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Drama

CMSRCAE – 24

Capítulo 24 – ¿Es suficiente para formar una nueva relación?

 

“¿Has estado otra vez en la residencia del Archiduque Trovica?” (Doris)

La voz aguda de la Princesa Heredera Doris resonó en el dormitorio brillantemente iluminado.

Después de regresar de una excursión, el Príncipe Heredero Bardenaldo, que se estaba quitando la ropa exterior con la ayuda de un sirviente, se sorprendió un poco al verla en el dormitorio y luego sonrió feliz.

“Mi Señora.”

“Contéstame.” (Doris)

“Estaba a punto de asearme y dirigirme al palacio de la Princesa Heredera. ¿No te pedí que tuvieras cuidado al entrar sin avisar porque la gente a tu alrededor te está vigilando?”

“¿Cuánto tiempo piensas eludir mi dormitorio? ¿Y este es el único dormitorio de su Alteza?” (Doris)

“Legalmente, eso es lo que estoy diciendo.”

Bardenaldo sonrió, doblando los ojos como si estuviera en problemas y respondió. Tan pronto como el asistente le dio agua para lavarse las manos, lo envió afuera y puso las manos en el agua tibia. La expresión de Doris no era muy buena. La palabra ‘legalmente’ era una de las expresiones de Bardenaldo que Doris más odiaba.

“Parece que te llevas muy bien con el Archiduque estos días.” (Doris)

“Lluvia, no hay acontecimiento importante en el país en el que el Archiduque no esté involucrado… Como no puedo pedirle a mi tío que está de luto que entre al palacio cada vez, yo tengo que ir. Como sobrino, es correcto que visite con frecuencia a mi tío, que está pasando por momentos difíciles.”

(N/T: Lluvia = Esposa.)

‘Ese tío es un idiota. ¿Qué tan mezclada es su sangre?’ – Doris torció la boca.

“También sabes que la relación entre mi padre y el Archiduque no ha sido muy buena últimamente.” (Doris)

“Lo siento por los problemas de tu padre, el Duque de Castanya, pero sabes que es importante para mí cooperar con el estratega, el Archiduque.”

Bardenaldo se quitó la túnica que llevaba, se secó las manos mojadas y se la entregó tranquilamente al sirviente. En contraste con el rostro dócil, se reveló un cuerpo sólido y bien cuidado.

“¿Tienes la osadía de entrar y salir de una mansión sin anfitriona solo porque esperas llevarte bien con él? Después de todo, Su Alteza es el Príncipe Heredero de Lonta. Incluso si el Archiduque es el asesor de Su Majestad, ¿existe alguna garantía de que se convierta en el estratega de Su Alteza en el futuro? Sabes muy bien que a mi padre lo llaman el gobernante de Occidente, ¿verdad? Dado que Su Alteza el Segundo Príncipe siempre se ocupa de los problemas de Occidente, la reputación de Su Alteza allí está por las nubes. ¿Sabes lo que eso significa?” (Doris)

“Lluvia.”

“Lo que quiero decir es que el estratega* con el que debes reunirse con frecuencia no es el Archiduque, sino mi padre. Por favor, deja en paz al Archiduque, que ya es tu hombre y ya ha jurado lealtad al Emperador, y no ofendas a mi padre, cuya confianza tienes que ganarte.” (Doris)

(N/T: 책사가 : Anteriormente lo había traducido como Estratega, pero revisando tiene diferentes significados: Bibliotecario, asesor, librero… Tener en cuenta, porque no estoy segura al 100% del significado.)

“…Lo tendré en cuenta.”

Mientras Bardenaldo, que de repente se había visto atrapado entre su tío y su suegro y estaba en una posición incómoda, murmuraba impotente, Doris cambió el tema a otro.

“Así como hay rumores de que Su Alteza el Segundo Príncipe es un hijo pródigo, siempre hay rumores de que Su Alteza el Príncipe Heredero es un ‘sodomita*’. ¿Tú también lo sabes?” (Doris)

(N/T: *남색가 = Sodomita = se refiere de forma peyorativa a la homosexualidad entre varones y, más precisamente, a las relaciones sexv4les anl3s.)

El pálido rostro de Bardenaldo se volvió hacia su esposa. Doris se acercó tocando sutilmente los tirantes del camisón de seda que llevaba puesto. Bardenaldo, que había estado de pie observando esa escena desde lejos, quedó desconcertado, pasó junto a Doris que se acercaba y se dirigió hacia la cama. Doris tembló de ira por la creciente humillación.

“¿La razón por la que mi esposa está tan impaciente es por esos rumores tan ridículos?”

“¿Qué?” (Doris)

“Puedo demostrártelo si quieres, pero…”

Doris quedó atónita. Una pareja que lleva casi 5 años casada. Curiosamente, no ha habido ningún encuentro entre ellos desde aquella inolvidable madrugada del inicio de su matrimonio.

‘¿Qué vas a demostrar y cómo?’ – Doris miró fijamente a Bardenaldo, que estaba sonrojado y vacilante, sin decir una palabra.

“Yo no quiero forzar a mi esposa a dar a luz a un heredero…”

“No soy tan débil.” (Doris)

“Mi madre, la Emperatriz Regina, estaba sana hasta que dio a luz a Rhoadness.”

“¡Eso…!” (Doris)

“Estabas aún más saludable antes de darme a luz.”

Bardenaldo pareció sentir dolor por un momento, como si estuviera recordando a su madre muerta hace mucho tiempo, y luego se subió a la cama con los hombros caídos. Y con rostro sombrío, señaló el lado de la cama donde yacía medio acostado.

“Ojalá mi frágil esposa pudiera quedarse a mi lado por mucho tiempo.”

‘Te pido que vengas vine, te pido que nos mezclemos.’ (Doris)

Es así cada vez. La idea de que el Príncipe Heredero Bardenaldo sea infértil o sodomita no salió de bocas ajenas, sino de la propia cabeza de Doris. ¿Quién querría estar en brazos de una persona con rostro moribundo?

‘Me siento débil… Incluso si creamos un sucesor y solidificamos aún más nuestra posición, ¡no será suficiente!’ (Doris)

“Estoy cansada así que tengo que regresar. Por favor tenga en cuenta lo que dije antes, Su Alteza. Porque mi padre realmente odia perder dinero en los negocios. En el banquete de cumpleaños de Su Alteza Imperial, muestre quién es el verdadero líder de la facción del Príncipe Heredero.” (Doris)

Doris, cuyo orgullo había sido gravemente herido, se apretó los tirantes del camisón y disparó. Sólo vergüenza apareció en el rostro de Bardenaldo mientras miraba a Doris, que salió haciendo un pucheros.

 

***

 

Al día siguiente de visitar la residencia del Archiduque. Artículos de una opulencia asombrosa llegaron a la residencia del Conde. <imreadingabook.com> Marge, la jefa de doncellas, y el mayordomo permanecieron en silencio frente a la puerta como si estuvieran consternados al ver a la gente traer telas que parecían caras a primera vista.

Me paré en las escaleras y miré fríamente la interminable procesión de personas que entraban por la entrada.

“¡Madame LeBlais…!”

Los ojos de Jonah, que estaba a mi lado, se agrandaron enormemente. Madame LeBlais, centro de la moda capitalina, visitó personalmente la mansión. Quienes sólo habían visto a su empleado, Martius, parpadearon como Jonah, como si no pudieran creer que la famosa Madame LeBlais hubiera visitado personalmente la residencia de este pequeño Condado.

“Hola, Condesa Blyer Acacia.” (Leblais)

Madame LeBlais hizo una ligera reverencia en la entrada y me miró de pie en las escaleras. LeBlais, que me sonrió alegremente mientras yo llevaba un sombrero con frente de malla que solo usaba cuando salía, aplaudió e instruyó al personal que entraba con ella para que preparara el escenario para su cliente.

Miré a la ocupada LeBlais y luego lentamente me dirigí hacia ella. Como mi rostro estaba medio cubierto, Jonah me escoltaba, aferrándose a mi lado con fuerza.

 

***

 

Madame LeBlais miró el sombrero que llevaba la dama frente a ella y pensó: ‘Debe ser una persona muy tímida.’

Pensó en la persona que la había enviado. El Archiduque Noevian Trovica. Medio hermano del actual Emperador. El joven líder de la facción del Príncipe Heredero y un hombre llamado el estratega del Emperador. Tenía un encanto cínico y frío, pero según las malas lenguas y rumores, era el romántico del siglo que cuidaba y amaba a su esposa enferma con la mayor sinceridad.

Madame LeBlais sonrió como si nunca hubiera soñado con la idea de que Blyer Acacia fuera su amante, sino que pensara que era simplemente una especie de bienestar otorgado a un vasallo.

‘Una altura que no es ni demasiado alta ni demasiado baja. Aunque la mitad de su rostro está cubierto, se puede decir que es toda una belleza con solo mirar su nariz, boca y mandíbula. Un cuerpo atractivo con hombros bien formados y cintura estrecha. Lo más impresionante es la postura erguida. Un paso elegante.’ – La sonrisa de Madame se hizo más profunda mientras la inspiración parecía estar llegando.

“Todos retírense.”

“¿Qué?” (Martius)

Martius, que estaba sudando frío como si le hubiera sido apuñalado, fue el primero en preguntar. La Condesa Acacia torció la boca en una sonrisa y agitó la mano como si estuviera molesta. Jonah, quien puso su mano en la barandilla de la escalera, llevó a Marge y a los demás empleados hacia el comedor, y ahora LeBlais y ella eran las únicas que quedaban.

“Está retrasada, Madame.”

“¿Qué…?” (Leblais)

La comisura de la boca de la dama se estrechó aún más mientras miraba en la dirección donde Martius había desaparecido, viendo la expresión perpleja de LeBlais, quien sonreía amablemente como una máscara.

“He estado haciendo negocios con el Camerino de Madame constantemente durante el último año…”

“Sí, siempre estoy agradecida.” (Leblais)

De hecho, ella era solo una de las muchas clientes, pero como era una dama noble a quien el mayordomo del Archiducado le había ordenado personalmente que se fuera a visitar por negocios, LeBlais inclinó la cabeza en respuesta, pretendiendo ser cortés. Pero lo que escuchó fue una risa baja. ¿Risa? Cuando LeBlais levantó la cabeza, vio a la Condesa sonriendo tanto que la malla en su frente revoloteó.

“Entiendo que las habilidades comerciales de la Señora son bastante buenas, pero es muy lamentable que haya sido negligente en la gestión de sus empleados.”

“Señora, disculpe, pero si mi personal cometió un error…” (Leblais)

Fue una respuesta educada, pero su voz contenía con una pizca de convicción de que su empleado no podía hacer eso.

Blyer Acacia desplegó la declaración que tenía en una mano. Luego señaló el vestido de Madame LeBlais, que todavía estaba expuesto en un rincón del salón principal. LeBlais tomó la declaración desde el pie de las escaleras con una expresión de desconcierto y caminó hacia el vestido que señalaba.

“Oh, Dios mío, ¡qué ha pasado!” (Leblais)

“La preciosa reputación de Madame está siendo vendida por una miseria.”

“¡Si me lo hubiera dicho…!” (Leblais)

LeBlais parecía haber terminado de evaluar la situación y estaba temblando mientras aferraba la declaración con tanta fuerza que parecía que estaba a punto de arrugarla.

“Lo siento, mi Lady.”

Madame LeBlais dobló la cintura casi hasta la mitad sin decir una palabra.

En lugar de sentirse como una humillación, lo primero que pensé fue que se trataba de una sincera disculpa hacia la clienta que recibió un vestido con malas joyas debido a su descuido.

“Ha pasado un tiempo desde que el empleado de Madame dijo que asumiría la responsabilidad…”

“La compensaré en su totalidad.” (Leblais)

“Más que eso…”

La joven Condesa caminó rápidamente y se acercó a la congelada LeBlais. No había un solo temblor en sus pasos.

“Quiero crear nuevas relaciones en el futuro.”

“¡Por supuesto, Mi Lady!” (Leblais)

‘Si se trata de una familia que le importa directamente al Archiduque, por mucho que el Conde de Acacia sea una familia que tiene una presencia débil, no puede ser ignorada. El día en que Blyer Acacia frente a mí le diga algo al Archiduque o a la mujer que luego se convertirá en la nueva Archiduquesa…’ (Leblais)

‘¡Mi reputación, que he construido durante 20 años, quedará resquebrajada!’ (Leblais)

‘¡Maldito Martius!’ – Madame LeBlais se mordió la delicada carne de la boca y siguió a la Condesa Acacia, quien fue a sentarse en el sofá del salón principal.

La mano de la Condesa, que ya había estado revisando los catálogos colocados por sus empleados, pasó por varios de ellos y se dirigió hacia el catálogo que estaba más abajo. Apartó los catálogos que había traído considerando los gustos de la dama. La Condesa Acacia guardó todos los diseños ‘excesivamente’ llamativos que había presentado ante sus ojos y señaló algunos artículos del catálogo que tenían muchos diseños que se acercaban al gusto de una dama elegante y modesta.

“Um, Señora…” (Leblais)

Madame LeBlais, que había estado tomando notas diligentemente, abrió la boca avergonzada. El catálogo que trajo para al menos tener surtido no era del estilo actual. Era más acorde con los gustos de la Archiduquesa muerta.

“El estilo preferido por las damas nobles de la capital en estos días se pueden encontrar aquí…” (Leblais)

La dama se rió entre dientes, sin siquiera prestar atención al catálogo que arrastró sigilosamente.

“Sé mejor lo que me conviene más.”

Los ojos de Madame LeBlais temblaron violentamente. Una vez vio a una joven decir algo como eso. Ahora que lo piensa, parece que la dama está sosteniendo un abanico mientras está sentado… Madame LeBlais, que parecía haber sido alcanzada por la inspiración, inmediatamente dibujó un vestido aquí y allá en el papel en el que estaba tomando notas.

En lugar del estilo actual que deja al descubierto más de la mitad del pecho, dibujó un estilo que profundiza el escote lo suficiente para mostrar los hombros, pero no tanto como para que los brazos queden al descubierto, y la forma que rodea los brazos cae prolijamente sin quedar suelta. Una falda moderadamente abullonada, no una falda abullonada indiscriminadamente por delante y por detrás. Era una variación del estilo preferido por la difunta Archiduquesa Adrienne, adaptada al estilo original de Blyer.

“¿Qué tal este estilo?” (Leblais)

“Mmm…”

“Este era el estilo preferido por la difunta Archiduquesa Trovica.” (Leblais)

LeBlais acarició el diseño que acababa de dibujar como si fuera su propio hijo y continuó hablando.

“Originalmente quería convertirla en mi musa porque tenía una postura erguida y un estilo elegante, pero a medida que su condición empeoraba, rara vez podía usar ropa nueva, así que fue una pena.” (Leblais)

“¿Es eso así?”

La elegante dama miró fijamente el rostro verdaderamente triste de Madame LeBlais por un momento, luego levantó lentamente la red que ocultaba su rostro. Los ojos de LeBlais, que había estado tan abrumada por sus propias emociones durante un tiempo que incluso se llenaron de lágrimas, se abrieron de par en par. Inmediatamente después, el rostro de Madame LeBlais, que miraba a la dama con una expresión pétrea, de repente se quebró.

“Bueno, ¿qué debería decir? La atmósfera es extrañamente diferente, pero si mis ojos no se equivocan, la apariencia de la dama se ve muy, muy… similar a la de Su Alteza la Archiduquesa de Trovica…” (Leblais)

“¿Nos parecemos?”

Una sonrisa pausada. La sensación extrañamente sensual de la mujer era un poco diferente al de la Archiduquesa Trovica que Madame LeBlais recordaba, pero las líneas de su rostro, rasgos faciales y ojos, así como la mirada en ellos…

‘¡No es sólo un parecido!’

“Sí. Sí… ¡Tú, tú!” (Leblais)

Las manos apretadas con fuerza como si estuviera orando fueron cálidamente envueltas por la noble dama que estaba sentada cerca del final de la silla.

“¿Es esto suficiente para una nueva relación?”

La sensual sonrisa de la joven y bella dama fue suficiente para derretir su corazón.

“¡Sí, Sí!” (Leblais)

Una musa perfecta y sana había vuelto a la vida en las obras de Madame LeBlais, que se encontraba inmersa en el manierismo*.

(N/T: *El término deriva de la palabra maniera, que, en el contexto de la época, significaba ‘estilo’. En aquel tiempo, se consideraba que los maestros del Alto Renacimiento, Leonardo da Vinci, Rafael y Miguel Ángel, marcaban con sus obras el punto de mayor esplendor.)

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