster sacudió la cabeza, sintiendo una extraña punzada de culpabilidad al pensar en ella. Nunca consideró que se había enamorado, pero sin duda la aceptó y lo disfrutaron juntos, de algún modo, era extraño que aquella mujer simplemente se desvaneciera.

Basster odiaba sentirse incómodo y, de algún modo, sentía que debía contárselo. Después de todo, ella le había dicho que el pasado, estuvo con un hombre al que quiso. Aunque fuese una historia que se vio obligada a decir por culpa del niño.

Tras una larga pausa, Basster retomó la palabra.

«Nunca me he enamorado de alguien… pero eso no significa que nunca haya tenido una relación con una mujer».

«¿Ah, sí?»

Karinna asintió dócilmente. Los dedos que acariciaban su herida dejaron de moverse. Basster frunció el ceño por un momento, incómodo por su seca respuesta.

«Sí, conocí a una chica en una noche al azar hace unos tres años».

«Ya veo.»

«En ese entonces, ella todo lo que quería era un hombre para tener una aventura de una noche, así que…»

Lo hizo sentir muy incómodo decir esto. Basster no pudo ocultar su molestia al intentar explicarlo. Suspiró mientras se daba golpecitos con los dedos en la sien.

«Pero, después de eso, nunca volví a estar con nadie».

«Oh, ya veo.»

Karinna asintió, recordando lo que ya sabía.

‘Entonces, lo recuerdas…’

Creía que lo había olvidado por completo, pero parece que no. Una sutil alegría le hizo cosquillas en el pecho, llenándola por dentro y por fuera.

No estaba segura de sí fue el hecho de que la recordara lo que la hizo sentir bien, o si fue el hecho de no hubiera otra mujer luego de ella, pero se sintió feliz.

Las comisuras de los labios de Karinna se curvaron hacia arriba, y la expresión de Basster se endureció.

‘¿Está sonriendo…?’

¿Por qué se ríe? Se quedó mudo un momento, incapaz de comprender. No esperaba que Karinna se riera.

Tampoco esperaba alguna expresión de celos ni ira, pero esa risa lo sorprendió un poco.

“¿…?”

Basster volvió a mirar a Karinna. Todavía tenía las comisuras de los labios curvadas.

«No te importa, ¿cierto?»

«¿Eh? ¿Qué?»

«Ni siquiera saberlo…»

Basster abrió la boca para replicar, pero cortó sus palabras. Hablar así le parecía infantil y patético. Sonaría como si estuviera enfurruñado con ella, como si estuviera irritado por no verla celosa.

“¿Basster?”

«No. Nada”, apenas tragó saliva.

Retiró la mano y se apartó de ella, bajando el brazo. Basster estudió a Karinna con expresión seria, y luego exhaló un suspiro.

«Siento haber interrumpido tu preparación.»

«Uh, no, soy yo…»

Karinna se dio una palmada en la nuca. El cosquilleo y la sensación de calor que empapaba su cuerpo se esfumaron, eso la hizo sentir un poco decepcionada…

Sorprendida por sus pensamientos, giró ligeramente la cabeza. Basster no se percató de esto, él ya tenía la cabeza medio ladeada, con expresión pensativa. Karinna alargó la mano y se la puso en la frente.

«Basster, ¿estás bien?»

Basster sintió un nudo en la garganta al percibir tan de cerca el olor de su piel expuesta y ver la expresión enrojecida de su rostro. ¿Qué demonios iba a pensar de ella, que se le acercaba despreocupadamente semi vestida con ropa interior?

Exhaló lentamente, haciendo acopio de paciencia. Tomó la mano de Karinna que le tocaba la frente y la apretó ligeramente.

«Estoy bien, ve a lavarte».

«Acaso, ¿hice algo mal?»

La voz de Karinna bajó hasta convertirse en un susurro y su expresión se tornó preocupada. Basster apartó la mirada de ella, que lo estudiaba muy de cerca con preocupación.

«No, te pido que te vayas porque no podré soportarlo más, a menos que quieras arrepentirte».

Karinna entrecerró los ojos al oírlo hablar como soltando un gruñido. Se quedó quieta, con sus iris dorados clavados en Basster, estudiando su expresión.

Pupilas dilatadas y mirada ceñuda. El dorso de las manos lleno de tendones tensos. Karinna sólo recordaba haber visto a Basster así una vez, y cuando lo recordó, sonrió al darse cuenta.

«¿Tienes ganas de hacerlo?»

«… ¿Qué?»

La sonrisa de Karinna se acentuó, miró a Basster con expresión ligeramente avergonzada y le puso la palma de la mano en la mejilla.

Un gruñido de dolor brotó de las tripas de Basster.

«Lo sé, porque tienes ese tipo de mirada».

Basster tragó saliva al ver a Karinna hablar con la seguridad de conocerlo. Sus ojos se cerraron y se abrieron lentamente. Alargó la mano y rodeó la cintura de Karinna con ambos brazos.

Sin dejar de inclinar la cara, le mordisqueó ligeramente el labio inferior.

«Tú eres la que me provocó, te dije claramente que entraras al baño».

Al ver que ella abría los ojos con sorpresa, Basster oprimió aún más los labios contra los suyos. Karinna frunció el ceño, pero se apretó contra él y subió la cara, para estar un poco más cerca.

Al ver que Karinna aceptaba torpemente el beso, Basster empujó su lengua contra el interior de su cálida boca entreabierta.

Sus bocas permanecieron entrelazadas durante un buen rato. Lentamente, Basster separó los labios y entrecerró los ojos. Karinna respiró hondo, con el rostro enrojecido.

«Realmente tienes algo que hace vibrar a la gente».

«Eso hace que suene como si fuera malvada».

«No, soy yo el malo, porque te vi y te deseé».

Karinna se rió al ver que Basster negaba con la cabeza.

Él le devolvió la sonrisa, fue una de sus escasas sonrisas brillantes. Ella sonreía ampliamente, y él deseó que pudiera mantener esa sonrisa para siempre. Basster vio su expresión y le dio un ligero toque en el hombro.

«Actúas como si no te importara…» dijo Basster en voz baja, «pero al verte actuando así en momentos como este, creo que estás interesada en mí…»

Basster expresó sus pensamientos muy despacio, como para calmar sus nervios. Karinna lo miraba con los labios fruncidos.

Ansiaba volver a saborear sus labios. La sensación de ser acariciada por su lengua, mientras le muerde el labio inferior. Sentía como si sufriera una sed insaciable.

«No sé cómo debería tomar esto”.

Con los ojos ya cerrados, esperando un segundo beso, al escucharlo, Karinna ladeó la cabeza en señal de interrogación. Hizo una pausa, como si escogiera sus palabras, y luego abrió la boca lentamente.

«Te lo dije, solo tienes que decirme si tienes ganas de hacerlo».

Ante el comentario descuidado de Karinna, la expresión de Basster cambió. Tragó saliva por un momento, como si hubiera oído algo que no debía, y luego, muy despacio, sonrió con ironía.

«¿De eso se trata?»

«Me refiero… Somos una pareja, es parte de mis obligaciones. Si lo necesitas, siempre estoy dispuesta…»

Basster alargó la mano y tapó la boca de Karinna. Luego de lo que pareció mucho tiempo con la cabeza gacha y una expresión sombría en el rostro, sacudió lentamente la cabeza.

«Karinna».

«¿… Sí?»

Karinna respondió despacio, extrañada por el tono neutral de su voz. Él la miró fijamente durante un largo rato, con ojos fieros y los puños apretados. Estaba claro que estaba enfadado.

Darse cuenta de eso, la tensó, percibía la emoción contenida que estaba a punto de estallar.

«Lo dije en ese momento y lo vuelvo a repetir, no se trata de que estemos casados, no tienes que hacerlo por obligación».

«Ah…»

«Escucharte decir eso me ofende mucho, así que espero que no hables así en el futuro».

Basster habló con calma, inesperadamente. No le dijo nada agresivo, aunque ella podía sentir la ira ardiendo en su mirada.

«Ahora entra y lávate».

Karinna asintió lentamente cuando Basster la guio por los hombros a la entrada del baño. Ella le dirigió una mirada dubitativa, y él dio un paso atrás.

«Pero, no lo dije porque me sienta obligada a hacerlo…»

Karinna frunció el ceño, eligiendo sus palabras.

«Si no me gustaras, ni me lo pienso, así que si te ofendió porque creíste que estoy siendo condescendiente, espero que no sea así».

Las palabras de Karinna desconcertaron a Basster, que hizo una pausa para reflexionar.

«Te das cuenta de que es una declaración engañosa, ¿verdad?»

«¿Engañosa? ¿Por qué?»

«No dejémoslo aquí, sin embargo, entiendo lo que quieres decir».

Basster asintió y Karinna retrocedió lentamente. Basster se frotó la cara bruscamente mientras la veía entrar a paso lento en el cuarto de baño.

«Estoy loco».

Sintiendo su entrepierna hinchada, murmuró irritado, dándose la vuelta y saliendo de la habitación.

«La Archiduquesa se está aseando, así que asegúrate de tener su ropa preparada».

«Sí, Su Excelencia».

Tras dar las órdenes necesarias y pasar a recoger su espada, Basster se dirigió directamente al campo de entrenamiento. Tras más de una hora blandiendo su espada arriba y abajo, Basster se esforzó hasta el punto de sudar frío.

∴※✻※∴

Los banquetes en la Palacio del Emperador siempre se llenaban de nobles de todo el Imperio.

Siempre era ruidoso y todo se sentía abarrotado, por tantos nobles reunidos. Karinna sólo recordaba la vaga sensación de haber estado en un lugar así, sucedió hace demasiado tiempo, así que se sentía muy, muy incómoda.

Se esperaba un gran banquete, sobre todo porque entre los invitados de honor al cumpleaños del emperador figuraban casi todos los nobles del Imperio.

La verdad es que había bastante gente. Basster suspiró mientras su carruaje se mezclaba con el gentío. Las puertas de la capital estaban abarrotadas de nobles.

Basster estaba a punto de entrar al final de la cola para esperar su turno, cuando vio el estado de Karinna y Nitens y cambió de idea. No le gustaba mostrar demasiado su poder, así que siempre hacía la respectiva cola junto a los demás para pasar por las murallas de la capital.

De hecho, si quería atravesar rápido, sólo necesitaba un carruaje con el emblema familiar y un pase con el sello del Archiduque.

Pero si él, como Archiduque, lo hace, los demás nobles seguirán su ejemplo y exigirán un paso rápido con el pretexto de sus títulos. Pero si, por el contrario, él, aun siendo Archiduque, espera en fila, nadie se atreverá a reclamar su título.

Así que ni una sola vez se aprovechó de su poder.

Basster dejó escapar un largo y lento suspiro.

«Oye, sigamos adelante».

Dio la orden al cochero y volvió a cruzarse de brazos.

Poco acostumbrada a viajar durante largos periodos de tiempo, Karinna se encontraba bastante incómoda en el carruaje. Nitens era lo bastante sociable como para charlar con los caballeros y las doncellas, pero Karinna era diferente.

La respiración pausada y su mirada cabizbaja indican que se siente incómoda con la situación.

No estoy seguro de que sea una buena idea que hallamos venido’.

Pensó brevemente y confirmó con la cabeza su orden de adelantarse, al dudoso cochero.

Cuando el carruaje finalmente separó de la fila y empezó a avanzar a toda velocidad, Basster volvió a ver a Karinna.

«¿Segura que te sientes bien?»

«Sí…»

Karinna, que no había comido bien en toda la semana de viaje en carruaje, había adelgazado bastante en pocos días. La ropa, antes perfectamente entallada, le quedaba un poco holgada.

«Tengo una mansión en la capital que uso como casa de vacaciones, así que nos dirigiremos allí a descansar».

«Sí.»

Basster chasqueó la lengua al ver a Karinna que le contestó atontada. Pero, suspiró suavemente, su rostro pálido mostraba que no estaba bien, solo que no era agradable de ver.

Miró a Nitens, que no parecía incómodo en absoluto. A diferencia de Karinna, el niño estaba bastante emocionado por entrar en la capital.

«Tío».

«… Uh, sí.»

«Vas a proteger a mamá, ¿verdad?»

Los ojos de Karinna se abrieron de par en par, sorprendida por las palabras de Nitens. Basster también pareció un poco sorprendido, como si no se lo hubiera esperado, pero enseguida se echó a reír y despeinó al niño.

«Sí. Así que no te preocupes y diviértete».

«¿Protegerás a Nity?»

«Claro, yo cumplo mis promesas».

Karinna sonrió débilmente mientras observaba a Nitens y Basster, que parecían haberse acercado más en algún momento que ella desconocía.

En retrospectiva, había pasado mucho tiempo, aunque para ella sólo parecían unos maravillosos instantes. Karinna alborotó el pelo de Nitens, dejándolo caer ligeramente sobre su cara. Inclinándose hacia atrás, Karinna sonrió con satisfacción.

«Mamá está bien, Nity.»

«Jejeje.»

Nitens rio satisfecho.

Basster miró a Karinna, que volvió a tensar los hombros. Al parecer, venir a la capital era toda una presión para ella. Al verla retomar una expresión ansiosa, Basster soltó un leve suspiro.

«No te preocupes, Karinna.»

Los ojos de Karinna se abrieron mucho ante las palabras de Basster.

«Te protegeré a ti y a Nitens, así que pase lo que pase, no te inclines ante nadie. Mantén los hombros hacia atrás y mira al frente».

Karinna no pudo evitar reírse ante el comentario de Basster. Para ella no tenía sentido. Aunque el estatus del Archiduque no fuera bajo, siempre hay gente por encima de él, por no hablar sobre la cortesía.

 

 

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