Basster estaba dispuesto a involucrarse sentimentalmente, pero no tenía intención de ocuparse de alguien constantemente, atendiendo a todos y cada uno de sus caprichos egoístas.
Y aun así, el cómo seguía preocupándose por Karinna e intentaba cuidarla era algo que lo superaba, aunque ni siquiera él mismo lo entendía.
Pero la Emperatriz y Karinna eran claramente diferentes.
Como para demostrar su alta cuna, la princesa, que conocía su lugar y utilizaba sus derechos para menospreciar a los demás, no tenía ninguna consideración por Basster. Quien, a su vez, era un hombre que se salía con la suya en todo lo que quería.
Al fin y al cabo, casarse con Karinna le trajo más de un beneficio, así que ¿por qué iba a estar Basster en contra?
«No la rechacé porque fuera fea».
«Sí, no era fea, pero aun así no te gustaba».
«Quiero decir, tú también eres bonita.»
«…»
Karinna entrecerró los ojos. La expresión de expectación fue rápidamente sustituida por decepción. Era evidente que pensaba que mentía, esto hizo que Basster se sintiera frustrado.
A decir verdad, Karinna no era la mujer más bella del siglo, como la Emperatriz, pero tampoco era como ella dice “fea”, se mirase por donde se mirase.
El vizconde Tyrian había presumido de su hija en varias ocasiones, así que Basster sabía perfectamente que había recibido bastantes propuestas de matrimonio.
‘Al final la habría enviado al noble que ofreciera la puja más alta’.
Pensar que el elegido era el conde Buffo, un hombre al que le sobraba el dinero, y que ella podría haber resultado destruida por él, lo llenaba de repugnancia e impotencia.
‘No puedo decir que hiciera bien en tomar la decisión que tomó, pero…’
Obviamente, era una elección inevitable.
Atrapada, no tenía muchas opciones ni nadie que la ayudara a tomar la decisión correcta o a sacarla de allí.
«Sabía que mentirías así».
«No es una mentira…»
«Pero gracias. Siempre es agradable oír una palabra amable, aunque sea mentira».
Lo mortificaba que su sincera respuesta hubiera sido tratada como una auténtica mentira. Basster permaneció en silencio, incapaz de responder más. Tras un leve suspiro, habló.
«De todos modos, realmente no me importa el aspecto, se trata de lo bien que encajemos juntos».
«Está bien».
«El diseñador vendrá en una semana, así que vamos a pedirte algunos vestido, y…»
Basster miró a Karinna. Soltó un pequeño suspiro, se frotó la nuca y la miró.
«Entonces, ¿has pensado en eso del banquete de cumpleaños y lo que hablábamos? Ya es el mes que viene, así que, si lo estás considerando hacer, deberíamos partir una semana antes».
«Ah…»
La expresión de Karinna se ensombrece.
Una sombra se dibujó en su rostro, que hacía un momento deslumbraba de interés. Quería abrir la boca para decir: «Si no quieres ir, no vayas», pero no pudo. Era su idea, su decisión. Todo tenía que ser la voluntad de Karinna. Eso había decidido Basster al hacer la pregunta.
«Si aún necesitas tiempo para pensar, te lo daré».
«¿Es mejor que vaya?» preguntó Karinna a Basster. No era difícil adivinar que buscaba una razón, una razón para ir, una razón para no ir.
‘No voy a decantarme por ninguno de los dos lados.’
Llevaba tanto tiempo privada del poder de tomar sus propias decisiones. Que la empujaran tanto si quería como si no, que no pudiera moverse a menos que hubiera una razón clara para hacerlo.
«Cómo ya te he mencionado, me da igual. Eres tú, Karinna, quien debe decidir si quieres ir a este evento».
«Quizá Nitens pueda hacer amigos allí».
«Si tienen la edad suficiente, tal vez. Normalmente mantienen a los niños con las criadas durante el festejo».
Karinna apretó la mandíbula y bajó la mirada ante la explicación de Basster.
Nadie conoce mejor que ella la soledad. Al haber crecido sin un amigo durante tanto tiempo, sabe lo solitario y aislante que puede ser, y no quiere que Nitens crezca así.
Quería verlo hacer amigos desde muy joven, escribir cartas como los demás jóvenes, invitar a amigos a casa y que alguien lo invitara a su vez
Había tantas cosas que quería hacer por el niño que ni siquiera pudo soñar para sí misma. Si esto era codicia, era ciertamente codiciosa, pero no quería dejar a su brillante Nitens solo.
Hasta hace uno meses, esos sueños habrían sido imposibles de cumplir. Nitens, que había crecido sin ver nunca la luz del día, fue entregado a Basster. Él dijo que haría del niño su heredero, pero en el fondo de su corazón, Karinna no quería eso. No importa si un día toma a otra mujer, tiene un nuevo hijo y transmite la sucesión a ese hijo.
Eso no era lo que ella esperaba obtener de él, as cosas que verdaderamente podrá hacer con Basster como guardián serán hacer amigos sin ser tímido e invitar a amigos sin avergonzarse ni ser ridiculizado.
Karinna apretó los puños.
«Entonces yo…»
«Por supuesto, puedes dar el primer paso por el bien de Nitens, Karinna».
«¿Eh?»
«Pero, honestamente quiero que la decisión que tomes sea por tu propio bien.»
Karinna levantó la vista al oír las palabras de Basster, sus ojos se abrieron de par en par, sus ojos rojos pesaban al mirarla, pero no había disgusto ni desagrado en ellos.
«… ¿Qué quieres decir?»
«Karinna, ¿estás segura de que no quieres vengarte del vizconde Tyrian?».
«…»
«¿De verdad no sientes nada por el hombre que te llevó hasta el límite, o por el Conde Buffo, que intentó comprarte y poseerte por la fuerza?».
Karinna soltó un suspiro al oír las palabras de Basster.
No esperaba oírlo decir algo así con tanta franqueza. El té de la taza medio llena ondeaba con la brisa. Estiró el cuello para mirar a Basster. Casi podía ver sobresalir las venas de su imponente mandíbula y cuello.
Basster, mirando fijamente la evidente duda en su interior, completó lo que quería transmitirle.
«Ciertamente te he hecho algunas promesas, pero eso no significa que sea todo lo que puedo hacer como tu esposo».
«Sí, lo sé.»
«Si pides ayuda, te ayudaré. Karinna, si quieres venganza, tengo toda la intención de tomarla y dártela» dijo Basster.
Al oír sus palabras, Karinna lo observó en silencio durante largo rato, sin decir palabra, y luego sonrió débilmente. En ese breve instante le pasaron por la cabeza varios pensamientos.
El Vizconde Tyrian y el Conde Buffo, podrían ser puestos de rodillas con su ayuda. Podrán caer de rodillas ante mí y suplicar por sus vidas, y ya no tendrán que temer ni ella ni Nitens de ellos nunca más.
Me dio vergüenza. Es fácil pedir ayuda, pero no me atrevía a volver a hacerlo después de la primera vez. Si te inclinas una vez, te inclinarás dos.
Karinna no debería haber hecho eso. No podía confiar en nadie. Tenía que ser fuerte y hacer muchas cosas sola. Para que un día, cuando Basster le pidiera que se alejara de su vida, pudiera asentir y marcharse.
«Debe ser agradable ayudar. Eres tan genial que no podrán evitar arrodillarse ante ti y suplicar perdón, ¿verdad?».
«Sí, lo harán. Tengo el suficiente poder para eso y más».
«Pero entonces usaría tus fuerzas en vez de las mías, ¿verdad?» dijo Karinna, con la mandíbula apretada.
Basster la estudió detenidamente. Ella bajó los ojos, un poco cansada, se notaba lo poco dispuesta que estaba de apoyarse en él. Actuaba como si no necesitara su ayuda.
«Si me ayudas, seré muy feliz, pero por otro lado, la siguiente persona a la que temo será a ti, Basster».
«¿Qué?»
«Así son las cosas».
Karinna curvó las comisuras de los ojos. Su boca no sonreía, pero el movimiento de sus ojos parecía reflejar sus emociones encontradas, incapaz de reírse de su sugerencia, incapaz de enfadarse.
«Si no lo supero por mí misma, acabaré teniendo miedo de otra cosa, y probablemente serás tú».
«Karinna».
«Hace unos años, sentía que podía hacer cualquier cosa, sentía que podía arrastrar a mi padre por el barro, sentía que podía huir y rebelarme si quería».
Basster hizo una mueca mientras escuchaba en silencio el relato de Karinna. Apretó los puños y la fulminó con la mirada.
«También pensé que, si alguna vez salía de ese lugar, me vengaría».
«¿Pero?»
«Pero, ahora mismo… sólo quiero permanecer callada, discreta y silenciosa. ¿Cómo puedo vengarme cuando pienso así?»
No podía salir por mi cuenta en este momento. Pero tampoco quería aceptar la ayuda de Basster. Era un doble sentimiento.
‘Creo que todo esto es ridículo, incluso para mí.’
«Karinna, tú…»
«Tienes razón, supongo que no puedo quedarme fuera de contacto del resto del mundo después de todo».
Karinna inclinó la cabeza hacia atrás como si buscara ver el sol. Una sonrisa brillante se dibujó en su rostro contorsionado. Basster pudo ver cómo la expresión de Nitens se iluminaba al doblar la esquina.
«Ese hombre, un día intentará aprovecharse de tu hijo».
«…»
“Karinna, yo puedo darte las herramientas que necesitas para evitarlo y obtener tu venganza, solo debes dar el paso”.
«Tienes razón. Si me lo permites… iré, te acompañaremos a la capital. Asistiré al banquete. Lo intentaré, aunque no sé hasta qué punto podré cumplir tus expectativas».
Basster respiró hondo al ver que a Karinna se le iluminaba la cara y tomaba al niño en brazos.
Oyó el ruido de un golpeteo suave. Basster agachó rápidamente la cabeza al sentir el traqueteo, pero nada había caído de la mesa ni de su cuerpo.
Lo que vio fue su sonrisa amistosa y su mirada llena de esperanza.
«¿Aún tenemos tiempo para ir?»
«… Sí, le diré a Vincent que se prepare.»
«Pero Basster».
«Sí.»
«Por favor, ahora que he decidido ser valiente no te alejes de mi lado… porque soy valiente sólo porque estás cerca de mí».
Basster respiró hondo.
Sus comentarios despreocupados lo hacían sentirse extraño.
Karinna tardó en decidirse, pero una vez lo hizo, no hubo miedo ni vacilación.
«Si tú quieres…» Basster abrió la boca para decir algo, «estaré ahí para ti, siempre».
«Sí.»
Al ver la expresión de Karinna al asentir, Basster cerró lentamente la boca.
No pudo apartar los ojos de Karinna durante un buen rato, el sonido de su corazón latiendo rápidamente lo hizo sentirse un aturdido y fuera de sí.
∴※✻※∴
«¡Oigan! ¡Esperen, hace frío! ¡Frío!»
El hombre de la túnica caminaba arrastrando los pies y temblando. Unas sombras que lo escoltaban le indicaban el camino, guiando al hombre sin importar si arrastraba o no los pies.
Las sombras rodearon al hombre por todos lados, limitando sus pasos para que no pudiera intentar escabullirse. Si intentaba marcharse sin decir una palabra, lo agarrarían por el cuello y se lo llevarían a rastras.
«¡Ah, mis manos, la sangre vital de un diseñador! ¡Ja! ¡Se me congelan las manos!»
El hombre vestido con una pesada túnica tendió su mano. La mano blanca y pura oculta bajo la raída túnica se hizo visible de inmediato. Las sombras no parecían interesadas.
«No queda mucho tiempo, así que date prisa».
«¡Oh, tengo frío y hambre! ¡No, ya no puedo dar un paso!»
El hombre se dejó caer al suelo, agitándose. Una de las sombras, observando al hombre, que ahora había empezado a abrazarse las rodillas, lo levantó de un tirón, más allá del suelo.
«¡Waaa! ¿Qué estás haciendo?»
«Quédese quieto.»
La sombra con el hombre cargado en hombros saltó al tejado. Los tambaleantes movimientos del hombre se detuvieron ante la repentina visión aumentada. Las sombras aceleraron el paso, como acostumbradas a este tipo de acciones.
«¡No! ¡Suéltame! ¡Déjenme ir! ¿No saben que esto cuenta como un secuestro? ¡Basta!»
«Si tienes algo que decir, díselo directamente a Su Alteza».
«¡Mierda! ¡Están todos muertos! ¡Se equivocaron si creyeron que no lo diría! ¡Perdieron a su precioso diseñador por este… Ack!»
¡Puck!
Se oyó un golpe sordo, seguido del grito inconexo del hombre. La sombra que lo cargaba sobre sus hombros miró hacia atrás. Uno de los reclutas más recientes sujetaba un ladrillo en la mano.
«Oh, lo siento. Está demasiado alto, si no paraba pronto podría…»
La sombra con el hombre a los hombros se tocó con un dedo la base de la nariz y asintió.
«Bien hecho».
«Sí.»
El recién llegado asintió. Por lo que a él respectaba, aquel hombre no era realmente una persona preciosa. Sinceramente, si no hubiera sido por las órdenes del Archiduque, en vez de un ladrillo, hubiese sido un cuchillo por la nuca de no haberse callado.
«Vámonos antes de que se despierte. ¿Ha ido todo bien?»
«Ah, sí. Pero… tampoco parece limitarse a esa ciudad. He estado indagando y parece que aquí ocurrió algo parecido».
El ánimo de las sombras se ensombreció ante el informe del recién llegado. La sombra con el hombre a los hombros asintió.
«Volvamos rápido. A toda velocidad».
«Sí.»
Las sombras se escabulleron. En un instante, se filtraron en la oscuridad, y pronto no hubo rastro de ellas.
∴※✻※∴
«Venganza…» murmuró Karinna, con la cabeza gacha.
Durante los días siguientes, se sintió cada vez más enfrascara en la idea cuando estaba sola.
O más exactamente, cuando tenía tiempo para pensar.
¿Cómo podría vengarse del vizconde Tyrian y del conde Buffo? Karinna llevaba mucho tiempo pensando en ello tras su conversación con Basster. Pero no se le ocurría ninguna posible opción.
Todo lo que Karinna tiene es su libertad y el poco apoyo que Basster le ha prometido. Con ellos, ¿qué posibilidades tiene de vengarse del vizconde Tyrian y del conde Buffo?
Por desgracia, estaba más cerca de la nulidad que de respuestas.
Como mínimo, necesitaba dinero. Dinero, lo más esencial que mueve a la gente.
‘Entonces, ¿de dónde vas a sacar el dinero…’
Karinna apretó la mandíbula y suspiró con fuerza.
Aunque pudo escapar adecuadamente de las garras del vizconde Tyrian, carecía de fuerzas para confrontarlo. El vizconde Tyrian era un hombre que tenía todas las de ganar.
No hablaba de riqueza, honores o títulos. Psicológicamente, él estaba demasiado por encima de ella. Karinna se puso rígida y respiró entrecortadamente al recordar el más leve empujón de su mano.
Estaba fuera de su control; su cuerpo se había endurecido por años de ser golpeada por él. La única forma en que podría moverse de nuevo era si lograba superar psicológicamente al vizconde Tyrian.
«Basster tiene razón» murmuró Karinna para sus adentros.
Sospecha que el vizconde Tyrian volverá a acercarse a ella algún día.
O por algún derecho que quiera, o por necesita dinero, o simplemente intentar utilizarla para conseguir algo de Basster.
Lo que no logró obtener del Conde Buffo, lo intentará conseguir de Basster.
El vizconde Tyrian la estrangularía de todos modos. Para él, era no era más que un juguete que podía tomar y sacudir en cualquier momento, y era obvio que ella siempre temblaría ante él.
«Por el bien de Nitens… No puedo estar a su merced para siempre.”
Nada de lo que dijo estaba mal: ella tenía que derrotar al vizconde Tyrian de alguna manera, y sólo entonces podría revelar lo que había mantenido oculto durante tanto tiempo.
«El vizconde Tyrian no debe saber la verdad sobre Nitens.”
No podía decírselo a nadie, porque no sabía lo que él le exigiría si se enteraba de que el niño era de Basster, así que no podía decírselo.
Al menos, hasta que expulsara al vizconde Tyrian de su vida.
Por si no fuera poco, Basster no deseaba tener hijos. ‘Quizá no quería continuar con su linaje’, pensó, ‘no puedo llegar y simplemente decirle que ese niño es su hijo biológico’.
Pero por sobre todo, hay ciertas cosas no pueden ocultarse para siempre.
‘Más tarde, cuando hayamos solucionado las cosas, hablemos despacio‘.
No será demasiado tarde decirlo cuando Basster y ella estén un poco más cerca y él no pueda sacarla sin más de su vida.
«Debería disculparme y…»
Quizá debería prepararme para la posibilidad de que me separen de Nitens. Nitens es inocente, pero Karinna es culpable. Aprovecharse de él es claramente un delito.
«… Tengo mucho trabajo que hacer».
Son cosas en las que no pensaba cuando estaba encerrada en casa sin intención de hacer nada. Estaba demasiado aletargada para pensar en nada.
Karinna, que llevaba mucho tiempo sentada en la mesa, se levantó y se escondió en el edredón. Esta mañana, la levantaron y la obligaron a permanecer sentada en la mesa para hacer otras cosas además de dormir.
‘Afortunadamente, todavía estoy en pijama’.
Por respeto a Basster, la habitación que comparte con él está desocupada. Nadie entra a menos que ella lo llame, así que no tiene que cambiarse el pijama por algo incómodo.
‘Vamos a dormir un poco’.
Le gusta sentir la luz del sol.
Me sentí bien durmiéndome con la ventana ligeramente abierta a la luz del sol. También era agradable sentir la brisa haciéndome cosquillas en el pelo, algo que no había sentido en el sótano.
Karinna se acurrucó en el cómodo edredón y se quedó dormida.
«Karinna».
No pasó mucho tiempo antes de que una voz le tocara el oído, haciendo que se sobresaltara. Una sombra ocultó la ventana iluminada por el sol.
La cama se hundió una vez, con fuerza.
‘¿Ha vuelto Nitens?’
Justo cuando pensaba eso, una mano fría me tocó la frente. Un poco demasiado grande para ser la de Nitens.
‘Ahora que lo pienso, ¿no me llamó Karinna?’
Su mente subió lentamente a la superficie. Karinna gimió por lo bajo sin querer levantar sus pesados párpados.
“Ugh…”
«Eres una dormila».
«¿Hmmm… Basster…?»
Dejé escapar una voz somnolienta que provocó una pequeña risita.
«Escucha, el diseñador ya está aquí, le he pedido que haga unos cuantos vestidos para la fiesta con prisa, así que tendrá que tomarte las medidas cuanto antes, porque es tu debut en el círculo social».
La voz baja y el tacto frío eran muy agradables.
Karinna, febril por naturaleza, se frotó involuntariamente la cara contra la mano de Basster. Él dejó de moverse. La repentina rigidez del movimiento hizo que Karinna volviera en sí.
Abrió lentamente los ojos.
«Basster».
«Oh, sí. Has estado durmiendo mucho».
«Sí. Un poco de sol… me sienta bien» dijo Karinna, volviéndose ligeramente hacia la ventana. Se rascó la mejilla mientras Basster se reía un poco al verla comportarse como una niña consentida.
«Era algo con lo que nunca soñé cuando vivía en el sótano…».
Se sonrojó ligeramente, como si se sorprendiera de su suerte. Basster hizo una pequeña mueca de insatisfacción. En su tersa frente se formaron finas arrugas.
«Es simplemente agradable. Probablemente por eso Nitens sale todas las mañanas».
«Sí, no parece importarle la hora, siempre está dispuesto a salir y divertirse» añadió Basster rápidamente, preocupado por si Karinna lo entendía mal, pero ella no pareció darle mucha importancia.
«Y siento volver a sacar el tema, pero…»
«¿Qué pasa?»
«Aún no habíamos hablado de ello porque dijiste que debíamos comer y pasar más tiempo juntos antes de repensarlo».
La cabeza de Basster rodó lentamente ante las palabras de Karinna. ¿Había algo de lo que no habían terminado de hablar?
«Dime.»
«¿Cuándo podré usar otra habitación?»
Las palabras de Karinna dejaron boquiabierto a Basster, que se cruzó de brazos y ladeó la cabeza al ver su expresión preocupada.
«Eso será algo difícil de hacer”.
“¿Por qué?”
Habitación. Podría darle una habitación cercana. Cambiar de habitación le dará un poco más de libertad y menos de qué preocuparse.
Entonces, ¿por qué sentía la necesidad de compartir una habitación con ella? Incluso más allá de eso, no quería separarse de su lado. Basster estaba, sin duda, bastante desconcertado por sus pensamientos egoístas.
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