Secuestro 16
«Veo en tus ojos que no tienes intención de echarte atrás».
Sabina apartó la mano como si hubiera tocado algo sucio.
«Yo me ocuparé de eso».
Y se dio la vuelta.
Tristán no la detuvo.
De hecho, lo sabía.
En cuanto vio el duelo de Sabina y leyó el ritmo, lo supo.
Una serie de pasos deslizantes, como los movimientos de una serpiente, fluidos movimientos de brazos, un hábil manejo del centro de gravedad…….
Esa es la esgrima de Castaigne.
Castaigne, un espadachín dotado.
Las serpientes suelen asociarse con la ferocidad, la astucia y la crueldad, pero Castaigne era diferente.
Su manejo de la espada era anómalo, recordaba a una serpiente, pero se decía que era tan virtuoso y recto como la plata.
También significa maestro cortés, que es lo que era desde el punto de vista de otro.
Ese alguien era el rey.
El rey del Reino del Loira, un estado vasallo del Imperio.
Se dice que Castaigne enseñó esgrima a los herederos de su reino de generación en generación.
Pero Castaigne cayó en desgracia cuando se convirtió en un estado vasallo de Pineta.
Por qué un joven de la Casa Valois empuñaría la espada de Loiseau, y mucho menos la espada de una casa proscrita, es algo que se me escapa.
Podría haberlo adivinado.
Sabina acababa de asegurarle a Tristán con una mirada severa.
Que su ‘A’ estaba muy relacionada con Castaigne.
‘La Espada Dotada. Has aprendido una esgrima que te va demasiado bien. Atraviesa, pero nunca cruza la línea…….’
Es como si el encuentro entre ‘A’ y Sabina fuera el destino.
«Aquel que lleva a cabo la voluntad de Castaigne.
Podría ser que no fuera más que un heredero de la esgrima, pero también podría ser que fuera el único superviviente de una familia extinguida.
«Un superviviente… He oído que …… debe haber acabado con todos y cada uno de ellos.
Si existió, debe albergar una gran malicia hacia Valentine y el Imperio Pineta.
Por supuesto, no era asunto mío.
En cualquier caso, mientras sospechara que este hombre tenía vínculos con Castaigne, sólo era cuestión de tiempo que lo tuviera.
‘Una voluntad, un pensamiento, un sueño.
A era, en palabras de Sabina, todo lo que la hacía ser quien era.
Quitárselo sería como quitarle una parte del cuerpo.
Tristán recordó vívidamente el impulso que sintió la primera vez que la vio.
Se le secó la boca y sintió un hormigueo en la piel.
Fue como tirar de la cuerda de un arco hacia un hermoso pájaro que surca el cielo.
‘Puedo dejarlo caer.
Pronto hacia donde estoy.
Le cortaré las alas, la meteré en una jaula y le susurraré la muerte al oído mientras lo pierde todo…….
Tristán nunca había sido de los que se echaban atrás ante sus impulsos.
Sus afiladas flechas nunca habían errado el blanco.
Esta vez no sería diferente.
«Creo que voy a llamarlo un día.»
El sol ya se había puesto fuera de la ventana.
«¿Qué?
Aria se quedó un momento mirando el cielo enrojecido por el atardecer, aturdida.
¿Cuándo se había hecho tan tarde?
«¿Estás colgando…… aquí?»
«Sensacional, ¿eh?»
Sabina rió con picardía.
«Me temo que nos estamos alargando demasiado para una mujer embarazada. Será mejor que vuelva. Tengo trabajo que hacer».
Era doloroso saber que no podía quedarse a escuchar la historia.
Pero dijo que tenía trabajo que hacer, así que no tuve elección.
Sabina palmeó la cabeza de Aria, que parecía decepcionada, y salió de la habitación.
Aria se quedó mirando la puerta cerrada y salió de la habitación con un poco de retraso.
Whirr.
«¡Boom!»
Silbó, y Silver se abalanzó como si la hubiera estado esperando.
Con el debido respeto a Silver, parecía un poco intimidante.
Por reflejo, Aria me rodeó el estómago con los brazos en un abrazo protector, luego los retiró y soltó una risa incómoda.
Mi comportamiento le resultaba tan extraño.
«Necesito que me lleves con tu capitán».
«¡Awww!»
Aria intentó subirse a la espalda de Silver mientras éste arrancaba el motor para cumplir la orden.
Volaron por el aire al mismo tiempo.
«¿Capitán?»
Era Tristán.
La agarró por los cuartos traseros y no la levantó como había hecho cuando Aria era más joven.
En lugar de eso, la cogió con cuidado en brazos y tiró suavemente de ella.
Seguía siendo desconsiderado al no pedir permiso, pero al menos no era tan brusco como antes.
«Así me llamaba mi perro …….»
«¿No lo sabías?»
«¿Cómo voy a saber lo que dice un perro?»
Al parecer llamar perro a un lobo era lo mismo de siempre.
Aria se estiró riendo.
Era el tipo de comportamiento que surgía de confiar plenamente en él.
«¿Por qué me buscabas?»
«Quería ver a mi padre».
«Pareces un privilegiado».
«Soy un poco mojigata».
«Sólo lo digo porque eres…….»
Parecía que quería que ella hiciera algo.
Como cuando tenía diez años y su padre le había robado una tarjeta con palabras bonitas.
No había podido darle la tarjeta desde que descubrió que podía hablar, así que le había dado un ligero beso en la mejilla…….
«Papá, por si no lo sabías, ya soy mayor».
«¿Quién no lo sabe?»
«Pronto voy a ser mamá».
Su cuerpo se puso rígido por un momento.
Así que no lo sabía.
A juzgar por su reacción, debió de olvidarlo por un momento.
«Va a tener un bebé. Y uno débil en ese…….»
Tristán se rió, haciendo un sonido tonto como si por fin lo estuviera asimilando.
Un enclenque. No sé de cuándo habla.
«Además, ¿es esto algo que diría tu padre?
Aria no pudo evitar mirar a Tristán bajo una nueva luz, ya que hoy había oído muchas cosas nuevas de Sabina.
Decirle a una mujer que nunca había conocido, y mucho menos con la que se había casado, que renunciara a sus sueños, a su futuro, y que muriera con él.
Incluso había planeado matar a la persona que más significaba para ella, llevarla a la desesperación, y luego tomarla para sí.
¿Realmente siguió adelante con ese loco plan, y perdió ella a la única persona de su vida de la que podía decir que lo era todo para ella, justo delante de sus ojos, y acabó renunciando a todo y quedándose en Valentine?
Es como el final de una historia.
Al mismo tiempo pensé que no podía ser verdad y que podía serlo.
Porque, cuando Tristán conoce a Aria por primera vez, le pregunta …….
«¿Por qué tienes los ojos tan abiertos?»
«Cuando me llamas niño o débil, me recuerda a cuando era niño».
«Cuando eras más joven…… me seguías bastante bien desde que sólo sabías jugar a la trinchera».
«¿Ah, sí?»
Se golpeó la mejilla con el dedo índice, fingiendo estar ensimismada, y luego exclamó: «¡Ah!» exageradamente, como si recordara de repente.
«Ahora que lo pienso, la primera vez que me viste intentaste echarme a los lobos».
«…….»
«Juro que nuestros ojos se encontraron y ni siquiera te inmutaste».
«…… lo hizo.»
«¿No te acuerdas? También recuerdo lo que dijo mi padre entonces: «Hace mucho tiempo que los perros no comen. Mátalos».
Aria levantó la cabeza y dijo, manteniendo la voz lo más baja posible.
Sus ojos estaban perezosamente medio cerrados, como si no pudiera molestarse en abrirlos.
«¡Uf!»
se apresuró a interrumpir Dwayne.
No era exactamente lo mismo, pero ella sabía el punto exacto del tono y la expresión de Tristan.
«¿Yo hice eso?»
«También dijiste que eras más débil que un bicho».
«Hmm, lo recordaste hace tiempo».
dijo Tristán temblorosamente.
Evitó la mirada de Aria, incapaz de resoplar ante la más mínima amenaza.
Para ocultar sus ojos vacilantes.
Una sonrisa perezosa seguía tirando de las comisuras de sus labios, pero sólo le hacía parecer más inquieto.
«Y entonces lo dejé pasar, y Lloyd vino a mí y se puso de rodillas y se disculpó…….»
«¿De rodillas ……?»
Ante la severa respuesta de Tristán, Aria rompió su expresión pétrea y se echó a reír.
«No importa».
Pareció darse cuenta de que había hecho una broma de mal gusto.
«Ahora te estás burlando de mí».
«Soy así de grande».
«Vale, retiro lo de niño».
Tristan rió desafiante y la dejó en el suelo.
Parecía ridículo, pero sus ojos estaban llenos de afecto por Aria.
«Bueno, entonces también intentó matarme nada más verme, pero sólo porque era un hombre…….
Aun así, era mucho más limitado que lo que Sabina le había contado.
De todos modos, una vez me enteré de la situación de Aria, no cedí y la salvé del Conde Cortez.
Al parecer, Vincent también se salvó.
Y está claro que quiere a sus dos hijos, aunque no lo exprese.
Cada vez que miraba a Sabina, había un profundo afecto en sus ojos que no era nada comparado con lo que veía cuando miraba a Aria.
Tristán era un archiduque demoníaco, cruel a más no poder, un asesino implacable de todo aquel que se le ponía a tiro, pero también era un hombre que se preocupaba por su familia y la quería.
Eso fue antes de conocer a Aria.
Lo que significaba, a falta de una palabra mejor, que Sabina lo había hecho humano.
«¿Cómo?
¿Cómo?
Aria no pudo evitar sentir curiosidad por la historia de Sabina, que se cortó a mitad de frase.
«Tienes ojos curiosos».
Preguntó rápidamente Tristán.
Aria no aceptó un no por respuesta.
«En realidad, me contaron una historia sobre la juventud de tu padre».
«¿Hmm?»
«Oí que vivió una vida bastante mierdosa, desperdiciando su propia vida y la de otros como moscas…….».
Tristan volvió a mirar a Dwayne.
Dwayne levantó las manos inocentemente.
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