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Poco después de que Freya regresara al castillo, un sirviente enviado por la princesa Emily llamó a la puerta.
“La princesa te está buscando.”
—Sí. Me cambiaré de ropa y me iré enseguida.
Tan pronto como Freya dobló la esquina del pasillo que conducía a la sala de recepción, se encontró con dos damas nobles que venían de la dirección opuesta.
Sus expresiones se volvieron feroces cuando descubrieron a Freya.
La luz que rodeaba sus cuerpos se volvió negra.
‘Oh, no.’
Freya comprendió aproximadamente la situación.
Tal vez las echaron antes de la hora señalada después de tomar el té y charlar con la princesa Emily.
Se enojaron cuando vieron a Freya y lo entendió.
-Tu también, princesa.
Aunque se lo mencioné a Emily un par de veces, no pareció importarle en absoluto.
A la princesa no le importó la incomodidad de la noble joven.
Freya bajó la mirada e inclinó la cabeza.
Podía escuchar la respiración de su oponente en sus oídos.
“Veamos cuánto tiempo puedes seguir actuando tan arrogante”.
Después de apretar los dientes y lanzar maldiciones, las dos jóvenes se fueron, creando un viento frío.
Después de un rato, Freya levantó la cabeza y dejó escapar un pequeño suspiro.
Un día, la dama de honor más cercana de Emily, la condesa, le dio un consejo.
⌜Freya. Te convendría que jugáramos un poco más suave.⌟
Freya nunca actuó precipitadamente, confiando en el favor de la princesa.
Era educada sin ser excesiva.
Ése era el problema.
No importaban las circunstancias, Freya era una huérfana y una plebeya.
Tuvo que acostarse boca abajo y fingir que moría.
Si Freya hubiera adulado y se hubiera inclinado suavemente frente a las damas nobles, no habría sido odiada tanto como lo es ahora.
-Yo también lo sé.
Freya murmuró con una expresión amarga.
«Lo sé, pero no puedo hacerlo. ¿Qué puedo hacer?»
Pude ver claramente la malicia que albergaban hacia ella, pero no podía sonreír cobardemente y decir algo delante de ellas.
Aunque contaba con el apoyo de la princesa, era odiada por muchas jóvenes nobles que querían acercarse a ella.
Las cosas buenas y las cosas malas eran como dos caras de una moneda.
A las cosas buenas siguen las cosas malas, y lo que creías que era malo a veces resulta ser bueno.
Ésta fue la vida que Freya conoció mientras vivía hasta los veinte años.
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