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Invitado no deseado (1)

Un gato irrumpió de repente en el salón de banquetes. Se veía que aún no era suficientemente adulto.

“… ¿Qué es eso?»

Una de las jóvenes murmuró con cara de desconcierto. Al mismo tiempo, los gritos se desbordaron y se produjo el caos.

Las jóvenes, asustadas, dejaron caer sus vasos e incluso voltearon la mesa.

Los gritos, el crujir de los platos y todo tipo de ruidos se combinaron para crear un rugido ensordecedor.

Roselia se tapó los oídos de la impresión.

“¡¿Qué es esa cosa sucia?! ¡Cómo podría estar aquí una cosa así!»

«¡Mira esa cosa sucia de allí!».

«¡Desaparécelo ahora!»

Palabras más desagradables de escuchar que el ruido que creaban se desbordó de las bocas de las damas nobles.

En medio de una situación que rápidamente se convirtió en caos, las jóvenes señalaron con el dedo al gato y gritaron a todo pulmón.

Pero a los ojos de Roselia, había algo que las jóvenes no se percataron.

Ellas no fueron las únicas sorprendidas aquí. Ante el repentino alboroto, el gato estaba mucho más que asustado. Su espalda se erizó y su pelaje estaba en punta rígido.

«¡Lo limpiaré ahora mismo!»

Desconcertado por los gritos de las jóvenes, uno de los mayordomos se adelantó y se acercó al gato.

También titubeó, intentando mantener la distancia, fingiendo patear al gato, como si no quisiera tocarlo.

El felino, sintiéndose extremadamente alerta ante la amenaza de seres mucho más grandes que él, levantó sus garras, bufando en advertencia. Luego, un sirviente alterado le dio una patada en el costado.

El gato cayó a un lado de pie. Fue entonces cuando Roselia se sobresaltó y trató de detenerlo. La pierna del sirviente se levantó primero para repetir el golpe, y el gato al verlo, lo amenazó con irritación  y desapareció entre los arbustos.

«¡Mi señora, lo siento!»

Fue el mayordomo encargado de organizar el jardín para esta fiesta de té quien inclinó la cabeza, preocupado de que lo aprisionaran por tal descuido.

«¡¿Cómo fue que examinaste el jardín?!»

La reunión posterior al baile de debut era un momento muy importante para las jóvenes aristócratas. Barney Julián, quien pensó que se había arruinado su momento de brillar, estaba emocionada con un violáceo rubor en su rostro.

Ella levantó la voz, mostrando disgusto. Al mismo tiempo, miró a las personas que invitaron y lo regañó con más fuerza.

«¡Qué hubiera pasado si ese gato hubiera tocado a las otras chicas! ¿Qué pasa si se contagian si una enfermedad sucia de ese animal? ¡¿Entiendes quiénes son las personas aquí ahora?!»

“… L-lo siento mucho, joven señorita.»

Para Roselia, Barney Julián reaccionó exageradamente, como si algo grande fuera a suceder si un gato estaba en el mismo espacio que ellos. Pensó así, pero… Mirando a su alrededor, parecía que ella no era la única que especulaba de tal modo.

Todas las demás jóvenes parecían estar de acuerdo con Barney Julián con miradas serias y alarmadas en sus rostros.

Hace unos años hubo una gran plaga en el Imperio. Fue algo tan terrible que se dijo que el número de muertos fue la mitad de la población Imperial.

Cuando la epidemia disminuyó hasta cierto punto, circularon rumores de que la causa era por los animales.

A partir de entonces, la gente comenzó a considerar a los animales como seres siniestros causantes de todo tipo de enfermedades. De repente, comenzaron a ser perseguidos más allá de la frialdad por humanos que antes eran como sus amigos amistosos. Y fueron los nobles quienes tuvieron la peor percepción de ellos. Los nobles despreciaban a los animales, especialmente a los callejeros.

Se negaban a estar en el mismo espacio con un animal deambulando sin dueño.

“¿Cómo llegó ese gato aquí? No puedo caminar porque el piso está sucio».

«Tsk. Sería más fácil si esos desaparecieran».

«Todo porque todavía hay de esas cosas acechando en la carretera».

Las jóvenes expresaron su disgusto. Todas esas palabras despiadadas fruncieron el ceño de Roselia.

Sus patrañas iban demasiado lejos. Parecía que no sabían que sus palabras y actitudes con expresiones de un discurso abusivo y grosero no coincidían con su siempre ‘estilo aristocrático’.

Poco a poco el rostro de Roselia se arrugó lentamente.

“Todas se sorprendieron por la repentina situación. Lo siento.»

Barney Julián les habló cortésmente a las chicas. En ese momento, la Condesa Julián se acercó a su lado y le susurró algo al oído.

Luego hubo alivio en el rostro ansioso de Barney. La expresión de su rostro volvió a la paz y poco a poco abrió la boca.

“No creo que podamos celebrar más una fiesta de té aquí. Ahora que he pedido nos preparen un asiento en el interior, ¿les gustaría ver la galería en nuestra mansión hasta que esté listo?»

«Bien. Hagamos eso.»

«Oh… Escuché que la Condesa Julián tiene un gran ojo para el arte, y me pregunto qué tipo de trabajos habrá en la galería».

«Perfecto. Entonces vayamos por este camino».

De repente, la atmósfera volvió a la normalidad. La galería personal del Conde Julián era lo suficientemente famosa como para ser conocida.

No fue porque hubiera muchas obras caras que fueran difíciles de encontrar. Si no, porque la Condesa Julián tenía un gran interés por el arte y tenía buen ojo para elegir pieza de calidad.

Compró principalmente obras de artistas jóvenes que aún no eran famosos, y muchos de ellos son ahora uno de los pintores más famosos del Imperio.

La colección de sus primeras obras inéditas fue la galería del Conde Julián.

Barney Julián, que estaba bastante orgullosa de ese hecho, perdió el nerviosismo y la tensión de antes, y naturalmente caminó hacia la galería liderando a las jóvenes.

Roselia solo observó la escena, pero no las siguió.

Después de que todas las chicas se movieron, se levantó lentamente de su asiento.

Uno de los criados que limpiaba el lugar encontró la Roselia que todavía estaba allí. Dijo con cuidado.

«¿No se ha ido todavía? Si va a la galería de allí…»

«No, estoy bien, gracias.»

Ante los comentarios suaves pero firmes de Roselia, él notó que ella no siguió a las demás a propósito y se retiró en silencio a limpiar otro lugar.

 

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