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Categorías: Romántico

DLHA – Cap 3 – Part2

CAPITULO III – Parte II

«¿Qué le dijiste que le hizo decir que no moriría por su propia mano?»

«… No quiero hablar más de eso. Vete, Vincent.»

Basster frunció el ceño y le hizo un gesto con la mano. Vincent suspiró para sus adentros, pero se inclinó obedientemente.

«Me retiro, Su Excelencia».

«Sí.»

«Oh, a lo que me refería sobre ser caballeroso con la señora era preguntarle qué había hecho hoy, qué le parecía el clima templado, cómo se sentía, e invitarla a comer junto a usted y el joven amo aquí en la mansión y, si se sentía agobiada, volver mañana e intentar todo nuevamente».

La explicación de Vincent hizo que la cara de Basster se arrugara. Él no había dicho nada de eso. En el mejor de los casos, se quedó sin palabras. Ojalá alguien le hubiera dicho que esa simple afirmación habría bastado.

«Ya me conoces. Yo… odio el vidrio más que nada en el mundo». Basster se pasó una mano seca y callosa por la cara. Frustración e irritación inundaron su ánimo ya turbado.

«Es lo único en el mundo que parece que se va a romper si lo tocas…»

«Por eso se debe ser más delicado con las cosas de cristal». Vincent lo cortó bruscamente, el primer reproche que oía de su boca en mucho tiempo.

Basster era un hombre al que no se le daba bien relacionarse con la gente. Más concretamente, se le daba muy mal relacionarse con el sexo opuesto.

«Creo que sería buena idea enviarle un regalo cada día, y si cometió un error, ¿por qué no darle hoy un regalo de disculpa?».

La sugerencia de Vincent hizo que la cara de Basster se torciera.

«¿Me estás pidiendo que haga algo tan inoportuno por mi cuenta? ¡Desde cuando el Archiduque de este Imperio debe disculparse por una simple discusión!»

Sus ojos se abrieron con ferocidad. Vincent sacudió la cabeza para sus adentros. Con unos ojos así, nadie se le acercaría fácilmente.

No en vano se rumoreaba que era un asesino despiadado de sangre fría.

«No se trata de cualquier persona. La dama se ha convertido en la compañera de por vida de Su Excelencia».

«¡Esto es solo un matrimonio nominal!».

Vincent sonrió amargamente ante las palabras de Basster y volvió a hacer una reverencia de despedida. Era mejor experimentar cosas así de primera mano que explicarlas.

«Por supuesto. Como es la voluntad de mi amo, no diré más, solo espero que no deba arrepentirse de sus actos cuando ya sea demasiado tarde.»

Vincent tenía una idea de lo que ocurriría más adelante. Llevaba mucho tiempo administrando el Archiducado. Sabía de primera mano que, aunque vivieran en la misma mansión o en casas diferentes, el que empezaba a preocuparse primero solía acabar en el fondo de la desesperación.

Esas mismas palabras las dijo mi antiguo amo’.

Era un milagro o tal vez una maldición que Padre e hijo vayan por el mismo camino. Vincent cerró la puerta del despacho, pensando que tal vez enamorarse, no aceptarlo y negar que estás enamorado hasta el final sea genético.

«Me duele la cabeza». Basster puso los ojos en blanco, molesto, y se levantó de su asiento.

«Así que, si eso es lo que tanto le preocupa, ahórrese la molestia, no traeré deshonra al Ducado, haré ver al mundo exterior que eres un marido que realmente me quiere».

En el mejor de los casos, la respuesta a su sincera preocupación fue innecesariamente fría.

EL impuso inicial lo levantó, pero se quedó rígido y preocupado, para luego hundirse en su silla, con el rostro pétreo.

‘Dijiste algo que no querías que supiera’.

Basster aflojó la fuerza en sus brazos y pasó las manos a los papeles. Trabajó hasta altas horas de la noche, sin tomarse un descanso.

∴※✻※∴

«¡Mamá! ¡Nity irá hoy a la escuela para aprender más, volveré mañana!»

Karinna sonrió afectuosamente ante el torpe saludo y le dio una palmada en la espalda al pequeño.

Nitens tiene un tutor privado desde hace tres meses, y utiliza las palabras que le han enseñado con torpeza, pero con ganas, pero su pronunciación no ha mejorado.

Aun así, a Nitens le sentaba de maravilla la comida grasienta que ingería cada almuerzo y, a veces, cada cena. Las comidas parecían ser o con el profesor o con Basster.

Sus mejillas antes hundidas ya se asomaban haciéndolo lucir tan adorable que cualquiera querría darle un pellizco en la mejilla con cada sonrisa tímida que daba.

«Sí. Es sólo por una noche, pero no llores por no tener a tu mamá. Escucha a tu profesor, haz bien las excursiones y ten cuidado».

«¡Sí! ¡Nity no llorará!»

Los ojos de Karinna se abren de par en par ante las palabras de Nitens.

«Sí, Nity ya no llora sin su madre, has crecido mucho Nity».

Ella sonrió dulcemente y le dio unas palmaditas en la cabeza. Se inclinó y le besó la mejilla, sintió gratitud de ver cómo su pequeño en tan poco tiempo ya había experimentado tantas cosas nuevas.

El niño, que ahora habla con una gramática correcta, suele dormirse con una sonrisa pegada en la funda de su almohada tras ser elogiado por su profesor.

“Mi Señora, se dice que la inteligencia de Nitens es muy superior a la de sus compañeros. Así que ese día decidimos ir de excursión a una guardería donde Nitens y sus compañeros aristócratas se reúnen una vez a la semana para socializar.”

«¡Mamá!»

«¿Eh?»

«Nity aprenderá, uh… Y uh… leerá… Ah, ¡Nity le leerá a mamá muchos cuentos pronto!»

Luchó como una máquina trabada para que le salieran las palabras, y al final lo consiguió.

Karinna sonrió por lo bajo y asintió débilmente cuando el niño, que había estado hablando con el rostro crispado, volvió a su estado normal.

«Mamá, no puede ir muy lejos en pijama. Voy a buscar algo para ponerme arriba. Espérame».

«¡Sí!»

Karinna subió rápidamente las escaleras, cogió un chal grueso de su desordenado cuarto y se lo puso por encima del vestido, luego volvió a bajar y se agachó para cargar al niño despreocupadamente.

Nitens se abalanzó sobre los brazos de Karinna.

«Ohh».

Karinna se tambaleó hacia atrás. Se recuperó rápidamente, pero Nitens pareció sobresaltarse.

Ella se rio para disimular y besó una vez más la mejilla de el niño.

«Vamos, vayamos a donde está el carruaje. ¿Dónde espera el carruaje?»

«¡Papá me espera afuera cerca del carruaje!»

«Shh, te dije que era un secreto».

«¡Ah! ¡No, Nity no dijo papá, Nity dijo tío! ¡Tío, mamá!»

El niño se tapó la boca asustada y murmuró algo entre dientes. Karinna reprimió el arranque de pellizcar sus carnosas mejillas. En realidad, no había dado cuenta porque últimamente no lo cargaba mucho en brazos, pero está claro que ha engordado.

‘…Ya ni siquiera seré capaz de cargarte si te vuelves un poco más grande’.

Karinna se rió amargamente.

‘Pronto ni siquiera me necesitarán.’

El niño prosperaba casi por sí solo. Con el apoyo adecuado, progresaba y crecía tan rápido como nunca lo había hecho. Sentía que su cuerpo, mente y espíritu habían cambiado drásticamente en menos de tres meses.

Karinna siguió caminando, miró a la distancia la cabeza inclinada de Basster. Por lo que contaba Nitens, parecía estar cumpliendo bien con sus responsabilidades, a pesar de verlo como su hijo adoptivo.

Siempre come con él e incluso pasa por su clase una vez al día para ver cómo le va.

«¡Ah! ¡Mamá! ¡Baja a Nity, rápido!»

El retroceso de los pisotones de Nitens fue demasiado para soportarlo. Karinna dejó al niño en el suelo con toda la elegancia que pudo, y éste corrió hacia Basster.

«¡Tío!»

Basster dejó escapar una risa perezosa, y luego tiró de Nitens en un abrazo casual y despreocupado.

Karinna se quedó mirándolos. Era tan natural, tan fascinante, parecían un cuadro familiar.

«…»

«…»

Basster levantó lentamente la cabeza. Karinna no pudo soportar aquellos iris rubíes y volvió rápidamente la cabeza hacia el niño.

«Nity, mamá regresa ahora. Cuídate».

«¿Ya…? ¡Sí…! ¡Nity dice adiós, mamá!»

«Sí.»

Karinna lo despidió con la mano y se dio la vuelta, sin mirar siquiera en dirección del padre de su hijo.

El rostro de Basster se torció al ver a Karinna regresar a toda prisa a la villa. No era su comportamiento lo que le ofendía, sino su cuerpo desgarbado.

Estaba incluso en peor forma que cuando tuvieron esa discusión sin sentido hace tres meses; entonces también había estado delgada, pero ahora más bien parecía esquelética.

‘Ni siquiera puedo decir en broma que se iría volado si el viento sopla muy fuerte’.

«Nitens, cuídate. Vincent, acompáñalo hasta el sitio de la excusión».

«Sí, Su Excelencia.»

Basster, solo luego de arreglar un poco el cabello despeinado del niño, siguió a Karinna.

«Oye, espera un momento.»

«…»

Karinna aceleró el paso.

“¿Qué?» Basster apresuró sus pasos. Justo cuando Karinna estaba a punto de abrir la puerta principal de la villa y entrar, una mano grande y callosa le agarró la muñeca.

Los ojos de Basster se volvieron vidriosos. No podía decir si lo que sostenía era una muñeca humana o un hueso de perro.

De cerca, su estado era mucho más grave. Tenía la piel pálida, su respiración acelerada era inestable y estaba demasiado delgada. Sufría de anemia.

Un dolor inexplicable recorrió el corazón de Basster y luego un recuerdo le llegó.

“… solo espero que no deba arrepentirse de sus actos cuando ya sea demasiado tarde.»

Las palabras de Vincent, pronunciadas tres meses atrás, le golpearon en la nuca. Basster miró la cabeza inclinada de Karinna y respiró hondo. Por primera vez en su vida, sintió la tentación de pedir perdón.

«Suéltame».

Basster entrecerró los ojos ante la voz hueca. Las afiladas púas, desgastadas aún más que la última vez que las había visto, seguían rígidamente incrustadas en el extremo de sus cortas palabras.

«¿Estás comiendo bien?»

«Sí.»

«Estás muy delgada para creer algo así».

«… ¿Tiene algo que decir, Su Excelencia?»

Karinna ignoró su comentario, sin molestarse en ocultar su enfado por el bastardo que no parecía entender su incomodidad.

Basster frunció los labios varias veces y suspiró con desesperación.

«A la hora de la comida, ¿te gustaría unirte a nosotros?»

«Estoy cansada, así que declino cortésmente».

«… En ese momento, lamento haberte gritado».

Karinna frunció el ceño e inclinó la cabeza con cara de duda. Luego soltó un leve suspiro. Parecía referirse a la última vez que se habían visto.

«Está bien.»

«… ¿Cuánto tiempo vas a actuar tan rígida conmigo?»

«¿Qué?»

«Escucha, no quería tener que pasar por el proceso de crear un heredero con mi propia sangr, solo por eso necesitaba una mujer que no estuviera interesada en mí, pero eso no significa que vayamos a vivir por el resto del tiempo ignorándonos mutuamente. No se supone que sea de esa forma, no lo quiero tampoco.»

Karinna miró la mano grande y áspera de Basster alrededor de su muñeca y luego volvió a cerrar los ojos. Dejó escapar un pequeño suspiro. Él no quería vivir así, pero, ¿qué quería exactamente de ella?

«No lo entiendo…»

Me gustaba tal y como era. Ya era bastante malo que se enterara de mi débil estado mental, pero tenía miedo de lo que diría si le pedía que volviera a mirarme a la cara y hablara conmigo.

Así que esperaba que le gustara como era, porque no podía hacer nada más por él, y tampoco no sabía qué más hacer.

«Sólo hice lo que me dijiste…, ¿no estaba… haciendo un buen trabajo…?».

Las palabras de Karinna pararon en seco a Basster; él mismo le había dicho, pero nunca pensó que sería tan tonta como para creerlo fielmente.

Pensó que lo tenía todo resuelto en ese momento, pero estaba claro que no habían terminado los malentendidos entre ambos.

Mientras Basster la observaba continuar en la misma zanja que él la había dejado, fue plenamente consciente de su mayor error. Ella nunca se había preocupado por su posición de Archiduquesa, su fortuna o apariencia.

Fue entonces cuando sus palabras se convirtieron en veneno.

‘Intenté explicárselo la última vez que nos vimos, pero no pareció entenderlo en absoluto.’

No sabía por qué, pero Karinna estaba desesperada por estar aquí. Tan desesperada, de hecho, que ni siquiera discutió con él, simplemente le siguió la corriente.

Él lo sabía, ella no estaba en condiciones de pensar con normalidad y pasó los tres meses siguientes sumida en el miedo, sabiendo que ya la habían descubierto y preguntándose cuándo la echarían.

Para el desconocido Basster, sólo era un anhelo de una mujer inexplicable.

«Es como te expliqué la última vez…»

«¿No te favorece que viva tranquila y en silencio?»

«…»

«Si hay algo más que quieras que haga, dímelo… y lo haré. Aunque aún me es un poco… duro tener que tratar con sirvientes y… la gente en general».

‘Es mejor esto’.

Es mejor decirle a la otra persona lo que quieres sin rodeos que pensar en si está bien decirlo y luego intentar para ver si funciona o no.

«¿Eso quieres?»

«Sí.»

«Yo desearía que nuestra relación fuera diferente».

«¿Cómo?»

Karinna lo miró con una sonrisa irónica. Basster entrecerró los ojos.

Por ahora, solo quería alimentarla y devolverla a como debe ser una persona estable mentalmente.

Qué tipo de relación podrían tener para lograr al menos tener una conversación natural sin que ella tenga estos muros levantados.

«¿… Amigos?»

«…»

Karinna abrió los ojos con incredulidad. Basster bajó la cabeza, considerando las palabras que habían salido de su boca.

‘Es una idea estúpida’, pensó, mientras mantenía firme su agarre a Karinna con una mano y con la otra se despeinaba el pelo con incomodidad tratando de darle un sentido a su argumento.

«Dijiste que no querías tener relaciones personales con otras personas, pero… vamos a vivir juntos el resto de nuestras vidas de todos modos».

«Si.»

Basster reprimió la irritación que le produjo la sequedad de su voz, que parecía tener poco en cuenta el futuro.

Debe contenerse. Si vuelven a discutir aquí, no será muy diferente de la última vez.

«¿Tienes idea de cómo te ves actualmente?»

«¿Pasa algo malo con mi apariencia?»

«Realmente parece que te convertirás en una momia viviente».

Está tan seca y sin vida. De hecho, le preocupa tener que arrastrarla a la mansión si se negaba a recibir su ayuda.

Basster trazó con el pulgar la muñeca de Karinna. La muñeca reseca parecía una ramita nudosa.

«No voy a echarte».

«…»

Karinna, que había estado mirando a lo lejos, sin saber lo que veía, giró lentamente la cabeza al oír sus palabras y clavó los ojos en Basster.

«No tengo intención de echarte, aun si te metes en un pequeño lío».

«…»

«Así no tienes que preocuparte de que te echen».

«¿Por qué…?»

Si la echaban de aquí, no tendría adónde ir. Para ella, este era su hogar en el acantilado.

Una vez fuera de aquí, sólo hay un camino: despeñarse por un barranco, fueses un burdel o no, esta vez su padre no hará la vista gorda cuando vuelva derrotada a su casa.

 

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