test

test

Categorías: Romántico

DLHA – Cap 3 – Part4

CAPITULO III – Parte IV

«Yo…»

«¿Sí…?»

Karinna parpadeó al oír su inaudible comentario. Al verla ladear la cabeza, Basster se dio la vuelta antes de que pudiera abrir la boca para hablar.

«Haah…»

Suspiró y miró a Karinna a los ojos.

«Es soledad…»

Su rostro se contorsionó en una mueca. Volvió a abrir la boca con dificultad.

«… Es porque me siento solo.»

Las comisuras de sus labios y las puntas de su lengua se crisparon. Los ojos de Karinna se abrieron de par en par, incrédula ante sus divagaciones, se preguntó de qué Basster le estará hablando.

Poniendo los ojos en blanco, Karinna se acercó cautelosamente a Basster y, cuando estuvo a escasos centímetros de él, se puso rígida, aún un poco tensa extendió la mano con cautela.

Las yemas de sus dedos tocaron con reserva la frente de Basster, que se petrificó como un herbívoro nervioso en presencia de un depredador.

“¡…!”

Un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de Basster.

Un calor desconocido le irritó la frente. No le gustaba la idea de que el calor corporal de otras personas lo tocara, así que solía reservarse cuando tenía que hacer cosas que pudieran significar tocar a alguien más.

Aparte de la aventura de una noche que tuvo con aquella desconocida hace unos años.

«… No parece tener fiebre».

El rostro de Karinna era sutil mientras murmuraba. Comparada con la de Nitens y su propia temperatura corporal, la de él no era tan alta. Sin embargo, su rostro parecía estar un poco pálido.

El murmullo de Karinna hizo que Basster la mirara, aturdido, como si le hubieran dado una bofetada en la nuca.

¿Acaso ahora mismo… me trataron como si estuviera enfermo?’

Basster tragó saliva ante su inesperado comentario. Sus palabras debieron sonarle a Karinna como las divagaciones de un loco.

Se preguntó que causó que se acobardara a su toque, incapaz de apartarla cuando nunca permitía que alguien lo tocara. Curiosamente, no lo odió.

«Karinna».

«¿Sí…?»

«Te conseguiré una nueva habitación dentro de un mes» sentenció.

Decidió que, de todos modos, sería mejor para ella seguir tropezándose con la gente, ya que le ayudaría a acostumbrarse a lo que significa convivir con otros fuera de su hijo.

‘Tendré que reducir al mínimo el número de personas en la mansión para que disminuya su alerta constante’.

Parecía que lo primero que había que hacer era acostumbrarla a enfrentarse a otras personas. Si la dejaba sola en la villa, seguiría escondiéndose cada vez más.

«¿Qué cosa…?» respondió Karinna, estupefacta por primera vez en mucho tiempo. Se preguntaba de qué demonios estaba hablando, y ahora se preguntaba si estaba soñando.

Volvió a parpadear y esta vez se llevó la palma de la mano a la frente. Basster tragó saliva ante la obviedad de lo que estaba pensando.

Al principio, pensé que era una mujer extraña, luego me preocupé de que intentara tenderme una trampa cada vez que evitaba el contacto visual, pero resulta que…

‘Qué bonita’.

Es como una ardilla recelosa huyendo de un depredador.

«… No estás loco, ¿verdad?»

«Estoy perfectamente bien, y como dije, estoy muy solo y te necesito a mi lado».

«Creo que está enfermo, Su Excelencia.»

Karinna estaba realmente preocupada por Basster. No le importaba que perdiera la cabeza, pero temía que los arrastrara accidentalmente a ella y al niño al fuego, eso que era lo último que necesitaba.

«Entonces puedes quedarte y cuidarme».

«¿Quién soy yo para discutir con un médico competente?».

«Olvídalo, cumplamos nuestro deber de pareja o de amigos que no pudimos hacer hace tres meses».

Karinna se mordió el labio inferior mientras veía a Basster levantarse de su asiento. No quería hacerlo. Ya no quería vivir con alguien.

«Yo, tengo miedo”.

No me gusta la gente. Peor que eso, me da miedo la gente. Sabía que había muchas personas que iban y venían de la mansión donde vivía Basster, y que todas ellas, tal vez, le recordarían el pánico dormido de vivir junto al vizconde.

«… Pero fuiste tú quien me dijo que no destacara».

«He cambiado de opinión».

«No puedo».

«Si podrás hacerlo».

«No.»

Incluso ahora, la risa de los sirvientes resonaba en sus oídos. No importaba lo que le hicieran, ni lo que le dijeran, para ellos no era otra cosa que basura humana, pues el vizconde Tyrian así lo había ordenado.

Las yemas de los dedos de Karinna empezaron a temblar ligeramente.

Ella se estremeció y Basster apretó los puños de forma invisible. Estaba tan fuera de sí que se preguntó por qué no se había dado cuenta.

«… Por favor…» Una voz temblorosa escapó de sus labios, «Si hay algo que no te ha gustado, dímelo y lo arreglaré».

«…»

«¿Así que… no puedo quedarme aquí como hasta ahora?»

Krack

Basster sintió que el corazón se le caía al suelo. Pensé que era una mujer llena de espinas. No importaba lo que dijera, parecía que no podía ganarle solo con palabras. Hubo momentos en los que pensó sinceramente que, si la arrojaba a un círculo social lleno de zorros feroces y hienas, sobreviviría por su propia ferocidad.

Pero Karinna hablaba ahora, casi de rodillas, lastimeramente. Temblaba como si estuviera a punto de juntar las manos y suplicar si pudiera.

Basster pensó en el vizconde Tyrian, que se había explayado en demostrarle la importancia de su hija en su vida. Como si fuera la hija predilecta del mundo.

Como si fuera un tesoro precioso.

Aún no puedo creer que murmurara algo sobre lo mucho que lamentaba el ‘accidente’ de que quedara embarazada siendo una joven soltera.

¿Cómo pudo arruinarse tanto la lealtad de un noble? ¿Cuánta maldad pueden esconder las personas internamente?

Por muy humilde que sea un noble, disfruta de una vida muy distinta a la de un plebeyo. Como sea es una vida sin todas las carencias por las que pasa la plebe.

«… Eres una archiduquesa. ¿Lo sabes?»

«Sé que es un puesto que no merezco».

Karinna abrió la boca para hablar y miró a Basster. La ausencia de amor propio era claramente visible mientras se arrastraba hasta el suelo.

«¡No es eso…!»

Basster contuvo la rabia que le subía por las tripas.

No estaba enfadado con ella, sino con toda la situación. Extendiendo la mano, Basster agarró la mano de Karinna. Ella se estremeció, pero no evitó su contacto, que fue tolerado.

Domada por la violencia, se convirtió en una persona sumisa, pues a sus ojos, él era el jefe y ella la esclava.

«Maldición», murmuró bajo.

Cuanto más me daba cuenta, más notaba las rarezas de Karinna, hasta el punto de preguntarme por qué no las había notado antes.

«Pronto será temporada social, subiremos a la capital e inevitablemente asistiremos a los eventos sociales, ¿estás segura de que podrás con esa clase de presión?».

«… Intentaré no avergonzarte».

«Karinna, sólo quiero que vayas a cualquier sitio sin acobardarte».

Basster habló tranquilamente, reprimiendo su irritación lo mejor que pudo. Si te metes en una cueva porque tienes miedo y no intentas salir, te quedas atrapado de por vida.

Había que obligarla a salir, aunque sólo fuera un poco. No le gusta que la obliguen, pero necesitaba saber que afuera estaría a salvo.

«Nadie se atreverá a levantar la cabeza en tu presencia porque eres la única Archiduquesa del Imperio».

«…»

Ella no conocía esa vida. Siempre rebajándose para poder vivir. Tenía que agacharse cada vez más. Sin poder abrazar, nada más que para sostener a su hijo del tirano de su padre, para protegerlo en sus brazos.

No importaba lo que le pasara en la espalda, no importaban las feas cicatrices que tuviera en el cuerpo, quería sacar al mundo a ese niño inocente, el niño que en su pecado había creado.

«Tendrás a todos a tu alcance, y ninguno se quejará».

«…»

«Así que mira hacia adelante, no por mí, sino por ti».

Los labios de Karinna permanecían obstinadamente cerrados, sin dar señales de abrirse, pero Basster sabía que estaba escuchando.

«No voy a husmear en tu pasado, ni en cada detalle».

Karinna, que había estado inclinando profundamente la cabeza, la levantó lentamente y su mirada se clavó en la de Basster.

«Pero no puedes quedarte en el pasado para siempre».

Los iris dorados de Karinna revolotearon frente a los rojos de Basster.

Hoy era la primera vez que la veía a los ojos tan de cerca y tan nítidamente.

‘… son únicos’.

Sus ojos son como los de una fiera.

Quería ver a la bestia, ahora acobardada, estirarse y levantarse.

«Sea cual sea tu pasado, ahora estás en una posición mucho más alta que tu padre, el vizconde Tyrian. ¿Te das cuenta de eso?»

Karinna no podía responder. No lo entendía del todo. ¿Ser más alto cambia algo?

Fue completamente subyugada por el Vizconde Tyrian. Al final, ni siquiera pudo hacerle frente. Con esos recuerdos frescos en mi mente, no me atrevía a levantar la cabeza delante de él ahora.

«Karinna».

Como no respondió, Basster volvió a llamar en voz baja. Sus ojos se abrieron de par en par. Hacía mucho tiempo que no oía tan seguido mi nombre.

Ella asintió muy despacio.

«Vale, eso es todo lo que necesito de ti» dijo Basster, acomodando con cuidado el cabello suelto de Karinna detrás de su oreja.

Su cuerpo se estremeció al sentir su toque, pero no retrocedió.

«Estoy bastante seguro de que te dije que no destacaras».

«No me olvido de…»

«Ya te he dicho que lo siento, pero lo que realmente quiero es que vivas tu vida como quieras. Está bien ser egoísta, así que haz lo que quieras».

Ahora que lo sabía todo, Basster tenía el poder de apartar al vizconde Tyrian de su presencia de una vez por todas, y estaba dispuesto a hacerlo.

Sin embargo, no parecía una buena idea ni siquiera darle una oportunidad a Karinna para vengarse.

«Por qué…»

«No quiero que mi esposa vaya a ningún sitio agachando la cabeza».

Basster se encogió de hombros.

«Puedes comprar y robar todo lo que quieras, pero matar gente, hmm… No te lo cuestionaré, pero si me consultas de antemano, te indicaré la dirección correcta».

Las palabras pronunciadas por la voz que intentaba reconfortarla mencionaron asesinato. Los ojos de Karinna se abrieron de par en par al preguntarse si lo había oído bien.

«¿Está bien matar gente?»

«Si, aunque no demasiada gente a la vez». Basster asintió con la cabeza. Era mucho más sencillo siendo un noble de alto rango.

Podría haber usado las manos, pero había muchas formas de infringir daño sin mancharse de sucia sangre ajena.

Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba.

«No quiero hacerte daño, sólo recuerda que estoy detrás de ti, cuidándote en todo momento.»

La seriedad de Basster hizo que Karinna se lo quedara mirando como absorta en sus ojos, y entonces soltó una carcajada. Fue una carcajada pequeña, no muy sonora, pero bastó para que las comisuras de sus ojos se movieran y una sonrisa se deslizara entre sus labios siempre tensos.

«…»

Basster vio cómo el humor de Karinna cambiaba en un instante; nunca la había visto reírse así a carcajadas.

‘Incluso sabías reír.’

Siempre desprendía un aire sombrío y me parecía una persona incapaz de formar una sonrisa genuina. Incluso cuando miraba a Nitens, siempre tenía una sonrisa contenida en la cara.

«Gracias”.

«Entonces puedes trasladar tu habitación a mi mansión».

«¿Qué? No, eso es…»

Karinna tragó saliva. ¿Compartir habitación con alguien? Ni siquiera se le había ocurrido.

Sobre todo, tenía a Nitens, y no podía tenerlo en sus brazos si compartían habitación.

«También está Nity…»

«Hay muchas habitaciones disponibles en la mansión».

«Si comparto habitación contigo… no podré quedarme con Nitens».

Los ojos de Basster se abrieron ligeramente ante las palabras de Karinna y apretó la mandíbula.

«No quería decir que tuviéramos que compartir habitación”. Basster se tragó una carcajada. «Aunque sería un hecho perfectamente normal, y como dije, estoy muy solo y te necesito a mi lado».

«Entonces puedo quedarme en la mansión y cuidar de ti en otra habitación».

Pensó que podría haber dicho algo que fue malinterpretado. Era bonito que ahora se lo tomara tan en serio para decir que no.

Basster se encogió de hombros.

«Ya basta, es tiempo de que empiece a estar solo».

«¿Ya? Todavía es un niño pequeño…»

«Estás siendo sobreprotectora, los niños siempre quieren tener su propia habitación».

Karinna no había pensado en ello en absoluto, así que no tenía ni idea. Vivían en una habitación estrecha, piel con piel, día tras día, es decir, no se ha separado de su hijo desde que nació.

«… pero.»

Puso los ojos en blanco.

Por otro lado, Nitens no podría verla compartiendo habitación con Basster. Compartir una habitación con alguien más sería contraproducente para el niño.

«Lo intentaré, lo haré lo mejor que pueda, pero ¿no debería quedarme aquí un poco más…?»

«No» dijo Basster con firmeza.

Para asegurarse de que no le pasara nada, lo mejor era mantenerla a la vista; después de todo, quién sabe qué peligros puede haber en dejar sola a alguien en esas condiciones.

‘… Como aquel prisionero muerto en vida.’

Sólo por un momento, el caballero que había dominado el campo de batalla se marchitó y cayó. No por la mano de otro, sino por su propia voluntad, arrancó sus raíces del suelo y acabo con todo.

«No estoy segura de poder estar con nadie».

«También es mi primera vez».

«… Por favor, déjame al menos tener otra habitación.»

«¿Estando casados?» preguntó Basster con voz ronca.

El rostro de Karinna se contrajo. Parecía querer decir algo, pero se dio cuenta de lo que pensaba y cerró la boca.

«… Por favor.»

Al oír su voz, Basster cerró la boca, al verla con esa expresión de desesperación en el rostro. Soltó un suspiro y se revolvió el pelo.

El rostro de Basster se contorsionó como el de un navegante en medio de una tormenta mientras miraba la cabeza inclinada de ella. Cuánto hay que pisotear el espíritu de alguien para que se ponga así.

Quizá estaba mejor cuando se mostraba firme, recelosa y retraída. Para ocultar esta vulnerabilidad, parecía mantener las distancias y la guardia alta.

«No, no necesito que hagas nada por mí» dijo Basster en voz baja. Extendió la mano y le levantó la cara por la barbilla. Fácilmente levantada, sus ojos estaban un poco vidriosos, no como lo habían estado hacía unos momentos, cuando estaban vivos.

«Si necesitas algo, pídelo, no lo mendigues, y si no, ordena a cualquiera que lo haga, y siempre lo harán», dijo «Somos esposos, no una relación de amo y lacayo».

«…»

Karinna no contestó. Estaba un poco sorprendida; no esperaba que describiera su relación con ella como una aventura amorosa.

«Primero, vamos a comer» dijo Basster, tomando la mano de Karinna. El calor de su mano hizo que Karinna cerrara lentamente los ojos y moviera los pies.

El hombre que había pasado la noche con ella, mucho tiempo atrás, seguía teniendo una temperatura corporal similar a la que tenía entonces.

 

Anterior Menú Portada Siguiente (PROXIMAMENTE)

 

Yree

Compartir
Publicado por
Yree

Entradas recientes

• LPD • Parte 2: Capítulo 4

4. Cumplí cinco años② Esa noche, en el gran salón del castillo real de la…

11 horas hace

• LPD • Parte 2: Capítulo 3

3. Cumplí cinco años ①  "La fiesta del quinto cumpleaños de Yurushia se celebrará en…

11 horas hace

• LPD • Parte 2: Capítulo 2

2. Me convertí en princesa ② “¿Té?" No puedo concentrarme en mi abuelo todo el…

11 horas hace

• LPD • Parte 2: Capítulo 1

1. Me convertí en princesa ① Bueno, ha llegado una nueva mañana. Es una mañana…

11 horas hace

• LPD • Parte 2: Capítulo 0

0. ¿De quién es este sueño? “Y esto…?" Cuando desperté, me encontré en un mundo…

11 horas hace

EGDD 25

Ha pasado bastante tiempo desde que regresé de mi larga oración. La boda de la…

14 horas hace

Esta web usa cookies.