Episodio 83 – Dando la bienvenida a la mañana juntos
“Fue una escena realmente hermosa.” (Noble 1)
“Así es. Será el honor y la fortuna de mi vida haber sido testigo de su matrimonio con mis propios ojos hoy.” (Noble 2)
Los distinguidos invitados que asistieron a la ceremonia nupcial, a la ceremonia de investidura de la Emperatriz y a la recepción final se marcharon con un sentimiento persistente de emoción y colmados de elogios.
En ese momento, también esperaba un carruaje con el escudo real del Khan, listo para recoger a su dueño.
Charlene, que bajó las escaleras acompañada de sirvientes, de repente se detuvo frente al carruaje y miró hacia el enorme templo.
‘Emperatriz Kasaline Escalo.’
Es un nombre inadecuado.
Sin embargo, verla con un vestido blanco puro y caminando por el pasillo cubierto de flores fue realmente algo que no podía describir con ninguna palabra en el mundo.
El cabello negro que envolvía su esbelta espalda como una enredadera era extremadamente elegante, y el collar de diamantes y el tocado parecían existir para agregar brillo a su piel blanca.
‘Fue literalmente como si un ángel hubiera descendido.’
Una pequeña vena sobresalió en la frente de Charlene.
A estas alturas, Farnese la habría poseído por completo, tanto en cuerpo como en mente.
Ella sonreiría con aquella vertiginosa sonrisa suya, revelándole sin vacilar a Farnese los secretos que sólo le había mostrado a él mismo.
Mientras imaginaba esa escena en su cabeza, se sintió tan injusto, resentido y disgustado que no pudo soportarlo.
<“¿…Por qué tiene la arbitraria y ridícula idea equivocada de que me preocupo por usted?”> (Kasaline)
‘Kasaline. Se supone que siempre serías mía.’
‘Juraste hace 10 años que nunca me traicionarías pase lo que pase, que soy la razón y el motor de tu vida.’
‘Si te atreves a hacerle una promesa al Gran Rey de Khan, debes cumplirla hasta tu muerte.’
‘¿Qué diablos salió mal?’
‘¿Es realmente demasiado tarde para arreglar todo convirtiéndote en mi Kasaline otra vez?’
“Su Majestad, el Rey de Khan.” (Desconocida)
Mientras dudaba frente al carruaje, incapaz de mover los pies, escuchó una voz de mujer que venía detrás.
Cuando volvió la cabeza, vio a la hija de la Duquesa Ludo, a quien había conocido en el banquete de compromiso, bajando las escaleras.
Charlene recordó fácilmente que el nombre de la mujer era Isabella, mientras se acercaba a él con una sonrisa ligeramente tímida en los labios y su falda agarrada suavemente con dos dedos.
“La señorita Isabella Ludo, ¿correcto?”
“Estoy simplemente agradecida de que lo recuerde. ¿Regresará a su país ahora?” (Isabella)
“Exactamente.”
“No importa qué tan cerca esté la capital del Reino Khan de la zona fronteriza, debe ser agotador.” (Isabella)
Charlene sonrió levemente sin darse cuenta, al escuchar sus dulces palabras teñidas de preocupación.
“Me encanta viajar por la naturaleza. Seguro que estaré allí en un abrir y cerrar de ojos, disfrutando del paisaje primaveral.”
“Es muy positivo. Es una idea maravillosa.” (Isabella)
“Pero, señorita Ludo, ¿por qué está sola? ¿Dónde está la Duquesa Ludo?”
“Mi madre me dijo que regresara primero, diciendo que tenía algo importante que compartir con otras personas. Estaba un poco deprimida y no podía dejar de caminar.” (Isabella)
“¿Cómo puede sentirse deprimida en un día tan auspicioso cuando todos están felices?”
Charlene preguntó con cierta curiosidad.
Se preguntó si ella podría tener una triste historia similar a la suya.
“Mmm… Creo que sería un poco difícil decírselo aquí.” (Isabella)
Isabella miró a su alrededor y habló con cautela.
Todos, incluido el cochero, los caballeros de escolta y los sirvientes escuchaban la conversación entre las dos personas, fingiendo no hacerlo.
Charlene pensó por un momento y le tendió la mano a Isabella.
“El hecho de que nos conocimos así es algo que tenemos en común, así que la llevaré a casa. Por favor, entra.”
“Bueno, no puedo hacerlo. ¿Cómo se atreve alguien como yo a estar en deuda con Su Majestad el Rey?” (Isabella)
“No estás en deuda. Está bien, así que no te sientas presionada y ven.”
“Bueno, entonces, descaradamente…” (Isabella)
Charlene, que había llevado a Isabella a su carruaje, naturalmente se sentó a su lado y le dijo al conductor que partiera.
El sonido de los cascos de caballo y las ruedas corriendo por el suelo seco llenó el silencio.
* * *
Charlene miró a Isabella, que estaba sentada con las manos ligeramente cruzadas.
Era una belleza con una vibra diferente a la de Kasaline.
Si Kasaline es una flor de hielo que echó raíces durante el frío del invierno, Isabella es como un ramo de flores que florecen bajo el sol abrasador de pleno verano.
Pensó que si la hubiera conocido cuando era Príncipe Heredero, cuando estaba lleno de curiosidad y energía, podría haberse enamorado de ella.
Pero eso era sólo una imaginación, y al menos en ese momento, Charlene no sentía ningún sentimiento especial hacia Isabella.
“Ahora ya no hay ojos para ver ni oídos para oír. ¿Puedes decirme qué es lo que tanto te perturba?”
“Me da vergüenza decírselo porque es solo una denuncia inmadura. ¿Puede por favor mantener en secreto todo lo que diga hoy?” (Isabella)
“Por supuesto. Los caballeros del Reino Khan no se atreverían a contar la historia de una dama descuidadamente.”
Isabella dijo: “Muchas gracias” y comenzó a contar la historia mientras contemplaba la vista lejana del Palacio Imperial, que se alejaba entre los altos cipreses.
“En realidad, he tenido a Su Majestad el Emperador Farnese en lo más profundo de mi corazón durante bastante tiempo.” (Isabella)
“Entonces, ¿eso significa que amas al Emperador?”
“Bueno. No sé si puedo expresar que lo amo. Sin embargo, he estado a menudo en el Palacio Imperial desde que era joven, y cada vez que lo hacía, Su Majestad me brindaba agradables favores y una sonrisa. Así que pensé que tal vez algún día podría sentarme en ese asiento especial junto a él.” (Isabella)
Charlene escuchó su historia con expresión seria.
Por lo general, cuando se trata de las circunstancias de otras personas, simplemente las escucha y las ignora, pero esta vez fue diferente.
Al menos había tenido la ilusión de que la situación de Isabella era similar a la suya en muchos aspectos.
“Al final, el Emperador te dio esperanzas durante mucho tiempo, y cuando llegó el momento, trajo a Kasaline y la nombró Emperatriz. Este no es un trato demasiado duro.”
“No. Estoy bien. Su Majestad tiene el derecho y el deber de tener a su lado una mujer mejor que yo, y Su Majestad la Emperatriz es una persona digna. Probablemente fue porque no soy lo suficientemente buena.” (Isabella)
“No te culpes. Eso simplemente te romperá el corazón.”
Cuando la voz de Isabella se mezcló con un débil llanto, Charlene sintió simpatía en lo más profundo de su corazón.
Charlene acortó la distancia, se sentó y le dio unas palmaditas en el hombro.
Estaba enojado con el Emperador Farnese, que había estado jugando con una dama tan amable y hermosa todo ese tiempo y ahora la había descuidado.
(N/T: ¡Hay cada sinvergüenza! ¡Y lo que hizo él!)
Por el bien de ella.
Y por su propio bien, sintió que no podía permanecer en silencio.
“Señorita Isabella Ludo. Tal vez pueda devolverle el puesto que le arrebataron injustamente.”
“¿Sí…? ¿A qué se refiere con eso?” (Isabella)
Charlene se sentó más cerca de Isabella y le susurró al oído.
“Hay un secreto sobre Kasaline que el Emperador Farnese desconoce.”
* * *
Farnese estaba acostumbrado a despertarse temprano en la mañana, cuando el característico frío azulado era espeso.
Tan pronto como abrió los ojos por la mañana, se sorprendió un poco al ver la fuerte luz del sol entrando por la ventana.
Fue porque nunca había dormido hasta tan tarde en su vida.
Fue el primero en levantar la manta, como una bestia salvaje que busca instintivamente a su cachorro.
Kasaline estaba durmiendo con su cuerpo acurrucado en una bola y su cabello negro como hilo envuelto alrededor de su cara y cuello.
El hecho de que lo primero que vio después de despertar en la mañana después de la boda fue a ella que dormía profundamente hizo que Farnese se sintiera extraño.
Su pecho se hinchó como si fuera a estallar, su mente se sintió como si estuviera volando a algún lugar muy lejano y siento vívidamente la sangre caliente fluyendo por las venas de todo su cuerpo.
Era un sentimiento tan desconocido que no podía describirlo exactamente, pero incluso en medio de todo eso, hubo una palabra que inconscientemente apareció en la cabeza de Farnese.
‘Mía.’
En algún momento, Farnese no tuvo más remedio que reconocer las palabras que su madre le había dejado como consejo.
Si anhela a alguien no es más que una posesividad egoísta y de baja calidad.
De hecho, ni siquiera quería que las doncellas vieran a Kasaline.
Era desagradable tener caballeros escolta cubriendo sus hombros como para protegerla, y que estuviera rodeada de nobles que no tenían más que halagos que ofrecer.
Farnese admitió que, aunque ya estaba casado con Kasaline, la deseaba aún más.
También admitió que quería monopolizarla aún más por completo, a pesar de que como Emperatriz estaba en una posición en la que no podía ir a ninguna parte.
“…Mía.”
Farnese murmuró en un susurro mientras quitaba manualmente los cabellos que cubrían su rostro, uno por uno.
Entonces, vio sus párpados en los que quedaban leves rastros de lágrimas.
Anoche, perdió la compostura y la presionó demasiado, así que sintió que debía disculparme primero cuando despertara.
Farnese, acostado de nuevo, contuvo la respiración y miró su rostro dormido.
“Tenías razón, madre.”
Farnese murmuró para sí mismo como si estuviera hablando con un fantasma invisible.
Se paró junto a la ventana sosteniendo un vaso de agua, tratando de ignorar el deseo de volver a caer en un sueño profundo con Kasaline en sus brazos.
Esperó que el viento que soplaba a través de la puerta abierta enfriara un poco el calor en su frente.
Intentó ser lo más ajeno posible a la figura angelical que dormía en la misma habitación, respirando suavemente.
“¿Su Majestad…?” (Kasaline)
¿Cuánto tiempo lleva soñando despierta?
Fue sólo cuando la manecilla del reloj giró una vez más que sus labios comenzaron a fruncirse y moverse.
Ella estiró los brazos y las piernas para refrescarse porque le dolía el cuerpo y luego cerró los ojos aturdida.
“¿Está despierta? Mi Señora.”
Como estaba en medio de un viaje al país de los sueños, no pareció entender de inmediato lo que estaba sucediendo.
Miró el rostro de Farnese con ojos desconcertados y quedó hipnotizada por un momento, luego bajó la cabeza para comprobar su estado.
Su rostro, que se estaba calentando gradualmente, pronto se humedeció.
Pronto salió vapor de su cara, que poco a poco se calentaba.
“Oh, se levantó temprano.” (Kasaline)
“Sí.”
“¿Por qué no me despertó?” (Kasaline)
“No pasa nada. Hay tiempo de sobra.”
Farnese, tratando de no mirar directamente en su dirección, le sirvió un vaso de agua tibia y se la entregó.
Ella se aclaró la garganta y se levantó para recibir el vaso, y la manta que cubría su cuerpo cayó naturalmente.
Sin tiempo para resistirse, los ojos de Farnese de repente se endurecieron cuando su mirada fue captada por su apariencia claramente revelada bajo la brillante luz del sol.
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