Episodio 84 – Mi compañera, mi Emperatriz
“Su Majestad el Emperador. Su Majestad la Emperatriz. ¿Puedo dejar entrar a las doncellas?” (Ludwig)
El Duque Ludwig, que hablaba con cuidado en la puerta, parecía ansioso.
Las doncellas que esperaban con agua para lavarse, una muda de ropa y toallas calientes también esperaban una respuesta más allá de la puerta.
¿Cuántos segundos pasaron en un silencio así?
“Adelante.”
El permiso fue dado por Kasaline.
El Duque Ludwig hizo un gesto a las doncellas para que entraran y les prestaran servicio a los dos.
La primera noche que pasaron el Emperador y la Emperatriz después de su boda tuvo para la familia imperial un significado mayor del que nadie pudiera imaginar.
Pero anoche.
Tan pronto como Farnese entró en la habitación nupcial y dio la orden de despedida a todos como si hubiera estado esperando, sintió como si un acantilado distante se estuviera desplegando bajo sus pies.
No fue realmente un gran problema que no pudieran bendecir la primera unión de la pareja.
La terquedad de Farnese no era nada nuevo para el Duque de Ludwig, que había estado a su lado desde que comenzó a caminar.
Sólo había una cosa que mantuvo al Duque de Ludwig despierto por las noches, preocupado y desesperado.
‘Su Majestad la Emperatriz debe despertarse sana y salva por la mañana.’ (Ludwig)
Sería una falta de respeto atreverse a tratar a la gran Emperatriz como a una joven delicada, pero era una historia diferente cuando la otra persona era Farnese.
A veces, cuando Farnese miraba a Kasaline, le dirigía una mirada que la hacía querer tragársela de un bocado.
Probablemente fue algo que salió inconscientemente, y existía una alta posibilidad de que el propio Farnese no fuera consciente de ello.
Aunque Farnese aprecia a Kasaline y la elogia como si fuera oro y jade, es una persona con sangre y espíritu extraordinarios.
Si su razón se tambalea y se pierde el autocontrol, es Su Majestad la Emperatriz quien soportará todas las consecuencias.
Como era de esperar, sintió una punzada de arrepentimiento y se preguntó si debería haberse quedado en su lugar anoche incluso si eso significaba estar preparado para ser castigado.
“Yo…Duque Ludwig. Creo que debería entrar un momento.” (Doncella)
La expresión del rostro de la doncella cuando asomó la cabeza por la puerta era extraña.
El Duque Ludwig entró en el salón nupcial preguntándose qué estaba pasando.
Farnese y Kasaline estaban discutiendo ligeramente y cada uno de ellos se había bañado y cambiado de ropa.
El Duque Ludwig escuchó la conversación entre los dos y se dio cuenta de que las preocupaciones que tuvo anoche eran ciertas hasta cierto punto.
“Puede haber efectos secundarios más adelante. Tienes que ser revisada por el médico de palacio de inmediato.” (Farnese)
“No puedo creer que esto sea del alcance de un diagnóstico. ¿Cuántas veces tengo que asegurarte que estoy bien? Es sólo un pequeño hematoma.”
Solo ellos dos conocían los detalles de la situación, pero al observar la atmósfera, Kasaline tenía algunos moretones en el cuerpo y Farnese se lo tomó en serio y parecía culparse a sí mismo.
Probablemente esto se deba a que hubo partes del proceso de anexión en las que Farnese no pudo controlar su fuerza.
Sin embargo, una pareja normal y corriente se habría reído considerándolo un simple incidente.
Lo había sentido antes, pero la sobreprotección de Farnese hacia Kasaline definitivamente empeoraba día a día.
“No sucederá, pero si pasa algo, me asustaré mucho y llamaré a Su Majestad de inmediato. Entonces te sentirá aliviado, ¿verdad?
“…” (Farnese)
“Su Majestad.”
“…Promételo.” (Farnese)
Farnese, de quien había pensado que no renunciaría a su terquedad hasta el final y llevaría personalmente a Kasaline al frente del médico del palacio, mostró su consentimiento después de un largo suspiro.
Si hubiera sido como en los viejos tiempos, habría ignorado todo lo que dijo Kasaline y habría seguido adelante con sus propios deseos.
El Duque Ludwig no pudo precisarlo, pero miró con curiosidad a las dos personas, cuyo humor de alguna manera había cambiado.
No parece un mal cambio para el Emperador y la Emperatriz, pero…
“Cuida de la Emperatriz por el momento. Si surge el más mínimo problema, comunícate directamente al palacio del Emperador, y como a menudo se salta las comidas, hay que tener especial cuidado con eso.” (Farnese)
“Sí. Su Majestad.” (Doncellas)
Después de despedirse de las doncellas, Farnese le dio a Kasaline una ligera mirada y luego le dió la espalda sin dudarlo para seguir su camino.
El Duque Ludwig miró la expresión tranquila de Kasaline y luego salió, siguiendo a Farnese a paso rápido.
* * *
Kasaline no podía entenderse a sí misma.
Fue ella quien dijo que estaba bien, que no había necesidad de ser revisada por el médico de palacio y que él podía volver al palacio del Emperador y hacer su trabajo.
Pero no sabía por qué se sentía deprimida una vez que se fue.
Su mente era un desastre, pero no había tiempo para dudar.
Kasaline cruzó hacia el palacio principal de la Emperatriz.
En ese momento, la señora Dawson, Loggia y los sirvientes la estaban esperando, pulcramente vestidos.
Parecían haberse preparado a fondo en muchos sentidos porque ahora estaban sirviendo a la Emperatriz en lugar de a la hija de un Marqués de un país vecino.
“Veo a Su Majestad la Emperatriz. ¿Durmió cómodamente anoche?”
El título de Emperatriz y el rígido saludo le resultaban inquietantemente extraños, pero como dijo Farnese, tendría que esforzarse para acostumbrarse a ello de ahora en adelante.
“Buenos días a todos. ¿Está lista la nueva oficina?”
“Sí. Está terminado. Por favor, entre.” (Sra. Dawson)
Convertirse en Emperatriz significaba que, al igual que Farnese, se le dio la autoridad y el deber de cuidar de los asuntos del país.
Entonces, había solicitado que se instalara una oficina en la sala este del segundo piso con una buena vista.
La nueva oficina era de buen tamaño, ni muy ancha ni muy estrecha, y le gustó que hubiera un espacio separado para guardar libros y documentos cuando subía al tercer piso.
El papel tapiz y el techo con paneles blancos y limpios también se adaptaron perfectamente a su petición: ‘Por favor, no lo decoren demasiado llamativo.’
“¿Cómo está? ¿Le gusta su oficina?” (Sra. Dawson)
“Es perfecto. Todos han trabajado muy duro para prepararla.”
“Nos alegra oír eso. Por cierto. Se dice que la persona designada como asistente principal de Su Majestad la Emperatriz llegará en algún momento de la mañana. Probablemente esté aquí pronto.” (Sra. Dawson)
El nuevo asistente que llegaría esta vez fue alguien seleccionado personalmente por Farnese.
Como Kasaline no conocía a mucha gente en el Imperio Rennell, él decidió seleccionar a una buena persona.
Kasaline creía que tomaría la mejor decisión.
“Llega antes de lo esperado. ¿Has oído algo sobre quién es él?”
“Yo tampoco lo sé todavía. Bueno, las doncellas estaban susurrando una historia hace un rato.” (Sra. Dawson)
“¿Una historia siniestra?”
“Eso es lo que dijeron los sirvientes del palacio del Emperador. Parece que Su Majestad el Emperador ha designado a un miembro de la familia Ludo como asistente principal de Su Majestad…” (Loggia)
Loggia bajó la voz y continuó hablando con expresión confusa.
“Así que me levanté temprano esta mañana y lo revisé. Después de la recepción de anoche, la Duquesa Ludo no regresó a su casa, sino que pasó la noche en el palacio de invitados. Y hace aproximadamente una hora pidió audiencia con Su Majestad el Emperador.” (Loggia)
“…”
“Puede, ¿puede ser eso verdad? Los sirvientes del palacio del Emperador debieron haber interpretado mal algo. No lo creo.”
Así como el Duque Ludwig dedicó su vida a servir a Farnese, ser el ayudante principal no era diferente de ser la sombra del Emperador y la Emperatriz.
Tenía que comer y dormir en el Palacio Imperial durante toda su vida y ser las manos y los pies de su Señor en cualquier momento y lugar.
Incluso hay un chiste que dice que el estilo de vida del pueblo cambia dependiendo de quién sea designado como asistente, así que todo eso está dicho y hecho.
Cuando Kasaline pensó en que alguien de la familia Ludo podría llegar a un puesto tan importante como ayudante, sintió que sus ojos se oscurecían.
En primer lugar, escuchó que Isabella es demasiado joven y que Duque Ludo actualmente tiene problemas de salud.
‘Entonces, ¿es realmente la Duquesa Ludo?’
‘En realidad, si lo pienso bien, Su Majestad no tomó la decisión equivocada.’
La familia Ludo era la familia original de la Emperatriz viuda, por lo que sus calificaciones externas eran suficientes.
La Duquesa Ludo, que era de una rama colateral de la familia real de Ram, tenía una buena reputación en los círculos sociales y, naturalmente, tenía un amplio conocimiento.
Además, ha ayudado indirectamente a la familia imperial ocupando el puesto de Emperatriz, que lleva mucho tiempo vacante.
No había ninguna razón por la que no pudiera ser nombrada asistente.
Más bien sería correcto decir que está muy cualificada.
Pero ¿por qué un rincón de su corazón se siente tan incómodo?
“Su Majestad la Emperatriz. Ha llegado el nuevo asistente.” – Dijo la señora Dawson desde afuera.
Kasaline se extendió cuidadosamente el dobladillo de la falda, se sentó a la cabecera de la mesa y dio permiso para entrar.
La puerta se abrió.
Kasaline no pudo evitar sorprenderse al ver el rostro de su asistente, con quien compartiría su destino a partir de hoy, le gustara o no.
(N/T: ¿Será la Duquesa Ludo? La verdad es que Farnese es muy inteligente y perspicaz, no creo que cometa ese error tan tonto, me pareció que él no confiaba completamente en su tía y prima, tal vez si la nombró realmente tenga otra intención en mente. ¿O será que de verdad confía en ella?)
* * *
En el camino hacia el Palacio del Emperador.
“Su Majestad. ¿Sabe lo avergonzado que me sentí anoche? Le pidió a todo el mundo que se retire. Los pobres cardenales y sacerdotes se alejaron sacudiendo los pies.” (Ludwig)
El Duque Ludwig siguió a Farnese y murmuró como si se quejara.
Farnese entrecerró las cejas en silencio.
“Entonces, ¿habría sido correcto mostrar a mi novia ante los demás?”
“¿Cómo puede decir eso? Debe seguir las antiguas tradiciones y leyes de la familia imperial.” (Ludwig)
“Nunca lo habría permitido. Ella es mi compañera y mi Emperatriz. Y será lo mismo en el futuro también. Nadie podrá ponerle un dedo encima.”
En ese momento, algo parecido a un destello rojo pareció brillar en los ojos de Farnese.
Al menos el Duque Ludwig sabía muy bien cuál era la identidad de esa luz espeluznante y sangrienta.
“Por cierto… La Duquesa Ludo está ahora en la sala de recepción. Desea pedir una audiencia y presentarle sus saludos.” (Ludwig)
“¿Por qué ella?”
“No conozco los detalles, pero parece que tiene algo importante que decirle. ¿Qué va a hacer?” (Ludwig)
Farnese no respondió y caminó directamente a la sala de recepción.
La Duquesa Ludo, que había estado sentada esperando en silencio, se levantó e hizo una reverencia cuando entró el Emperador.
“Ofrezco mis saludos a Su Majestad el Emperador, el sol y el cielo del Imperio Rennell. Lo felicito sinceramente por su boda nacional.” (Duquesa Ludo)
“Gracias. Estoy tan feliz de que me visites y me des tu bendición. Sentémonos primero.”
Farnese y la Duquesa Ludo se sentaron uno frente al otro en la mesa.
La Duquesa Ludo estaba bebiendo té con ambas manos y escudriñando a Farnese con atención, fingiendo no hacerlo.
Su intención era ver si había un atisbo de decepción en el rostro del Emperador que acababa de tener su primer noche con la Emperatriz.
Al observar los registros de otros Emperadores del pasado, sorprendentemente hubo muchos casos en los que la primer anexión fracasó y la relación entre el Emperador y la Emperatriz fue tensa desde el principio.
Tenía curiosidad por saber si algo así podría haber sucedido esta vez, pero como era de esperar, él era Farnese.
Desde hace mucho tiempo, no había sido capaz de leer su expresión.
Tal vez por haber nacido y crecido en una familia imperial que te mordía si bajabas un poco la guardia, estaba acostumbrado a ocultar sus verdaderos sentimientos.
“Escuché que pasaste la noche en el Palacio de Invitados. ¿Hay alguna razón?”
“No hay nada de eso. Su Majestad la Emperatriz ha ascendido oficialmente al trono, así que ¿no necesitará un ayudante digno?” (Duquesa Ludo)
“En efecto.”
“Entonces, me atrevo a preguntar a pesar de mis deficiencias, me gustaría ofrecer mis servicios a Su Majestad la Emperatriz. Si me da permiso, haré todo lo que esté en mi mano para ayudar a Su Majestad la Emperatriz a cumplir su voluntad.” (Duquesa Ludo)
Farnese, que había estado mirando a la Duquesa Ludo durante un rato como si estuviera contemplándola seriamente, de repente resopló con sorna.
La Duquesa Ludo, que había inclinado modestamente la cabeza, lo miró con una expresión ligeramente avergonzada.
“Llegas tarde. Duquesa Ludo.”
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