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Categorías: DramaR-15Romántico

DLHA – Cap 1 – Part4

CAPITULO I – Parte IV

«Sí, Nitens también es el más guapo cuando sonríe».

«Hehe.»

El niño soltó una risita y apretó el cuello de Karinna en un fuerte abrazo. El ciego afecto que Nitens sentía por ella siempre le hacía un nudo en la garganta.

Aunque ni una sola vez le preguntó por su padre, estaba claro que el pequeño, que ahora sólo tenía dos años, sabía más de lo que decía.

Karinna siempre se lamentó de sus acciones inconscientes de ese día.

Nunca se atrevió a decirle la verdad: que se había unido a un hombre al que no conocía, por venganza, para asegurar su propia seguridad aprovechándose de su hijo nonato.

«Mamá, ¿cuánto tiempo más tenemos que esperar para llegar a la casa nueva?» preguntó el niño, con voz llena de curiosidad.

Karinna bajó la cabeza y abrió la ventana para mirar los alrededores por un momento.

Tal parece que llegaremos cuando ya esté entrada la tarde’.

Esto ya era dominio del Archiduque.

«Pronto. Estaremos allí al final del día».

Nitens rodeó el cuello de Karinna con los brazos y movió con emoción los pies. Mirando sus inocentes ojos expectantes, sólo podía esperar que el dueño de la mansión no fuera tan terrible como decían los rumores.

Karinna y su grupo no llegaron al Ducado sino hasta después de la puesta de sol, y entonces se produjo un fuerte alboroto en el exterior del carruaje.

Cuando abrió la ventana y miró hacia fuera, los soldados del Archiduque y los caballeros de escolta parecían estar discutiendo.

«Se supone que debemos escoltar a la dama, no pueden prohibir que llevemos a cabo nuestro deber».

«Nadie puede entrar en la residencia del Archiduque, salvo aquellos que están autorizados para ello, a Su Alteza no le gusta que entren desconocidos».

«¿Nos estás insultando?»

El que se hacía llamar capitán de la escolta gruño enseñando los dientes. Se sentía ignorado por un simple soldado raso.

Karinna dejó escapar un pequeño suspiro.

«Ugh.. Mam…»

«Ya llegamos, Nity. Despierta.»

«Sí… ¿Están peleando mamá?»

Frotándose los ojos, el niño se despertó y le preguntó con los ojos adormilados, él también se había dado cuenta del alboroto que había fuera. Acarició la cabeza de Nitens y soltó un suspiro.

Como los caballeros de escolta no daban señales de retroceder y el soldado que vigilaba la entrada tampoco, ella misma tendría que interceder.

«Mamá tiene que salir un rato».

«¡Nity también!»

«Está bien.»

Karinna abrió la puerta y salió del carruaje. El dobladillo del vestido se arrastró en suelo pedregoso. Karinna alargó las manos, cargó a Nitens y lo dejó en el suelo.

«Salí por todo el escándalo, ¿qué está pasando?»

Ante la pregunta de Karinna, el soldado que custodiaba la puerta principal de la Residencia del Ducado hizo una profunda reverencia.

«Usted y el joven son los únicos autorizados a entrar por orden de Su Alteza».

Nitens agarró a Karinna por el dobladillo del vestido, escondiéndose detrás de su falda, y asomó la cabeza, quedó boquiabierto al contemplar al reluciente soldado del Archiduque vestido con una armadura.

«¡Wow!”

El niño fijó su mirada en el soldado del Archiduque con ojos brillantes. Él a su vez, observó al niño de mirada intensa que era incapaz de contener su curiosidad, y luego hizo otra reverencia hacia Karinna.

«A Su Alteza no le gusta que personas no autorizadas pongan un pie en su mansión, así que, por favor, compréndalo».

«… De acuerdo, pero estas son las personas que me acompañaron hasta aquí, luego de un muy largo camino, me gustaría que les encontraras un lugar seguro donde refrescarse y pasar la noche».

«Sí, así lo haré mi señora».

Karinna intervino moderadamente, y el capitán de la escolta acabó retrocediendo con una mirada contrariada. Al fin y al cabo, ella era su dueña actual, y ellos como escolta tendrían que obedecer sus órdenes de todos modos.

«Puede subir nuevamente al carruaje, la llevaremos dentro, dama».

«¿Está muy lejos para ir andando?»

«Se tarda unos 40 minutos andando desde aquí hasta la entrada de la mansión».

Karinna inclinó la cabeza ante la respuesta del soldado. Durante el último mes había pasado la mayor parte de su tiempo en el carruaje, y podía percibir el aburrimiento del niño. No se quejaba, pero empezaba a sentir lástima por él.

Es un lugar muy amplio, por cierto.’

La entrada era tan grande como esperaba, pero para ser casi una hora andando debía haber más de lo que alcanzaba su vista. Alrededor había grandes jardines y pequeños arbustos. La mansión debía de ser bastante grande, ya que desde esa distancia solo divisaba una fuente y un estanque a lo lejos.

«Mamá, mamá.»

El niño tiró suavemente del vestido. Cuando Karinna bajó la mirada, se cruzó con sus ojos brillantes. Hacía mucho tiempo que no veía a su hijo con tanta energía…

‘No, quizá esta sea la primera vez.’

Nitens siempre había sido un niño sonriente, pero normalmente era para animar a Karinna, que a menudo estaba deprimida. Pero ahora parecía un niño de su edad, lleno de ilusión.

«¿Qué pasa Nity?»

«¡Vamos, vamos, Nity puede hacerlo!»

Con las manos empuñadas con fuerza, el niño expresó su opinión. Al final, Karinna se echó a reír al verlo.

No ha caminado mucho, así que no está segura de si podrá andar bien, pero tiene mucha fuerza de voluntad, en el sótano corría por todas partes con cara de emoción.

«Vale, ¿quieres ir de la mano de tu madre?»

«¡Sí!» gritó el niño a todo pulmón. Karinna levantó la cabeza y miró al soldado. La expresión del soldado era, de algún modo, totalmente impasible. Con razón dicen que el Archiduque es tan temible.

«Lo siento, ¿te importa si voy por mis propios pies?»

«Al contrario, por favor, haga lo que desee, mi señora».

Karinna asintió con la cabeza en lugar de responder y atravesó la puerta principal abierta de par en par, tomando al niño de la mano.

El andar del pequeño era tan lento que Karinna tenía que caminar con la espalda ligeramente doblada, pero el brillo de los ojos de Nitens hacía imposible que llegara a sentir alguna molestia.

«Ooohhhh».

«¡Whoa!»

El niño exclamaba a cada paso, preguntándose qué era esto y lo otro. Quería correr por los alrededores, pero el suelo era desigual y pedregoso, por lo que Karinna no le permitió soltar su mano.

“Espera Nity, podrías caerte y hacerte mucho daño.”

Le dijeron que serían cuarenta minutos andando, pero les tomó más de una hora en llegar a la entrada de la mansión.

A Nitens le costó bastante mantener el ritmo, pero seguía sediento de actividad después de tanto tiempo encerrado, al final logró llegar hasta la entrada de la mansión.

Y entonces la vio, la mansión era increíblemente grande, con numerosas doncellas, caballeros y mayordomos alineados para recibirlos.

‘… Es demasiada hospitalidad para un matrimonio falsopensó Karinna para sí, pero no lo demostró. Al niño también lo ponía nervioso tanta gente, así que metió todo su cuerpo detrás de la amplia falda de su madre.

«Es un placer conocerla, señorita Karinna. Soy Vincent, el administrador y mayordomo encargado de la mansión».

«Sí, encantada de conocerte».

Vincent inclinó ligeramente la cabeza hacia Nitens, que se asomaba un poco detrás del vestido. Al verlo, Nitens saludó con una torpe inclinación de cabeza.

La sonrisa de Vincent se hizo más profunda.

«El señor la espera en el salón…»

«Oh, no importa, no tienes que entrar, ya estoy aquí.»

Un hombre vestido con un uniforme negro azabache salió de entre la multitud de sirvientes. Los ojos de Karinna se abrieron de par en par.

Lo reconocí de un vistazo. Pelo castaño oscuro del color del cielo nocturno, ojos rojos como rubíes, rasgos dominantes, voz penetrante.

Era una cara familiar para ella. Sin duda, era él.

No es posible…

Era el hombre que había pasado la noche con ella hacía tres años. Karinna agachó la cabeza, desconcertada.

«¿No me dijiste que no podías ver…?’

Lo miró con cautela. Sus miradas se cruzaron, pero él no pareció reconocerla, lo cual no era sorprendente. Al fin y al cabo, ese día estaba ciego.

Con un gesto de la mano, el hombre ahuyentó a todos los demás presentes excepto al mayordomo.

«¿Es usted Karinna Tyrian?»

«… Sí.»

«Soy Basster Kayenne. El hombre que será formalmente tu esposo».

Ella se puso rígida y mantuvo la mirada fija en su cara, con el ceño fruncido mientras le miraba sin responder.

«¿Tengo algo en la cara?»

«… No, no, soy Karinna Tyrian. Encantada de conocerlo Su Alteza» contestó en voz baja.

Karinna se devanaba los sesos intentando averiguar si él sería capaz de reconocerla. Pero pronto lo recordó, en tres años había adelgazado mucho y su personalidad era completamente distinta de aquel entonces. Apenas podría reconocerle por su voz que ahora era más baja y pausada.

Además, no podía ver en ese momento…’

A diferencia de antes, parecía ver perfectamente, con la mirada nítida y los ojos muy vivos. Se inclinó y dio una palmada en el hombro del niño. Nitens levantó la vista, perplejo.

«Ve a jugar un momento.»

«Sí.»

Al oír las palabras de Karinna, Nitens le devolvió la mirada y se alejó trotando lentamente, seguido por el soldado que la había escoltado a ella y al niño hasta las puertas de la mansión.

«¿Es tu hijo?»

«Sí Su Alteza.»

«Sé que has oído los rumores, pero igualmente quiero que sepas que si buscas afecto conyugal, no podré dártelo».

«Lo entiendo».

«No vamos a celebrar una boda, sólo lo haremos sobre el papel. Si quieres una ceremonia formal, la organizaré posteriormente».

«Está bien, no hay problema.» Karinna respondió a todo con calma.

No vine aquí esperando que me trataran de forma diferente. Sólo quería que pudiera salir cuando quisiera, sin pasar hambre y sin que me pegaran a mi o a mi hijo.

«Bueno, entonces la charla será rápida. Esta mansión es de mi uso diario. Sería incómodo para ambos encontrarnos cara a cara demasiado a menudo»

Basster era muy consciente de cómo se propagaban rumores extraños sobre él dentro de los círculos sociales, así que pensó que la razón del cómo lo miraba y que se acobardó desde el inicio de la conversación fue motivado al miedo infundado por los rumores que lo rodeaban.

Pero la verdad era un poco diferente. Karinna sólo tenía miedo de la gente, principalmente miedo de los hombres que podían ser violentos.

Antes de darse cuenta, se encogía al hablar con cualquier persona.

«Hay una villa detrás de la casa principal. No es tan grande como la mansión principal, pero debería bastar para los dos».

«Sí, Su Alteza.»

«No te pido nada más. No codicies lo que no puedes tener. Vive como quieras en la mansión que te he dado, pero mantente fuera de mi vista».

Karinna asintió a las palabras de Basster.

Mientras tanto, él no sabía si a lo que le hablaba era una persona o una estaca de piedra. Hasta ahora, todo lo que ha oído es «Sí Su Alteza», «Lo entiendo», «Está bien» y un ligero asentimiento con la cabeza.

Menos mal que evitamos la convivencia pensó Basster.

La situación dejaba claro que ella fue obligada a este matrimonio arreglado, por lo que él estaba dispuesto a cederle la villa en caso de que ella hiciera alguna solicitud extra.

Afortunadamente, no parecía tener ese tipo de personalidad. Aunque seguía pareciéndole asustada.

«Si haces lo que te indiqué, tu hijo será instruido para ser el heredero y tomar cuando cumpla la mayoría de edad el título de Archiduque».

Entonces, los ojos de Karinna se abrieron de par en par ante sus palabras.

«… ¿Vas a hacer a mi hijo tu sucesor?»

«Me casé contigo porque me presionan innecesariamente, debes saber que no tengo intención de tomar otra esposa que no seas tú, ni de pasar la noche contigo. En fin, necesito un heredero, y ese niño bastará».

«… Sí.»

A Karinna toda esta situación le resultaba descabellada.

Los giros que daba su vida le parecían demasiado insólitos, hasta el punto de preguntarse si su destino era acabar casándose con el hombre con el que había tenido una aventura de una noche. Y que, sin saberlo convirtiera a su hijo biológico en su único heredero.

Pero al mismo tiempo, estaba agradecida. El destino hizo que su esposo fuera el verdadero padre de Nitens.

‘Aunque no me reconozca en absoluto.’

Bueno, ¿qué importancia tenía todo eso ahora? Estaba destrozada física y mentalmente, ya ni siquiera quedaban rastros de la emoción que había experimentado durante su encuentro con él.

Karinna asintió.

«Sí, Su Alteza.»

Los ojos de Basster se entrecerraron ante la despreocupada respuesta de su interlocutora.

«Sólo por curiosidad, ¿qué pasó con el padre del niño? No quiero que reclame su potestad sobre el niño más tarde».

«Él… está muerto.»

Karinna respondió tras un breve silencio; no tenía intención de contarle la verdad, y menos ahora, eso solo la expondría y la avergonzaría inútilmente.

Ese fue uno de los contados recuerdos más gratos de su vida. No quería comprar su simpatía sacando a relucir ese recuerdo glorificado, luciría como una mujer que se aferra a él miserablemente.

Ante su respuesta, Basster asintió en señal de comprensión.

«Las criadas y sirvientes serán asignados a casas separadas. Si necesitas algo, no tendrás más que pedirlo. Tu cuota mensual de mantenimiento se reducirá en base a los gastos que realices. Puedes usarla como quieras, aunque tienes informar al caballero de guardia o al mayordomo principal cuando planifiques salir».

«… No serán necesarios los sirvientes o criadas, sólo deja que el niño y yo estemos solos».

«¿Qué?»

«He escuchado todas las demandas de Su Alteza, así que por favor concédame una también».

Basster se cruzó de brazos ante las inesperadas palabras de Karinna.

No pudo evitar pensar que esto era algún tipo de protesta por todas las condiciones impuestas. Verla actuar así le daba un aspecto lamentable, como si trataran de conseguir su compasión.

Basster levantó las manos, molesto.

«¿Cómo vas a limpiar o comer?»

«¿Es muy espaciosa la villa?» preguntó Karinna, frunciendo el ceño.

«Es mucho más pequeña que la mansión, pero no podrás arreglártelas sola».

«Me ocuparé de las comidas… como pueda. Bastará con que realicen la limpieza periódicamente y en silencio a primera hora de la mañana».

Basster frunció el ceño ante las palabras de Karinna, pero pronto vuelve a levantar las manos, en señal de rendición.

«Si eso es lo que quieres hacer, hazlo. Hablaremos del niño más tarde».

«Sí.»

Karinna levantó la cabeza y miró a Basster.

«Su Excelencia, ¿realmente no tengo nada más que hacer que vivir en esta mansión?»

«Sí.»

«Entiendo, entonces haré lo que me dice y pasaré desapercibida”.

Asintió con la cabeza, Karinna dobló la cintura en señal de despedida y se dio la vuelta.

Basster dejó caer los brazos, desconcertado por su actitud desinteresada.

«Vamos, Nitens.»

«¡Sí!»

Basster fijó la mirada en la dirección de su voz de su hijo. El niño tenía una leve sonrisa en la cara. Su pelo plateado como el de Karinna y sus ojos rojos como…

‘… ¿Ojos rojos?’

Los ojos del niño eran rojos como la sangre.

Basster le dirigió una mirada intensa. Los ojos rojos eran raros, y era aún más extraño cómo encajaban con lo que él necesitaba en este momento.

‘Tal vez Dios está de mi lado.’

Pensó que, si ella se hubiese aprovechado de eso, podría hacerlo pasar fácilmente por un hijo suyo bastardo.

Mientras Basster consideraba cuidadosamente estas coincidencias, Karinna se dirigió a la villa, guiada por un soldado.

Antes parecía muy asustada para moverse, pero no vaciló al tomar la mano del niño. Basster capturó aquella escena con extrañeza mientras la veía alejarse sin decir palabra, aceptando dócilmente su situación.

‘Realmente es una mujer de piedra’ pensó Basster. ‘Por cierto, aquella mujer también lo era…’

Entrecerrando los ojos, Basster se rió de la ironía de su vida. ¿Solo era capaz de atraer mujeres como ella?

La mujer con la que había pasado la noche hacía tres años y luego desapareció como en un sueño también era una persona muy pétrea.

Aunque buscó por todo el país no pudo encontrar ni rastros suyos. Desgraciadamente, fue una aventura de una noche. Luego de eso simplemente se rindió y la olvidó.

‘Ha pasado mucho tiempo desde que la última vez que la recordé’.

Volvió a reírse, recordando a la mujer que lo encontró en su momento más débil y cómo de forma egoísta había robado sus labios a cambio de una venganza. Viéndola mejor, debía de ser más o menos de su altura. Aunque no tan delgada ni tímida.

«Entremos».

«Su Alteza, ¿está seguro de que eso es lo que la dama quiere? Creo que es mejor conseguirle una criada o un sirviente…»

«Cuando se canse de tener que hacer los quehaceres te lo hará saber. No sé qué tipo de pensamientos está teniendo, pero si cedo demasiado, se creerá en derecho de pedir más «.

Basster pensó que pronto volvería a ponerse en contacto con él, y no sería descabellado que para ese entonces le proporcione un criado y una criada para sus necesidades diarias.

«… Su Alteza, el matrimonio no es una mesa de negociación de posguerra».

«Todo en esta vida es una batalla, ¿no? Todo depende de contra quien te enfrentes».

Vincent resopló, su joven amo tenía una visión muy estrecha del amor.

A menudo, había sido víctima de sus prejuicios. Si realmente se enamoraba de ella, se arrepentiría hasta la muerte de sus palabras y el trato que le dio el día de hoy.

‘Solo deseo ser capaz de ver ese cálido lado humano suyo antes de morir.’

Vincent lo siguió hasta su despacho, sonriendo por dentro, pero luciendo impasible por fuera.

 

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