Capítulo 53 – Te dije que te arrepentirías
Ya era tarde, pero el palacio de la Princesa Heredera estaba ajetreado.
“Debes estar cansada por el evento, pero todavía estás ocupada. Lluvia.” (Bardenaldo)
“Estoy ocupada cada vez que pasas por aquí, así que tal vez la próxima vez deberías venir más a menudo y charlar conmigo cuando no esté ocupada.”
Doris respondió fríamente a las palabras del Príncipe Heredero Bardenaldo. Las doncellas del palacio de la Princesa Heredera estaban moliendo carbón, lo mezclaban con un polvo medicinal y se lo aplicaban en el cabello. Doris, que yacía en el largo sofá del que sólo sobresalía su cabeza, miró a Bardenaldo con los ojos muy abiertos.
“Ayer y hoy todos elogiaron unánimemente la acogida de los enviados, calificándola de excelente. Estoy aquí para agradecerle a mi Lluvia por hacer lo mejor que pudo.” (Bardenaldo)
Doris levantó la cabeza por un momento, fingiendo ser educada, luego se volvió a acostar y rió en voz baja. No había manera de que Bardenaldo no supiera quién ayudó a los sirvientes que decoraron el lugar del evento para los enviados de Elakorn que ella preparó.
“Es un gran cumplido. En cuanto a esfuerzo, la Emperatriz se esforzó más, pero yo solo la estaba imitando. Ya sabes de quién es mayor el aporte, ¿verdad? Es vergonzoso decir eso.”
“Es la capacidad de mi esposa traer a su lado a alguien que pueda hacer tal cosa. Porque la Lluvia tiene buen ojo para la gente.” (Bardenaldo)
“Bueno, no te equivocas, así que agradezco el cumplido.”
Doris se rió, pensando eso con todo su corazón.
“Mi asistente dijo que la Condesa no tiene muy buena reputación… Quedé profundamente impresionado tanto por la experiencia de gestionar la residencia del Archiduque como por este evento. Mi lluvia es perspicaz.” (Bardenaldo)
La reputación de Blyer. Una atrevida. Una tonta que ni siquiera reconoce su propia superficialidad. Algo por el estilo. Era obvio incluso sin escuchar. Blyer Acacia. Una bella noble que destacó extrañamente desde los primeros días de su debut. Un rostro que se parece a Adrienne Piretta. Cuando no abría la boca, tenía el aire de una dama increíblemente culta y de alta alcurnia, pero en el momento en que abría la boca, se convertía en una tonta.
Está bien si la evaluación de una mujer así es buena. Pero era muy divertido que tenga la cara de Adrienne y actúe como una lengua en su boca. Esto también puede resultar útil.
Fue ella quien renunció al bello Rhoadness y eligió a Bardenaldo, quien tenía un futuro brillante esperándolo, y fue ella quien decidió unirse a Blyer, dejando atrás a las muchas damas nobles que presionaban para convertirse en sus damas de honor, así que, no está equivocado lo que dijo Bardenaldo porque fue ella quien la eligió.
“El Duque de Castanya se puso en contacto conmigo para decirme que la ceremonia de bienvenida de los enviado fue todo un éxito y que Ephero podría regresar a casa.” Bardenaldo)
“Como era de esperar, viniste porque eso no te gustó, ¿verdad?”
Doris volvió a inclinar la cabeza hacia atrás para que siguieran sirviéndola. Su voz y sus acciones se volvieron más agudas.
“¿Finalmente te has dado cuenta de lo que es capaz tu suegro?”
“Pensé que te había dicho que no es el momento adecuado, Lluvia.” Bardenaldo)
Doris sonrió con los ojos cerrados con una expresión que decía: ‘Así es.’
“Qué solitario debe ser para alguien que quiere regresar a casa tener un hermano que le dice: ‘No es un buen momento’.”
“Ephero sólo tiene que cumplir con sus deberes como Príncipe.” (Bardenaldo)
La voz era amable, pero el significado era frío. Ephero Lonta era el Príncipe, hijo de la nueva Emperatriz, la cual sólo llevaba unos pocos años en el trono. Creció bajo la tutela de su madre la Emperatriz y luego fue a estudiar a Elakorn.
“El noveno Príncipe necesita encontrar una prometida pronto. A la Emperatriz no le hace ninguna gracias si sólo hace contacto con mujeres de allá mientras está sólo en Elakorn.”
“No sabía que tú y tu padre tuvieran en tan alta estima a Su Majestad la Emperatriz.” (Bardenaldo)
“Entonces lo sabes a partir de ahora.”
En el frío silencio, las doncellas enjuagaron cuidadosamente el cabello de Doris. Podía sentir los ojos de Bardenaldo mirándola en silencio mientras la atendían.
‘No tiene sentido venir aquí para dar las gracias.’
‘¿Qué podría haber esperado de una persona que no se acercaba al palacio de la Princesa Heredera a menos que tenga un propósito para hacerlo?’
Bardenaldo, que miraba a Doris que sonreía sutilmente, finalmente abrió la boca poco después.
“¿Alguna vez tuviste el cabello rubio por un tiempo, pero ahora tienes cabello negro?” (Bardenaldo)
“Gracias por su interés.”
Doris respondió como si estuviera satisfecha con la atención que había recibido por primera vez en mucho tiempo.
“Pero Lluvia, cuanto más la miro, más se parece la Condesa Acacia a la fallecida Archiduquesa.” (Bardenaldo)
“Te lo dije en la fiesta de cumpleaños de Su Alteza, ¿verdad? En ese momento, fingiste no saberlo.”
“¿Entonces la estás imitando esta vez?” (Bardenaldo)
“… ¿Qué?”
“Tal como lo hiciste con Adrienne Piretta hace unos años.” (Bardenaldo)
(N/T: Shhh ¡Golpe bajo!)
“… ¿Qué acabas de decir?”
Doris se sentó, ajustando completamente su postura, con agua negra goteando de su cabeza, que estaba inclinada hacia atrás 45 grados. <imreadingabook.com> Las criadas se horrorizaron y le envolvieron una toalla sobre los hombros, pero el agua negra que fluía por su cuello le empapaba los hombros y el pecho.
“Pregúntale a los demás. No es que quisiera hacerlo primero. Mis damas de honor lo recomendaron.”
Doris, que se sintió ofendida al escuchar el nombre de Adrienne Piretta, torció los labios y habló. Bardenaldo sonrió y se encogió de hombros, como si no le importara cómo se sentía ella, o tal vez sí. Esa extraña apariencia estimuló aún más a Doris.
“Sabes muy bien por qué mi Padre no tienes más remedio que actuar así, entonces, ¿por qué quieres revolverme las entrañas así?”
“…” (Bardenaldo)
Al ver que Bardenaldo no respondía, Doris habló con voz más gruñona.
“¿Sabe Su Alteza el Príncipe Heredero que todo lo que hace su mano derecha, el Archiduque, es una distracción para mi padre, por lo que estoy pasando por un momento difícil porque estoy en el medio?”
El Derecho Sucesorio de la esposa. En una familia sin heredero, si el cabeza de familia muere, la sorprendente ley dicta que la esposa hereda el patrimonio familiar. Por lo general, cuando el cabeza de familia muere sin herederos, el pariente más cercano de la familia sucede como cabeza de familia. Incluso si se trataba de parientes colaterales.
Sin embargo, Noevian Trovica, un hombre cegado por el amor y que quería dárselo todo a su esposa, propuso una ley demencial llamada Derecho Sucesorio de la esposa y finalmente logró promulgarla con el apoyo del Príncipe Heredero.
El plan era que la esposa administrara el patrimonio familiar durante cinco años y luego encontrara un sucesor adecuado para asumir el mando, pero el hecho de que tal idea surgiera de la cabeza del Archiduque, un noble, fue un tema candente en sí mismo durante varios años.
Tan pronto como se aprobó la legislación, todos los periódicos y revistas del corazón lo llamaron el mayor romántico de Lonta. Cuando todos los artistas hablan del amor verdadero, el nombre de Noevian Trovica siempre es elogiado. Doris, que estaba pensando en ese comportamiento, frunció el ceño. Era un espectáculo repugnante.
(N/T: ¡Estúpidos! No lo ha hecho por su esposa, sino por la amante…)
“Al final, no murió antes que su esposa, solo obtuvo fama, y es realmente un talento extraordinario hasta el punto de ser designado para ir a Elakorn y no poder asistir a la reunión para abolir tal proyecto de ley.”
“Ese proyecto de ley se finiquitó hace dos años, Lluvia.” (Bardenaldo)
“Sí, y hace años que no tengo que sufrir las consecuencias de que se extienda el rumor de que estaba copiando a Adrienne Piretta. Así que por favor no me digas cosas que no importan.”
“Está hecho, Su Alteza.” (Doncella)
“Está bien, detente.”
Doris se puso de pie, retorciendo su cabello, que las doncellas habían limpiado minuciosamente con una toalla seca. Doris, que estaba sentada frente al tocador, resopló a Bardenaldo, que todavía la miraba fijamente, y se miró en el espejo.
Cabello negro largo y liso. Para que pareciera el cabello rizado de Blyer Acacia, se necesitaba un pincho de hierro caliente. Bardenaldo, reflejado en el espejo, se acercaba cada vez más a Doris, que acariciaba su cabello negro azabache.
“Doris.” (Bardenaldo)
Bardenaldo, quien la llamó cariñosamente por su nombre, envolvió sus hombros por detrás con sus grandes manos.
El rostro del Príncipe Heredero, mirándola en el espejo, estaba lleno de una sonrisa preocupada hacia ella, como siempre.
“No me gusta esforzarme en cosas que no puedo tener.” (Bardenaldo)
“…”
Doris miró fijamente sus profundos ojos azules mientras él decía palabras extrañas.
“Creo que es mejor centrarse en lo que se puede tener en lugar de gastar tiempo y energía en lo que no se puede tener.” (Bardenaldo)
“… ¿Por qué?”
Doris inmediatamente se enojó al pensar que eso era un insulto para ella y sacudió los hombros con rabia. Pero su mano no cayó.
“Todo, puedo tenerlo todo.”
Cuando Bardenaldo escuchó esas palabras, su expresión cambió muy sutilmente. Doris lo miró directamente a los ojos como si no fuera a darse por vencida.
“Si puedes tenerlo, puedo tenerlo todo.”
Bardenaldo se rió de buena gana por primera vez ante sus siguientes palabras. Le dio unas palmaditas alentadoras en el hombro todavía húmedo.
“Supongo que es la voluntad y la bendición del Señor que tenga una compañera como tú.” (Bardenaldo)
Bardenaldo les guiñó un ojo a las doncellas que miraban desde un rincón.
“¿No les gustaría que mi esposa se resfríe?” (Bardenaldo)
Y sin más, las animó con su voz más dulce y afectuosa. Las doncellas, que estaban acostumbradas a hablar por turnos, corrieron al lado de Doris y se prepararon para peinar y secar su cabello diligentemente. Doris vio salir a Bardenaldo por el espejo y le disgustó su hábito de hablar como si estuviera divagando.
***
Al día siguiente de conocer la noticia de la muerte del Conde Acacia. El funeral se desarrolló increíblemente rápido. Los rostros de los sirvientes estaban borrosos por la ansiedad del futuro, y el viejo mayordomo y Marge, en particular, apenas lograron saludar a los dolientes con rostros más aturdidos que el mío.
Por la mañana, las ruedas del carruaje en el que viajaba el Conde Acacia fueron transportadas en una carreta. Los grandes tornillos de madera de la junta estaban corroídos y rotos. Fue un accidente común. Un desafortunado accidente provocado por la voluntad del Conde de ir cerca al acantilado y un viejo carruaje que fue negligentemente descuidado en su inspección.
“Señora, el administrador de la finca envió una carta.” (Jonah)
Aturdida, abrí y leí la carta que me entregó Jonah. Fue bastante predecible. Por debajo del acantilado corría un arroyo de aguas rápidas, crecido por las lluvias del día anterior. Al día siguiente del accidente se llevó a cabo una búsqueda, pero no quedó nada más que los restos del carruaje que había caído en las inmediaciones. El grupo de búsqueda recorrió todo el arroyo, pero el cuerpo del Conde Acacia no apareció por ningún lado y parecía haber sido arrastrado al mar.
“¡Mi Lady!” (Jonah)
Mis piernas se debilitaron y me desplomé en la silla. Incluso la esperanza infundada de que se encontrara el cuerpo se hizo añicos. Como no había ningún cuerpo, el funeral se celebró simplemente en el patio trasero de la mansión. Los parientes colaterales y lejanos le rindieron homenaje brevemente por separado en la finca y yo me convertí en el principal doliente de la capital. Porque ni siquiera tiene heredero.
Llamé al sacerdote y oré al Señor para que guiara al Conde hasta Abadelia, donde se encuentra el paraíso. Para hoy, el vestíbulo del primer piso se convertirá en una enorme capilla, y los dolientes dirán una breve oración en medio de música suave durante todo el día.
“Sir Neil, ¿Le informó esto a Su Alteza el Segundo Príncipe?”
“Ah, debido a circunstancias imprevistas… Informaré ahora…” (Neil)
“No lo hagas.”
No podía permitir que Rhoadness, que ya estaba tan ocupado, se preocupara por mí con algo como esto. En lugar de llamar a Rhoadness para preocuparse por un funeral, que terminaría en un día, necesitaba tiempo para pensar en silencio cómo me comportaría en el futuro.
“¡Mi Lady!” (Jonah)
Jonah, que a veces aceptaba los abrigos de los dolientes en la entrada, corrió hacia mí.
“¡Viene el Ar-Archiduque!” (Jonah)
En efecto. Los ojos de los pocos dolientes se volvieron hacia Noevian y sus cabezas se inclinaron cortésmente. Esto se debe a que la mayoría de las personas en esta mansión eran gente del Príncipe Heredero o de Noevian. Me acerqué silenciosamente a la entrada y recibí miradas preocupadas de Jonah y Neil. Noevian ignoró con calma la mano del viejo mayordomo para tomar su abrigo y me miró con cara sombría y deprimida.
“Me encuentro con Su Señoría, Su Alteza el Archiduque.”
Doblé ligeramente las rodillas para mostrar mi respeto y miré la mano que Noevian me tendía sin palabras. Guantes negros. Librea negra. El rostro sensible y estoico era el de Noevian Trovica, que todos conocían en el imperio.
“…Gracias…”
“Te lo dije.” (Noevian)
En un instante, sentí como si sólo Noevian y yo existiéramos en ese espacio. Noevian se ofreció cortésmente a estrecharme la mano, pero tan pronto como pude alcanzarlo, me atrajo y una voz lúgubre llegó a mi oído sin piedad.
“…Te dije que te arrepentirías.” (Noevian)
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