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Capítulo 64 – Como alas de mariposa

 

—Si nos reuniésemos, la opinión pública que Lechen tiene sobre Björn cambiaría y se le permitiría retomar su posición como Príncipe Heredero. No hay nadie en el mundo que merezca más ese puesto y sé que eso es lo que realmente quiere la gente de Lechen, porque todavía lo aman. Lo miran y lo odian por las cosas que hace. Por eso deseaba con tanto fervor nuestro reencuentro. — Dijo Gladys con ojos fríos y contemplativos.

—¿Por qué me está diciendo esto? — Preguntó Erna.

—No lo sé, tal vez para ayudarte a entender lo que estoy tratando de lograr.

Björn habría sabido, si la hubiera escuchado un poco más, que ella nunca lo engañó, ni una sola vez. Ella ya estaba embarazada cuando se casaron. No se romperían y aún podrían brillar intensamente.

—Desde que se volvió a casar, todo esto ha sido en vano, parece que la Gran Duquesa es capaz de darle a Björn algo que yo nunca pude. — Gladys acortó la distancia hasta Erna con pasos pequeños y pensativos.

Los ojos de Erna estaban rojos y parpadearon rápidamente. Finalmente, sintió como si hubiera salido del barro.

—No creo que utilices a un gran hombre para algo tan trivial como pagar las deudas de tu familia y mejorar tu estatus. — Continuó Gladys.

«Espero que esta mujer salga lastimada.» — Pensó Gladys.

Gladys se odiaba por ser tan vengativa, pero lo deseaba de todos modos. Incluso si no pudiera volver a sentarse junto a Björn, al menos no dejaría que sea esta mujer.

—Entonces, simplemente…

—Princesa. — Interrumpió Erna a Gladys. —Hay algo que quiero preguntarle.

—¿Qué es eso? — Dijo Gladys, volviéndose hacia Erna.

—Sé que una mujer no debe hablar de ningún hombre excepto de su marido. — Erna miró directamente a Gladys.

Erna no estaba segura de qué era mejor, incluso después de pensarlo durante tanto tiempo, pero una cosa estaba clara. Tal como estaban las cosas, no podría vivir a la sombra de la Princesa por el resto de su vida. Erna se dio cuenta de eso y de alguna manera, en este mundo desconocido, tenía que hacerse un lugar. No podía vivir como lo había hecho cuando soñaba con regresar a Buford después de sólo un año.

—Entiendo que Lechen y Lars tienen diferentes estándares de etiqueta, pero me gustaría que la Princesa siguiera a Lechen.

—¿Perdón? — Los ojos de Gladys se entrecerraron hacia Erna.

—Y Princesa, no conocía a Björn cuando era Príncipe Heredero. Buford es un lugar bastante remoto, las noticias tardan un poco en llegar. La primera vez que vi a Björn fue cuando entré desde afuera, esa fue mi primera impresión de Björn y así será como siempre lo veré. — Erna se enderezó y calmó su respiración alterada. —Soy muy consciente de que no puedo ofrecerle nada a mi marido más que la deuda familiar, pero ya ve, Björn me eligió, así que tengo que creer que hay algo que puedo ofrecerle, algo que él ve. Así que haré lo mejor que pueda por el Björn que conozco.

—¿Realmente vas a enfrentarme ahora, Gran Duquesa?

—No, solo hablo honestamente, desde el corazón.

Erna desvió la mirada y Gladys siguió su mirada hasta el macizo de flores.

—Agradezco su oferta de los lirios rosados, pero a mí me gustan los blancos. — Erna pudo sentir que sus manos enguantadas se enfriaban. —Y no reduciré la ornamentación de mi sombrero, porque es bastante bonito tal como está y a Björn le gusta. — La voz de Erna era tan clara como el cielo otoñal.

—Gran Duquesa. — Dijo Gladys, cuando Erna se giró para irse. —¿De verdad crees que conoces a tu marido? No tienes idea de lo cruel y terrible que es realmente Björn Denyister.

El rostro perfectamente pálido de Gladys estaba rojo de ira. Erna se volvió para mirar a la Princesa y ladeó ligeramente la cabeza como si considerara o pensara.

—Si Björn es un hombre tan cruel y terrible, ¿por qué lo desea tanto de vuelta, Princesa?

Gladys no respondió y se quedó allí parada frente a Erna, mientras ella se inclinaba cortésmente. Dejó a Gladys sola en el invernadero, mordiéndose el labio tembloroso. Flores, cintas y delicados adornos de encaje alrededor del corpiño de la joven se balanceaban mientras ella se alejaba, batiendo como las alas de una mariposa, volando sobre el invernadero.

 

* * * *

 

—Detente, detén el carruaje. —Se escucharon los gritos de una doncella.

Tan pronto como el sorprendido cochero detuvo el carruaje, Erna y su doncella salieron corriendo y se dirigieron hacia el césped cuidadosamente cortado. El cochero no sabía lo que estaba pasando, hasta que Erna cayó de rodillas y empezó a vomitar entre los arbustos.

—Agua, trae agua. — Gritó la doncella al cochero.

Saltó del asiento del conductor con una cantimplora en la mano. La doncella lo cogió y se lo dio a Erna, que no se levantó hasta que se enjuagó la boca varias veces.

—Por favor, conduce con cuidado, me siento como si estuviera en una nube. — Dijo Erna, volviendo a subir al carruaje.

El cochero asintió obedientemente y tomó de nuevo las riendas, instando a los caballos a regresar con cuidado y despacio al palacio.

Lisa apoyó una almohada para Erna y observó cómo el paisaje pasaba lentamente. Cuando el calor volvió a sus manos y pies, Erna se sintió un poco mejor.

—¿Se encuentra bien? — Preguntó Lisa.

Desde que tomó té con la Princesa de Lars, la tez de Erna se veía pálida y se deterioraba todo el tiempo.

—Lisa, yo… No sé qué está pasando. — Murmuró Erna.

—Es este lugar, su Alteza, todos en la familia real están locos. Si nos volvemos locos, podemos hacerlo juntos, así será más placentero. — Dijo Lisa, agregando otro cojín.

Lisa no sabía lo que pasó en el invernadero, pero Erna debió haber hecho lo correcto. No estaba mal morder a los perros de Lars, incluso cuando intentaban morderte los tobillos.

—Creo que la jefa de doncellas está conspirando con la Princesa. Si no, entonces esto realmente es una coincidencia complicada. — Dijo Lisa, mirando a Erna con ojos pensativos. —No puede esperar, debe informarle a Su Alteza de inmediato.

—No, Lisa. — Dijo Erna sacudiendo la cabeza. —Lo que pasó en la orilla del lago debe permanecer en secreto, por favor. — Tomando la mano de Lisa, Erna le suplicó a su doncella.

—¿No está molesta?

—Estoy molesta.

—Entonces por qué…

—Porque estoy muy molesta.

Lisa no entendía, pensaba que, si estabas molesta y era causado por otra persona, entonces tenías que luchar, aunque eso significara revolcarse en el barro, arrancarte los pelos, tenías que luchar y luchar para ganar. Pero Lisa no podía ir en contra de Erna, no cuando la mujer de grandes ojos azules la miraba.

—Gracias, Lisa.

Lisa le devolvió la sonrisa a Erna y miró por la ventana. No muy lejos pudo ver aparecer el Palacio Manster. La villa de Lars de la que tanto deseaba alejarse.

 

* * * *

 

Karen caminaba por los pasillos del palacio con un paso inusualmente nervioso. No podía hacer nada para ayudar a la Princesa y no podía quedarse quieta sabiendo que la Gran Duquesa regresaría pronto.

<”Si esta no es una evaluación descuidada, entonces solo eres una sirvienta en la casa.”>

Björn nunca levantó la voz, ni una sola vez, ni siquiera mostró el más mínimo atisbo de enojo y de alguna manera, eso lo empeoró.

Björn la había mirado durante tanto tiempo, en absoluto silencio, hasta que tocó el cuaderno de Erna y de repente Karen perdió toda la compostura y se desplomó.

Karen sabía lo que había en ese cuaderno, había estado al lado de la Gran Duquesa cada vez que escribía en él, por eso sabía a qué apuntaba Björn.

Siempre fue difícil llevar a cabo reuniones sociales sin la influencia de la Princesa Gladys y de la familia real en su conjunto. Su familia estaba tan entrelazada dentro de Lars que era difícil no crear algunas divisiones entre conocidos. Karen había omitido todos esos detalles, por supuesto, porque quería que la Gran Duquesa se quedara afuera, sola.

Björn tomó el cuaderno y pasó las páginas casualmente, ‘de estos dos, ¿cuál es mejor?’ Lo dejó nuevamente como si hubiera estado considerando el menú.

—Lo siento, Alteza, no fui lo suficientemente buena. — Suplicó Karen.

Björn se inclinó sobre su escritorio y juntó los dedos hasta la barbilla. Karen no estaba dispuesta a levantar la cabeza y miró al suelo.

—Tráeme una taza de té, por favor. — Fue todo lo que dijo.

Estuvieron mucho tiempo en el dormitorio de la Gran Duquesa, ella se fue sin decir palabra y cuando salió al pasillo se desplomó en el suelo. Estaba paralizada y pensó que, si alguna vez volviera a estar en esa situación, no tendría tanta suerte.

Justo cuando la luz del sol empezaba a ponerse roja, la Gran Duquesa regresó. Al oír los cascos de los caballos, Karen corrió hacia la puerta principal. Erna la miró mientras salía del carruaje.

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