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Episodio 1 – Me casé en contra de mi voluntad

 

Adele miró alrededor de la habitación de la Emperatriz, muy lentamente, por si aún quedada alguna pequeña sensación persistente.

Pero no importa cuántas veces mirara, no pudo encontrar nada.

‘Ah, en realidad no hay nada.’

Cuando pensó en ello, su corazón se sintió sorprendentemente ligero.

En ese momento, creyó escuchar el sonido de pasos urgentes, pero hubo un golpe y la puerta se abrió. Solo hay una persona que podía abrir su puerta así.

El que abrió la puerta y apareció era un hombre tan hermoso que la gente quedaría hipnotizada.

Su brillante cabello rubio estaba despeinado, probablemente porque había corrido. Con ojos morados agudos y decadentes, el hombre miró a Adele.

Era Karl Ulrich, el Emperador del Imperio Ehmont y exmarido de Adele.

A primera vista, Karl se veía pálido. Miró de arriba abajo la ropa de Adele y apretó los dientes con fuerza.

“¿Adónde vas?” (Karl)

Los ojos brillantes parecían devorarla.

Adele apartó la cabeza de él y se alejó. Luego, el Emperador bloqueó su salida por la puerta para evitar que salga, y gruñó cuando ella se acercó.

“¿Estoy preguntando adónde vas?” (Karl)

Los ojos dorados de Adele volaron desafiantes. No importa cuánto lo intente, esos ojos intensos que no puede sostener.

El Emperador quería encerrarla. Si pudiera tenerla incluso si estuviera bajo llave y atada, quería hacerlo de inmediato.

“…”

Dio un paso atrás de él, como si no quisiera responder a su pregunta, y se movió hacia la puerta de nuevo.

Al ver eso, el Emperador la agarró por los hombros y la giró. Sabía cuánto odiaba ella ese tipo de comportamiento, pero no conocía de qué otra manera retenerla.

Como era de esperar, Adele estrechó bruscamente esa mano. Los dos se miraron con los ojos inyectados en sangre y se enfrentaron con fuerza. A un paso del otro. El Emperador Karl se estremeció al sentir que todo su cuerpo se enfriaba, luego desechó lo que quería preguntar todo el tiempo.

“¿Vas a ir con él?” (Karl)

“…”

“¿Te estás arrastrando hacia Lionel Baldr?” (Karl)

El Emperador gritó desesperado, pero la expresión de Adele se volvió más fría en el momento en que escuchó esas palabras.

‘Incluso al final, ignoras lo que es más importante. No, tal vez sea porque cada persona piensa que lo que es importante es diferente.’

“¿Acaso es importante adónde vaya…?”

“…” (Karl)

“No. A mi no me importa eso. Lo que me importa es que ya no puedo soportar estar a tu lado.”

“Si mi Emperatriz no puede estar a mi lado, ¿dónde estaría?” (Karl)

Adele estalló en una risa absurda ante la pregunta gruñona.

“¿Emperatriz? ¿Acaso no me destronaste?”

Karl se quedó sin palabras ante su acusación. Adele borró su sonrisa y lo miró con una mirada tranquila mientras susurraba.

“Fue lo mejor.”

Todo el cuerpo de Karl comenzó a temblar al ver algo que se sacudía.

“¡Basta! ¡No digas más!” (Karl)

Karl quería arrodillarse frente a ella y rogarle que dejara de hablar. Pero Adele ni siquiera le dio la oportunidad de hacer eso.

“Incluso si no hubiera sido destronada, habría dicho esto algún día.”

“… ¡Detente!” (Karl)

Ella le dedicó una sonrisa seductora en forma de medialuna que él tanto había anhelado.

“El asiento a tu lado, lo tiraré.”

Ante esas palabras, el Emperador miró a Adele con una cara a punto de colapsar. Pero Adele no sintió la más mínima pena. Porque no podía abandonar su camino hasta el final incluso por esa cara.

Karl gritó con los ojos inyectados en sangre.

“¡No! ¡No puedes! El único lugar para ti es el asiento a mi lado. Haré lo que sea necesario para que vuelvas a sentarte a mi lado. ¡Eres mi Emperatriz!” (Karl)

Cuando se atrevió a mencionarme la posición de Emperatriz, Adele abrió una cuña una vez más en un tono firme.

“Renuncio a la posición de Emperatriz.”

 

****

 

Un grupo de personas cruzaba un vasto desierto. Había una fila de carros grandes cargados con varios artículos raros, y se estimó que la cantidad de soldados que escoltaban la procesión era de cientos.

Lo que realmente destaca en esta enorme procesión era un gran y espléndido carruaje y dos banderas colgadas una al lado de la otra en el carruaje. A ambos lados del carruaje, las banderas de dos grandes imperios ubicados al otro lado del mar colgaban una al lado de la otra y ondeaban.

La mujer en el elegante carruaje miraba por la ventana con expresión aburrida. Levantó la mano y se apartó el cabello negro y brillante mientras el viento soplaba y oscurecía su vista. Los ojos expuestos eran de un raro color dorado que parecía contener la brillante luz solar.

Su nombre es Adelaide Gotthrof.

El mejor striker* que puede quitar el núcleo de una torre sin ayuda de nadie, y la Princesa del Imperio Gotthrof, no, la que fue la Princesa Heredera.

(N/T: *Striker = Mago Delantero, que va al ataque en primera línea para derribar una torre.)

Los soldados que escoltaban el carro no dejaban de mirar la belleza de la Princesa extranjera a través de la ventana abierta. Era una mujer con una belleza que cautivaba los ojos de la gente.

“Adelaide Gotthrof.” – Adele repitió cínicamente su nombre y se rió.

 

<“Es una propuesta de matrimonio enviada por el Emperador Ehmont. Ve y conviértete en la Emperatriz de Ehmont.”> (Madre)

<“… ¿No puedo quedarme aquí porque eres muy insegura, madre?”>

<“Pensé que aceptarías con gusto, ¿no es así acaso?’”> (Madre)

A la pregunta de la Emperatriz viuda, Adele se quedó en silencio como si no tuviera palabras. La Emperatriz viuda se acercó a su silenciosa hija y susurró.

<“¿No te arrepientes de ese día en cada momento difícil? Si hubiera dejado morir a Lucio ese día… Te habrías convertido en el Emperador de Gotthrof.”> (Madre)

<“Por favor deje de…”>

Adele empujó a su madre con los ojos inyectados en sangre, pero la Emperatriz viuda no retrocedió fácilmente. Miró a Adele con ojos tristes.

<“Adele. ¿No estás en deuda con tu único hermano? Eres leal a Lucio, por supuesto, pero ¿Qué con tus futuros hijos? ¿Qué pasa con sus partidarios cercanos?”> (Madre)

<“¿Todos piensan lo mismo que tú? ¡Tú también tienes dudas!”> (Madre)

<“…”>

<“Tu existencia es como un cuchillo bajo la barbilla para el Imperio Gotthrof. Por el bien del imperio, aléjate de tu hermano.”> (Madre)

 

Adele negó con la cabeza, empujó fuera de su mente las palabras de su madre y sacó una pequeña caja que había sido escondida en la esquina del carruaje. Dentro de un sobre rojo dentro de la caja había un retrato y un documento.

Adele levantó el retrato con mano indiferente. Había una foto de un hombre vestido con un traje de Emperador al estilo Ehmont.

La personas en la pintura era asombrosamente hermosa. El hombre de cabello rubio bien peinado y misteriosos ojos violetas es Karl Ulrich Ehmont. Él era el actual Emperador de Ehmont y la persona que se casaría con ella.

Estaba a punto quitar la vista de su futuro cónyuge y sacar la información sobre él. Adele empujó el retrato a un lado y sacó un documento. Una pequeña nota cayó sobre el regazo de Adele, mientras leía una información muy breve y mínima sobre Ehmont con un largo suspiro.

Adele frunció el ceño y abrió la nota.

[“Amante del Emperador Karl Ulrich.

Nombre: Diane Poitier.

Edad: 29 años,”]

Quizás era parte de un cuaderno garabateado por un informante. Lo debe haberlo incluido al final, por si acaso, porque no quería colocarlo dentro del documento.

No había ninguna impresión del papel.

En ese momento, el viento sopló a través de la ventana abierta. Adele volvió a poner los papeles y el retrato en la caja y cerró la tapa.

‘¿Será fácil este camino?’

Dejando atrás a todas las personas en las que podía confiar. Como si hubiera sido tirada, la evitaron tranquilamente. Cuando giró la cabeza, no estaban las personas que siempre estuvieron allí, por lo que se sentía realmente sola.

Después de dejar su patria, llegó a este continente a través del mar profundo y agitado.

Sintiendo el viento soplando a través de su cuerpo, Adele cerró los ojos perezosamente.

“…Oh demonios No puedo esperar.”

 

****

 

Mientras tanto, en ese momento, el Emperador Karl del Imperio Ehmont estaba escuchando un informe sobre la futura Emperatriz en su oficina.

La noticia de que la Princesa Gotthrof había cruzado el mar sin problemas y había llegado al puerto había llegado a través del fuego de la baliza*.

(N/T: * Señal fija o móvil que se pone de marca para indicar lugares peligrosos o para orientación del tráfico marítimo, aéreo y terrestre. En este caso para hacer un aviso.)

Después de informar los detalles de la dote enviada por Gotthrof, el asistente presentó un último documento sellado al Emperador y retrocedió.

“Es un documento relacionado con los detalles de la dote.” (asistente)

El asistente miró la cara del Emperador e involuntariamente tragó saliva seca. No había emoción en el rostro irrealmente hermoso del Emperador. Causando en el asistente un estremecimiento.

El Emperador Karl arrancó el sello del sobre con mano indiferente. Dentro del sobre había un único documento. Cuando sacó el documento, algo cayó sobre el escritorio.

“…”

Era un retrato de la futura Emperatriz. Dejó la carta que sostenía y la recogió. Una mujer con el pelo negro como el ébano miraba desde la imagen. A pesar de que era una pintura, sus ojos eran tan intensos que se sentía como si estuvieran haciendo contacto visual.

Apoyó los codos en la mesa y acercó el cuadro a su rostro. Sus ojos se entrecerraron mientras miraba la pintura.

‘¿No se suele enviar un retrato a un futuro marido con un rostro amable y sonriente?’

Sin embargo, la mujer de la pintura cerró obstinadamente sus labios rojos y tenía una expresión determinada. La arrogancia de una persona que lo tiene todo desde su nacimiento, quedó enterrada en el rostro de la mujer.

El borde de los labios rojos de Karl se levantó torcido.

“… Significa que no vendrás como mujer, sino como Emperatriz. Aunque es una pintura, su aura era poderoso.”

Sus ojos se oscurecieron y brillaron. – ‘Sería mejor para los dos si vinieras como mujer.’

Esto se debe a que solo quiere una cosa de la Emperatriz, un sucesor.

No tenía intención de dar ni un solo punto de poder al Palacio de la Emperatriz. Entonces se atrevió a enviar una propuesta de matrimonio a la Princesa de Gotthrof al otro lado del mar. Eligió a alguien que no tenía conexión con Ehmont.

Karl volvió a colocar el retrato con mano fría. Luego llegó el momento de recoger el documento de nuevo.

Un asistente que había estado esperando afuera llamó a la puerta, entró y anunció que alguien estaba de visita. Tan pronto como escuchó el nombre del visitante, la expresión de Karl se endureció reflexivamente.

“¿La criada de Diane?”

“Si su Majestad.” (asistente)

Karl dejó escapar un breve suspiro y asintió, y el asistente dejo pasar rápidamente a la dama de honor que esperaba afuera.

“¿Qué está sucediendo?” – Preguntó Karl incluso antes de saludarla, y la dama de honor rápidamente planteó su problema.

“La Princesa ha pedido su ayuda, Su Majestad.”

 

****

 

Al otro lado del Palacio Imperial de Ehmont, había una mujer que ya llevaba varias horas preocupándose y preocupándose. Era una mujer hermosa con cabello dorado ondulado y ojos azul claro.

Frente a ella se colocaron varios conjuntos de tiaras y accesorios, todos los cuales eran tesoros imperiales propiedad de las anteriores Emperatrices.

Su rostro estaba oscuro a pesar de que tenía raros tesoros frente a ella en su espléndido palacio.

‘¿Cuánto tiempo he estado así?’

Parecía que había una conmoción afuera, y luego alguien abrió la puerta y entró. Actualmente, solo había dos personas en el Palacio Imperial que podían abrir la puerta sin obtener su permiso.

Diane Poitier, se levantó con cautela de su asiento y se dio la vuelta.

“Bienvenida, Su Alteza La Gran Duquesa.”

Al recibir el cortés saludo de Diane, la mirada fría de la Gran Duquesa Elizabetta la pasó y se enfocó en el tesoro imperial.

La hermana del Emperador, Elizabetta, volvió a levantar la mirada y miró a Diane.

Diane bajó un poco la mirada para no encontrarse con los ojos de Elizabetta, pero tampoco retrocedió. Las sirvientas de pie alrededor de la tensa confrontación entre los dos intercambiaron miradas y en silencio abandonaron la habitación.

Cuando la puerta se cerró con un clic, Elizabetta se movió. Se acercó con gracia y se sentó en la silla frente a Diane.

Elizabetta, que estaba limpiando lentamente con las yemas de los dedos los tesoros de la familia imperial que brillaban a la luz del sol, le dijo a Diane:

“¿Su Majestad sacó el tesoro?” (Elizabetta)

“…”

“Oh, ¿hubo algo así? Parece que ni siquiera necesitabas el permiso de nadie.” (Elizabetta)

Diane respondió con una cara inexpresiva al sarcasmo de Elizabetta.

“No lo traje ilegalmente, así que no tiene que preocuparse, Su Alteza la Duquesa. Solo estaba… Escogiendo la corona que usará la Emperatriz en su boda.”

“¿Como una concubina puede elegir la corona para la ceremonia de la Emperatriz?” (Elizabetta)

“…”

“Me temo que, si el Imperio de Gotthrof se entera de esto, llegarán documentos diplomáticos de protesta.” (Elizabetta)

Solo entonces la mirada de Diane se volvió hacia Elizabetta. Elizabetta sonrió y se recostó en su silla.

“¿No sería mejor la gran corona ceremonial sea elegida por su cuñada a que la gran corona sea elegida por la concubina?” (Elizabetta)

Ante las palabras de Elizabetta, los ojos de Diane se abrieron como platos y luego parpadeó. Y al segundo, estalló en una pequeña carcajada.

“…”

Al ver la mirada fría de Elizabetta, Diane rápidamente calmó su expresión y respondió rápidamente.

“Oh, lo siento. La gran Duquesa es la única mujer divorciada en el Imperio Ehmont, así que no sé si sea buena idea.” (Elizabetta)

Cuando Elizabetta saltó de su asiento, enojada por esas palabras, la puerta se abrió violentamente sin previo aviso.

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