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Episodio 43 – Emociones impulsadas por la turbulencia

 

En ese momento, todos en la sala contuvieron la respiración.

Lionel, sin saberlo, mordió la tierna carne en su boca.

El Emperador se sentó cerca de la Emperatriz y le cepilló lentamente el cabello. Luego, le ordenó a Lionel que quitara uno de los mechones de cabello negro que colgaban de su rostro.

“Ayudante, tráigame una toalla mojada.” (Karl)

Tan pronto como dio esa orden, la Señora Giggs reaccionó como un resorte.

“Su Majestad. Lo hare yo.” (Sra. Giggs)

Sin embargo, el Emperador cortó sus palabras firmemente.

“¿No es acaso él, el ayudante de la Emperatriz? Debería poder hacer eso.” (Karl)

El Emperador miró al congelado Lionel y lo instó una vez más.

Las miradas de los médicos y sirvientes que esperaban en la habitación de la Emperatriz se dirigieron de inmediato hacia Lionel. Lionel de repente se sintió patético y a la vez divertido por la situación.

El Emperador dio deliberadamente esa orden para mostrar cuán superficial era la relación entre Lionel y la Emperatriz. Así que no había necesidad de estar agitado.

‘No hay razón para estar agitado en primer lugar, ¿no es así? …Pero ¿por qué mi corazón se tambalea aquí y allá como un junco frente al viento, y me cuesta respirar como si estuviera cubierto por un montón de tierra?’

Lionel apenas logró mantener a raya su frágil corazón, recogió una toalla mojada de un rincón y caminó hacia el Emperador.

El Emperador miró con desaprobación a Lionel, que mantenía una expresión indescifrable, y luego aceptó con rudeza la toalla húmeda. Luego dirigió su mirada a la dormida Adele y lentamente le secó la cara con orgullo. Fue un toque cuidadoso y delicado, como tocar una escultura de vidrio.

Lionel observó toda la escena sin respirar. Como si quisiera grabarla en su retina.

Después de un rato, cuando el rostro de Adele, que estaba empapado en sudor y lágrimas, se aclaró, Karl se levantó de la cama con cara de satisfacción. Luego, presionó la toalla mojada y tibia sobre el pecho de Lionel, que estaba parado cerca, y susurró.

“De ahora en Adelante, cuando la Emperatriz esté dormida, espere afuera de la puerta. ¿Lo entiende?” (Karl)

El Emperador salió de la habitación después de dejarle al médico el mensaje de que lo llamara nuevamente si la Emperatriz se despertaba, y la señora Giggs se acercó a Lionel y tomó una toalla en su mano.

Lionel volvió a mirar el rostro de Adele con una expresión rígida y luego se dio la vuelta.

La anciana murmuró para sí misma que no tenía idea de lo que estaba pasando y sacudió la cabeza levemente.

 

****

 

Después de salir del Palacio de la Emperatriz, Lionel regresó a su oficina y cerró la puerta.

Henry Jackal preguntó qué estaba pasando, pero Lionel ni siquiera pudo responder.

Su pecho se sintió bloqueado a pesar de que dejó escapar el aliento que había estado reteniendo. Lionel desabrochó el botón de la camisa que le llegaba hasta el cuello con mano áspera. Cerró los ojos con fuerza y trató de calmar su corazón que latía salvajemente furioso, pero la escena le vino nuevamente a la mente.

El Emperador sentado en la cama de la Emperatriz como si fuera algo natural.

“Uf…” – Lionel suspiró y se derrumbó en el sofá.

‘Ellos son una pareja. No es común que el Emperador cuide a la Emperatriz, ¿acaso es eso algo reprobable?’

Sin embargo, en el momento en que Lionel vio esa escena, quiso gritar por lo bajo.

“Tan pronto como la Emperatriz se despertó, fui yo, no Su Majestad, a quien llamó.”

‘¿Sabes que ella considera este lugar como un infierno?’

Se apartó con cara llena de confusión, apretando los dientes con fuerza.

Hacía solo un día que había enterrado en lo profundo su deseo y juró no volver a desplegarlo nunca más. Sin embargo, las emociones tormentosas surgieron como una turbulencia y lo sacudieron violentamente.

Lionel no pudo soportarlo y se levantó de su asiento. Su corazón latía tan fuerte que le dolía el pecho. Se frotó con fuerza su palpitante corazón y gruñó como una bestia herida.

Ese sentimiento era algo que nunca podría resolverse. No, ni siquiera estaba claro qué era en primer lugar. Tenía miedo de nombrarlo. – ‘¿Es esto anhelo, envidia, respeto, asombro u otra cosa?’

Lionel, sacudido por la ola de emociones, de repente recordó el rostro dormido de Adele.

‘¿Estás bien?’

Lionel se rió abatido y se tapó los ojos con las manos. Sentía como si Adelaide tuviera una correa sobre él. Incluso lo más pequeño en ella lo hacía temblar con impotencia de esta manera.

 

****

 

“Vamos a terminar de hablar de lo que estábamos hablando antes.” (Karl)

Cuando Karl salió del Palacio de la Emperatriz, le dijo al asistente que lo seguía.

Cuando escuchó la noticia de que la Emperatriz se había despertado, el Emperador había estado escuchando un informe sobre la Emperatriz de un asistente.

“Lo siento Su Majestad, no pudimos entender la situación dentro de la residencia conjunta.”

“¿Entonces? Te dijeron si compartieron la misma habitación o no.” (Karl)

“Parece que cada uno de ellos usó una habitación diferente.”

“…” – Karl frunció el ceño y se mordió el labio.

Lionel Baldr. Su presencia lo molestaba como una espina en el cuello.

Le dijeron que la Emperatriz lo llamó tan pronto como abrió los ojos. Y debe haber corrido tan pronto como escuchó la orden. Lo supo, porque el mismo también llegó apresuradamente ante la noticia de que la Emperatriz se había despertado.

El asistente notó la apariencia amenazadora del Emperador y eligió sus palabras con mucho cuidado.

“Y hace dos días, escuché que fue a los barrios bajos al otro lado del río Niabara.”

Karl, que estaba sumido en sus pensamientos frunció el ceño y dejó de caminar.

“¿Barrios bajos?” (Karl)

“Sí. Creo que se quedó allí unas dos horas. Al acercarnos al niño que guiaba a Su Majestad, descubrimos que Su Majestad visitó algunas casas en los barrios marginales y miró dentro.”

“¿Con quién dijiste que viajaba?” (Karl)

“Se dice que estaba con Sir Lionel Baldr.”

El Emperador guardó silencio y bajó los ojos. El asistente contuvo la respiración ante la sombra creada por el alto hombre. – ‘¿Cuánto tiempo ha estado así?’

Poco después, el Emperador comenzó a moverse lentamente.

El sirviente involuntariamente dejo escapar su aliento contenido y lo siguió apresuradamente.

 

****

 

Cuando el Emperador regresó a su oficina, Diane lo estaba esperando. Cuando entró, Diane se levantó de su asiento y sonrió alegremente. Era como un hábito.

“¿Usted está aquí, Su Majestad?” (Diane)

Fue un saludo amistoso, pero Karl solo la miró con una mirada poco sincera y luego se fue a su escritorio sin decir palabra alguna.

Diane se mordió el labio con fuerza. Se tambaleó y su cuerpo de enfrió como si su pecho se hubiera congelado. Aun así, trató de no torcer su expresión y se dio la vuelta.

“¿Tienes algo que decirme?” – El Emperador le preguntó mientras revisaba los papeles apilados en el escritorio. Sus ojos y manos seguían sobre los papeles.

Era una señal de que no tenía nada de qué hablar con ella de momento, por lo que Diane se impacientó.

Normalmente, ella se habría acercado a él con un puchero en los labios y lo habría besado en la mejilla. Le diría que lo entendía, y después de llamar su atención encantándolo para reunirse con ella más tarde, habría salido de la habitación sin remordimientos.

Fue cuando… La puerta lateral por la que entraban y salían los sirvientes se abrió cuidadosamente y alguien entró en la oficina del Emperador.

La mirada de Diane la alcanzó lentamente.

El ondulante cabello rubio brillaba a la luz del sol. Un perfil limpio y ordenado, un movimiento tan suave como la brisa primaveral.

Diane contuvo la respiración y la miró.

El mundo se detuvo como si solo existieran esa doncella y Diane. Parecía que sólo habían dos personas en el mundo.

Moviéndose ligeramente, la doncella se acercó al escritorio del Emperador y comenzó a organizar en silencio los papeles apilados aquí y allá. Dedos delgados volaron sobre los papeles como si bailaran. Como un alumno inclinando la cabeza y revisando en silencio los documentos…

Ojos azul claro… Era la criada que salió de la habitación del Emperador el otro día.

‘Ah…’ (Diane)

La conmoción golpeó a Diane con fuerza, como si la sangre de todo su cuerpo se hubiera derramado a sus pies. <imreadingabook.com> Las palmas de sus manos que se humedecieron en un instante y una espeluznante piel de gallina recorrió su espalda y su cintura.

Diane casi se derrumbó en el acto. La ansiedad que siempre se aferraba a su espalda y la perseguía por la noche finalmente se reveló.

Era mayor que la ansiedad que sentía al enfrentarse a la Emperatriz.

<“¿Cuántas mujeres rubias de ojos azules menores de veintinueve años hay?”>

‘¿Por qué el administrador general del Palacio de su Majestad, que había presenciado numerosas escenas mientras ella protegía el palacio durante mucho tiempo, eligió a una persona así?’ (Diane)

Los hermosos ojos de Diane estaban inyectados en sangre.

La doncella, parecida a un tierno ciervo, clasificó los papeles, los sostuvo en sus brazos y miró al Emperador. Entonces el Emperador también la miró.

“Buen trabajo.” (Karl)

‘Parece algo amistoso. Suena dulce.’ (Diane)

La doncella, inclinando la cabeza con cautela, dio media vuelta y atravesó el despacho del Emperador con un gesto cauteloso como el de una ardilla.

La mirada de Diane estaba fija en ella.

Fue solo cuando la puerta se cerró que Diane dejó escapar un suspiro tembloroso.

“Si no tienes nada que decir, también puedes retirarte Diane.”

“…” (Diane)

Diane levantó lentamente la mirada y miró a Karl. Su fría mirada se demoró en ella por un momento y luego desapareció de nuevo.

‘¡Oh, me estás arrojando al infierno otra vez! Ni siquiera me preguntas por qué estoy aquí o cómo me siento ahora.’ (Diane)

“… ¿Dónde has estado?” (Diane)

“¿Qué?”

Karl, que miraba casualmente los documentos, frunció el ceño y volvió a mirar a Diane. Fue solo entonces que su figura apareció a su vista. Diane pudo observar su apariencia desaliñada, ojos inyectados en sangre y rostro endurecido.

“¿Dónde has estado?” – Diane preguntó con voz llorosa. – “El encargado del papeleo ha cambiado. ¿Qué pasó con la persona que trabajaba antes?” (Diane)

“…”

“La niña que acaba de irse… Sus manos se veían meticulosas… En realidad, estoy un poco incómoda porque la Emperatriz ha enviado a todas las doncellas a otros lugares.” (Diane)

“¿Diane…?”

“¿Puedes dármela?” (Diane)

El Emperador frunció el ceño y miró fijamente a Diane durante mucho tiempo, luego accedió a su pedido en voz baja.

“Si es lo que quieres.”

No importaba si era sí o no, lo que significaba es que debía cuidarla.

El asistente que estaba a su lado curvó los labios ante ese comentario desconsiderado y miró fijamente al Emperador.

No había duda de que el Emperador ni siquiera sabía que el asistente de documentos había sido cambiado recientemente por esa criada. Para él, los sirvientes no eran diferentes de las tazas de té que usa.

El asistente miró fijamente a Diane esta vez. Su expresión, su aliento, su actitud, su tono. El asistente casi estaba seguro sin necesidad de verlo, cómo sería tratada la doncella que llevaba los documento si fuera de Diane.

“Gracias, Su Majestad.” (Diane)

Algún tiempo después de que Diane salió de la habitación del Emperador, otro asistente entró para sustituirlo y el asistente salió de la habitación del Emperador. Y después de pensar en algo por un tiempo, comenzó a caminar hacia algún lugar con una cara determinada.

Por la fecha en que se reemplazó al encargado de los documentos, una persona lo visitó en secreto y le dijo.

“Cuando Diane Poitier vea a la doncella, sin duda intentará hacerla suya. Mira bien a tu alrededor, y si algo así sucede, debes venir a mí sin demora y hacérmelo saber.” (Desconocido)

 

****

 

Mientras tanto, Lennox respondió directamente a la llamada de Diane. Su hermana, a quien no había visto en varios días, estaba claramente nerviosa.

“¿Por qué? ¿Qué pasó?” (Lennox)

Diane, que paseaba ansiosamente, se mordía las uñas y los labios.

“¡Diane Poitier!” (Lennox)

Diane se comportó como una niña tranquila desde una edad temprana incluso cuando murieron sus padres. El ansioso Lennox rápidamente agarró el hombro de Diane y gritó.

Diane, que estaba temblando al igual que Lennox, de repente lo agarró del brazo y se enojó.

“¡Elige bien a las doncellas, eso es lo que dije!”

“¿Qué demonios estás pasando?” (Lennox)

“¿No puedes hacer ni siquiera eso bien?”

“¡Te lo dije! La Emperatriz y Hannah Giggs tienen todos los derechos de contratación y colocación del personal. No hay absolutamente nada que pueda hacer para traer o enviar gente. ¿No lo sabes acaso?” (Lennox)

Dentro de la habitación de invitados del Palacio Imperial. Las voces de los dos fueron apenas susurradas, a diferencia del Palacio de Marfil. Los dos, agarrándose fuertemente de los brazos y gruñendo, se quedaron en silencio después de las palabras de Lennox.

Diane miró el rostro de su hermano con ojos ardientes, luego suspiró suavemente, se frotó la cara y se pasó la mano por el cabello. Luego abrió la boca con voz áspera y quebrada.

“… La doncella a cargo de los documentos de Su Majestad quedará bajo mi jurisdicción. Entonces encárgate tú mismo de ella.”


Nameless: Me pregunto si ese encárgate significa que se deshaga de ella…

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