Habría llamado a sus sirvientes, les habría dado las órdenes oportunas y habría actuado de forma sabia y pausada. Ella habría sabido qué hacer después de eso.
‘Es porque eres ignorante, estúpida e indigna del título.’
Karinna agachó la cabeza y siguió en silencio a Basster, que daba órdenes con rapidez, hasta que de pronto se dio cuenta de lo ridículo de su situación y frunció el ceño con molestia.
«Volvamos primero a la habitación de Nitens, Karinna.»
«… Sí.»
Basster miró brevemente a Karinna, que de pronto murmuró una débil respuesta, y aceleró el paso.
‘¿Era la primera vez que Nitens enfermaba?’
Su falta de habla lo molestó.
Dejó a el niño en la cama de su habitación. Fue entonces que pudo ver exactamente su aspecto. Tenía la cara enrojecida y el cuerpo cubierto de una urticaria blanca y granulosa.
La expresión de Basster se endureció. Examinó el cuerpo del niño de arriba abajo. Tenía el cuerpo cubierto de ronchas rojas y estrechas, y se retorcía de un espasmo a otro.
‘… Actué demasiado tarde.‘
Basster chasqueó la lengua.
«Creo que será mejor que salgas de aquí, Karinna.»
La orden de Basster hizo que Karinna se pusiera de piedra. Levantó la cabeza con el ceño fruncido, preguntándose de qué demonios estaba hablando. Basster iba a explicárselo, pero Karinna se le adelantó.
«No, ¿por qué no puedo estar a su lado? ¿Cuándo vendrá el médico?»
«Creo que adquirió un virus infeccioso, tal vez deberías salir de este espacio por si te contagias tú también».
«¿Un virus…?»
Los ojos de Karinna se abrieron de par en par. Agarró el dobladillo de la túnica de Basster y se acercó. Él frunció el ceño un momento, como confundido por su arrebato, y luego volvió a hablar.
«Es tal cual como te digo, en este momento está iniciando una epidemia en el sur, por un virus altamente infeccioso, por eso he estado tan ocupado los últimos días».
«No puede ser ¿Cuál es la cura?»
«La estamos buscando. Es algo habitual en el Sur, la mayoría de las veces no se convierte en un gran problema».
La explicación de Basster dejó a Karinna blanca como el papel e incapaz de hablar. Al cabo de un rato lo miró con rostro pétreo y negó con la cabeza.
«¿Qué quieres decir…? ¿Por qué Nity se infectaría?»
«Es un poco más activo que tú, iba a la escuela. Tal vez se contagió en medio de todo eso».
«¿Ha muerto alguien?»
Las palabras de Karinna pararon en seco a Basster. Y se maldijo por no haber dicho que no de inmediato. Los ojos de Karinna se llenaron de agua.
«Karinna».
«¿Por qué… qué demonios…»
Al ver que Karinna negaba con la cabeza, Basster se colocó frente a ella y la agarró por los hombros con ambas manos.
«Karinna, cálmate y mírame».
Con las pupilas dilatadas, como desenfocadas, consiguió levantar la cabeza y mirar a Basster.
«No sé si te tranquilizará oír esto, pero los médicos del Sur son todos buenos, y yo me las he arreglado sin el Imperio ni ningún otro país para mantener a raya este tipo de situaciones».
«…»
«En el sur, las enfermedades se transmiten más rápido, y para prepararnos, tenemos muchos investigadores en el consejo médico, tenemos zonas donde residen para que lleven sus actividades académicas».
«… Pero.»
«No diría que no hubo muertes, pero todos eran ancianos y físicamente frágiles, y algunos ya estaban enfermos cuando se infectaron».
Cuando estallaba una epidemia, había un grupo predeterminado de personas que serían las primeras en sufrirla. Los jóvenes y los débiles. La tasa de mortalidad solía ser mayor entre los ancianos que entre los niños. Nunca hubo un caso de epidemia sin una sola muerte.
Pero Basster podía asegurar que no había plaga que él no pudiera manejar. De alguna manera se las arreglaría para dominar este brote.
Mientras haga lo que le indiquen los médicos del Archiducado, no se le saldrá de las manos. Tras unas cuantas experiencias como esta, la mayoría de la gente se da cuenta de ello y coopera con los funcionarios públicos y médicos.
Al punto de que sí algún vecino no siguiera las instrucciones o hiciera caso omiso de ellas, otro ciudadano pronto intentaría ayudarle dándole consejos o echándole una mano en la medida de lo posible.
La orden emitida hace unos días hizo que todo en el territorio se movieran rápidamente y evitó que la epidemia se extendiera más. El volumen de informes también se ha reducido en comparación con hace unos días.
«Nunca lo he permitido, nunca lo he pasado por alto, nunca no lo he abordado, créeme».
«Te creo, pero me quedaré aquí».
«Tú también podrías enfermar».
«Entonces podré quedarme a su lado porque los dos estaremos enfermos. Así sería más fácil».
Al final, Basster suspiró ante la terquedad de Karinna. No era testaruda en la mayoría de las cosas, pero rara vez se echaba atrás cuando se trataba de Nitens.
«Tú eres el que necesita salir y no enfermar».
«¿Crees que te dejaré atrás a ti y a Nitens solo por esto?»
Karinna cerró la boca al oír la voz elevada de Basster. Es verdad, no era necesario que se quedara, pero le preocupaba.
Karinna siempre estaba preocupada por Nitens, y en algún momento también empezó a preocuparse por Basster, aunque sus preocupaciones debían de serle muy inútiles.
«Para que conste, nunca he estado enfermo».
«¿En serio?»
«Sí, si estás sano, huirás satisfactoriamente de cualquier enfermedad que venga».
Era una afirmación un tanto extraña. Karinna rió ante el comentario de Basster, luego se calmó y relajó los hombros. Siempre era agradable. Tan jovial que a veces resultaba un poco molesto.
«¿Entonces es un virus lo que tiene Nity?»
«Creo que sí. No creo que hayan encontrado aún la respuesta correcta, pero seguro que están pensando en nuevos fármacos».
«Um…»
Karinna miró al niño con atención. Miró a un lado y a otro, como si se preguntara algo, y luego se sentó en la cama. Limpió el cuerpo del niño con una toallita fría que le había traído la criada.
«Creo que he visto síntomas similares en un libro».
Acercándose a Karinna, Basster la miró interrogante.
«¿Libro? ¿Qué libro?»
«Era sólo un libro de medicina, escrito por alguien» dijo Karinna, frotándose la nuca rígida. «Bueno, ya sabes, no era una persona realmente libre, tú entiendes, lo que quiero decir es que, no podía tomar muchos libros y cosas así, pero creo que… hubo uno que leí que decía algo parecido».
Es una epidemia nueva, así que obviamente los síntomas son similares, pero pensé que el libro sería útil si aún no teníamos una cura.
Toc-toc
Basster estaba a punto de preguntar por el libro cuando llamaron cortésmente a la puerta. Karinna se levantó de su asiento, escurriendo la toalla tibia en el agua para enfriarla de nuevo.
«Holly».
«Su Excelencia, no es Holly, mi nombre es Holland.»
El hombre de pelo espeso y bata blanca se subió las gafas al aire y habló en tono ofendido. Basster se cruzó de brazos y miró al hombre como diciendo: ‘¿Y qué?’
El hombre, de aspecto elegante, era en realidad bastante joven, como cabía esperar.
Entró llevando la bolsa de cuero en una mano. Nada más entrar, miró al niño afiebrado que yacía en la cama y abrió la boca.
«Es producto de la epidemia».
«¿Seguro?»
«Sí, todos los síntomas son los mismos, pero esta persona es…»
«Es mi esposa, la Archiduquesa.»
Los ojos del hombre se abrieron de par en par al oír las palabras de Basster, dejó su bolsa de cuero y dobló la cintura para inclinarse. Karinna dio un paso atrás, como avergonzada, pero luego estabilizó las piernas y se encaró con él.
«Me llamo Hill Holland, Alteza, y soy el presidente del Consejo de las Provincias del Sur y el médico personal del Archiduque de Kayenne».
«Oh, sí, soy, uh, Karinna.»
Karinna buscó a tientas su memoria y apenas consiguió responder, luego miró a Basster. Él asintió y le dedicó una sonrisa irónica.
«Por cierto, ser el presidente significa…»
«En el Sur, hay como un grupo de médicos e investigadores. Estamos todos conectados para atacar y solventar cualquier epidemia y cosas así a la mayor brevedad posible».
«Entonces, eres el jefe de todos ellos».
Holly asintió a las palabras de Karinna. El poco sonriente desconocido se mostraba bastante frío, incluso con las comisuras de los labios tirando ligeramente hacia abajo, el ambiente seguía siendo bastante cómodo.
«De todos modos, siempre estamos experimentando, así que quizá pronto haya una cura», le explicó Holly con voz tranquila. Tras examinar al niño detenidamente, asintió levemente con la cabeza.
«No es una enfermedad potencialmente mortal, así que mientras lo mantengan hidratado, fresco y alejado del frío, no debería empeorar mucho».
«… ¿De verdad?»
«Sí, no creo que su Excelencia deba preocuparse por eso. Es muy pronto, aparentemente».
Karinna asintió lentamente a las palabras de Holly.
Karinna volvió a mirar al niño, según sus palabras, estaba preocupada razón. Aunque el médico jefe sabía más que ella, no podía creer que Nitens respirara tan fuerte y que no fuera a pasarle nada.
«… Entiendo.»
«Ah, Karinna. ¿Cuál era ese libro del que hablabas antes, y recuerdas cómo se llamaba?».
Karinna quedó desconcertada por las palabras de Basster y luego soltó una exclamación por lo bajo. Ahora que lo pensaba, acababan de hablar de ello. Holly miró a uno y otro lado.
«¿A qué libro te refieres?»
«Recuerdo haber leído un libro que vi hace un tiempo que describía algo parecido a esto, así que pensé en ver si podría ayudar…»
Holly puso cara de extrañeza.
No puede ser, leyó todos los libros de medicina que existen. Podía recitar casi cualquier libro si se lo pedían.
También tenía muy buena memoria.
«Quiero decir, el título del libro era probablemente algo así como <Medicinas que puedes hacer en casa>, y el autor era desconocido…».
El ceño de Holly se frunció profundamente. Al menos ninguno de los muchos libros de medicina que conocía tenía un nombre tan extraño. Además, ¿podía considerarse libro una escritura sin autor?
Pero, por desgracia, Holly ya había oído hablar de ese título. Cuando coleccionaba todo tipo de libros de medicina, todo tipo de escritos solían estar rodando por su estudio.
La mayoría estaban atados con cuerda y los tenía metidos en un mismo sitio. Pensó que podría usarlos como leña algún día.
«¿Estás diciendo que ese libro… contenía los síntomas de este virus?»
«Sí, fue más o menos lo mismo, pero claro, mi memoria puede estar un poco mal, por ese sarpullido».
Holly consideró su respuesta durante un momento.
Habría sido un gran insulto al orgullo de un médico como él que le pidieran que leyera un libro insignificante cuyo autor ni siquiera se conocía, pero fue la esposa de su amo quien lo sugirió.
En otras palabras, era la Archiduquesa, así que lo correcto era obedecer sus órdenes. Por supuesto, no se sentía muy bien al hacerlo.
«¿Estoy siendo grosera?» preguntó Karinna, estudiando la expresión de Holly.
Levantó la cabeza y su expresión reveló inesperadamente sus verdaderos sentimientos. Rápidamente ocultó su expresión incómoda, pero Basster, que estaba detrás de Karinna, ya lo había visto todo.
La fría mirada de Basster se posó en Holly. Este, tragó saliva y negó lentamente con la cabeza. De todos modos, no tenía el menor deseo de enfurecer a Basster.
«No, no lo he leído, pero lo tengo en casa, volveré para ubicar el libro y leerlo».
«Sé que es descortés pedirle a alguien como usted, Mr. Holland, que lea un libro escrito por un plebeyo». Karinna bajó la mirada ante la disculpa superficial de Holly y volvió a levantarla para encontrarse con sus ojos al abrir la boca. «Pero no puedo permitirme dudar cuando se trata de mi hijo».
Holly inhaló con fuerza mientras observaba a Karinna hablar con expresión seca. No esperaba oír tales palabras de una mujer noble.
«Sé que tienes una vida cultivada de conocimientos, y sé que no todos podemos ser como un padre que vigila a un hijo enfermo cuando se trata de una vida humana, pero…» Karinna bajó los ojos lentamente. «Me gustaría que lo entendiera por una vez, aunque sea desagradable cumplir con lo que le solicito».
Las palabras de Karinna lo dejaron sin habla. Su voz seca no era ni airada ni fría, pero carecía de emoción.
Basster miró al lado de Karinna, un poco sorprendido, y las comisuras de sus labios se inclinaron hacia arriba en una sonrisa.
Tenía razón, había orgullo en muchos de ellos. El orgullo de los que salvan vidas es especialmente pretencioso. No leen libros escritos por plebeyos, y no leen libros escritos por gente sin nombre.
Ha sido la norma durante mucho tiempo. Como resultado, había ciertos prejuicios arraigados en nuestras mentes, y romper el molde fue una experiencia bastante desgarradora para el ego.
Sobre todo, al leer algo de una persona anónima.
«El autor de ese libro quería salvar a su gente, y estoy segura de que el Sr. Holland eligió este trabajo porque quería salvar personas también…» añadió Karinna, y Holly no pudo decir más. Nadie permitiría que el orgullo se interpusiera en el objetivo último de un médico.
«Creo que es el final de este asunto. Tal vez no, pero si presenta síntomas similares a los del libro, podría sernos útil para detener la epidemia».
Basster resumió la situación.
«No olvides que nos queda una semana».
La espina dorsal de Holly se puso rígida al oírlo. Holly retrocedió un paso cuando Basster entrecerró los ojos juzgando su reacción.
«Bueno, por ahora no puedo recetar ningún medicamento, así que por favor haga lo que le he instruido».
«De acuerdo».
«Y como no sabemos cómo se transmite, probablemente sea mejor evitar en lo posible usar las mismas cosas que el niño y permanecer en la misma habitación».
Holly recitó algunas advertencias y retrocedió vacilante. Karinna la miró interrogante, pero en lugar de responder, Basster le dio una palmada en la espalda.
«Vamos, retírate. No tenemos tanto tiempo como para quedarnos a charlar».
«Entiendo Su Excelencia, permaneceré pendiente, y si tiene algún problema, no dude en llamarme».
«Gracias.”
Ante el breve agradecimiento de Karinna, Holly se inclinó lentamente y retrocedió, con aspecto nervioso.
∴※✻※∴
«Aquí está» murmuró Holly en voz baja.
De mala gana, pero por su propia tranquilidad y seguridad personal, encontró el libro que Karinna había mencionado entre una pila de libros en casa -basura- y lo abrió.
Mientras hojeaba las páginas, desmotivado, descubrí que, efectivamente, como ella mencionó, había varias enfermedades que se parecían a la epidemia actual. Además de que las enfermedades presentaban diferentes síntomas, cada una de ellas mostraban sus nombres diferentes.
Le avergüenza admitirlo, pero había algunas cosas que no sabía. Lo que inicialmente parecía una enfermedad misteriosa, están descritos a detalle otros síntomas nunca vistos y soluciones nunca imaginadas.
Holly hojeó el libro, desinteresado al principio, pero finalmente volvió al primer capítulo y lo leyó despacio.
Era un libro muy sencillo, sin florituras ni lenguaje rebuscado, explica las cosas de tal manera que cualquiera que sepa escribir puede encontrar la cura rápida a su enfermedad.
Era literalmente un libro para la «gente corriente», no para aristócratas ni médicos, a Holly nunca antes lo había fascinado un libro de medicina de este tipo.
A diferencia de otros libros que son más un tratado con palabras difíciles, este libro estaba amablemente ilustrado con imágenes de hierbas y diversas enfermedades, lo que facilitaba la compresión lectora.
No había nada sobre lo que reflexionar y pensar. Incluso si eres un niño alfabetizado, no debería ser difícil encontrar la acción correcta de este libro. Es como si el libro hubiera sido escrito con ese propósito en primer lugar.
Tardó menos de una hora en leer el libro, pero adquirió mucho conocimiento. Otros libros tipo tesis le llevaría días leerlos. Algunos eran muy difíciles, pero otros eran tan enrevesados que se necesitaba mucha energía mental para entenderlos e interpretarlos.
‘Pero qué decir de este libro: no sólo lo devoré en menos de una hora, sino que no me atasqué en ningún punto porque no lo entendiera, y estaba ilustrado y explicado de forma intuitiva.’
Incluso daban ejemplos para los que no entendían. Los ejemplos iban acompañados de una descripción de la situación y los síntomas.
Una anciana del campo se fue a trabajar al campo a altas horas de la noche y regresó al amanecer. Al día siguiente, su hijo la despertó y la encontró con fiebre alta, sudando profusamente y temblando intermitentemente mientras llamaba a su esposo.
A continuación, también escribió una breve lista de síntomas, como fiebre alta, sudores nocturnos y calambres.
Estaba escrito de forma que resultara fácil de entender para cualquiera. Las terminologías de las fiebres también estaban anotadas. Estos datos serían obvios para un médico, pero un plebeyo sin educación podría necesitar un poco más de interpretación.
«Hipertermia: Tener fiebre muy alta. El cuerpo está inusualmente caliente».
Es un libro de medicina suficiente para no necesitar un médico.
Sobre todo el título lo desanimó.
Asintiendo con la cabeza que el libro era muy útil, el orgullo de Holly estaba herido, pero no fue hasta que pasó a la última página que se sintió peor. El autor había escrito una dedicatoria explicando el por qué escribió este libro.
«Dedico este libro a Lila en el cielo, y a cualquiera que no tenga un médico cerca o no pueda permitírselo».
Los deseos del autor eran claros.
Ver las palabras lo hizo sentirse aún más arrogante. Holly cerró lentamente el libro. En el reverso del libro estaba escrito el número 1.
«¿Significa eso que hay un segundo volumen?”
‘Sin embargo, no recuerdo haber visto el segundo volumen de este libro.’
Entrecerrando los ojos, Holly empezó a sacar la pila de libros que antes había apartado. Los revisó uno a uno, inspeccionándolos, y sólo cuando el suelo estuvo lleno de ellos chasqueó la lengua con decepción.
«No lo tengo.»
No supo si era que nunca lo obtuvo, o si no llegó a publicarse la continuación. En cualquier caso, parecía que pronto descubrirían la identidad de esta enfermedad, que circulaba como una epidemia rodeada de incógnitas.
‘Así que no era una nueva plaga.’
Holly se sintió un poco avergonzado.
No ocurrió en la capital, simplemente no lo sabían, tal vez fue en algún pueblo de la periferia, tal vez muchos murieron sin que ellos llegaran a saberlo, o tal vez tuvieron la suerte de curarse.
«Nunca pensé que una simple hierba como esta pudiera curar algo así…»
Las enfermedades con síntomas similares a los de este virus, pero con ligeras variaciones, solían tratarse con brebajes de hierbas similares. Holly dejó escapar un largo suspiro.
«El mundo es muy grande».
Por mucho que alguien pensara que estaba en la cima del mundo, siempre había alguien por encima de ti. A veces, alguien más desesperado que tú podía hacerlo mejor.
Con esto pasó lo mismo. Al final, Holly se río de mí mismo por su complacencia, este conocimiento será una pista enorme para resolver este problema.
‘Pero, ¿por qué leyó la Archiduquesa un libro de medicina para plebeyos…?’
Por lo que ha visto, los libros de medicina como éste no eran comunes en la aristocracia; para ser justos, había muchos libros de medicina, pero muy pocos escritos por plebeyos.
«Heriría su orgullo de noble, poner algo como esto en una estantería familiar… Tampoco es una lectura interesante para una joven señorita».
Lo que coleccionan las familias nobles son libros de autores raros y famosos. El único lugar donde encontraría algo parecido es en la Biblioteca Nacional Imperial.
Después de todo, no tenía sentido que la biblioteca de un noble tuviera textos escritos por un plebeyo en papel barato y encuadernado con papel e hilo reciclados.
«Qué raro».
Ladeó la cabeza, lleno de extrañeza. Parecía improbable que una joven de noble cuna leyera un libro así.
Encogiéndose de hombros, apartó ligeramente el libro y se puso en pie. La decisión estaba tomada, ahora sólo quedaba hacer que la cura descrita en el libro, funcionara.
∴※✻※∴
«Tengo una cura, Su Excelencia».
«¿Las pruebas experimentales?»
«Lo he utilizado en varios pacientes y ha funcionado bien. No he visto ningún efecto secundario, así que creo que es seguro usarlo en el joven amo».
Aceptando el informe de Holly, Basster asintió. «Había limitado el tiempo a máximo dos semanas, pero no esperaba que los resultados llegaran días antes.”
«Sí, Su Excelencia, fue más rápido de lo que todos pensamos.»
Pensaba que le llevaría un mes, si no más, y las dos semanas era un plazo que se había dado a sí mismo con la esperanza de poder hacer progresos medianamente decentes en ese tiempo. Le daría tiempo suficiente para ir y volver del banquete.
Por suerte, la pandemia no ha sido tan grave como parecía y no ha dado muestras de extenderse. Se solucionó porque el equipo médico había creado un cura más rápido de lo que él esperaba.
«Es todo gracias a Su Alteza, la Archiduquesa.»
Una fina línea arrugó el puente de la nariz de Basster ante la repentina mención de Karinna por parte de Holly. Levantó la vista de la lectura del informe.
«¿La Archiduquesa? ¿Hizo algo?»
«La solución estaba en un libro que aquella vez me aconsejó leer».
«¿Te refieres al libro de recetas para enfermedades del que hablaba?»
«Sí, lo escribió un plebeyo, pero los conocimientos que contenía superaban los míos».
Basster abrió mucho los ojos, sorprendido por las palabras de Holly y no ocultó su perplejidad. Holly era un médico muy orgulloso de sus conocimientos y experiencia en el campo medicinal.
Le disgustaban los tratamientos que no habían sido probados, los que se tomaban la vida humana a la ligera y, sobre todo, los plebeyos que ejercían la medicina sin la debida cualificación.
Así que fue un poco extraño para Basster escucharlo, no era frecuente escucharlo admitir que otro tenía razón, y menos un plebeyo.
«¿Superaba tus conocimientos?»
«Sí. Porque lo que pensábamos que era un nuevo tipo de enfermedad… estaba calificado como un resfriado leve en ese libro.»
«¿Quieres decir que no es una pandemia mortal?»
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