Hace unas horas, en la Calle Jenat, #21…
«Yo soy el único que puede dar órdenes aquí».
Everdeen salió al jardín que se encontraba detrás de la mansión con mucha ira, se trataba del caballero que acosó a Jeffrey la última vez.
Mientras estaba apoyado contra la pared, tenía una expresión como si hubiera masticado mierda y golpeaba sin parar el suelo con su pie. Su superior le había ordenado que buscara detrás del jardín, pero no mostraba ninguna intención de cumplirla.
«Jeffrey, pronto serás atrapado».
Dijo con desprecio, como si tuviera al mencionado enfrente.
Fue bueno que pudiera acompañar al Duque en la expedición, pero a cambio, tuvo que hacer todas las tareas domésticas que le asignaron. Había limpiado hasta el último mueble, sólo para que le permitieran unirse y así, arrestar al traidor.
Y ahora, estaba en el jardín, en un frío día para buscar algún sospechoso en los alrededores.
«Ese pequeño inútil… debí haberlo golpeado en ese entonces».
Murmuró, pateando la nieve apilada bajo sus pies.
Se lamentó no haber logrado ponerlo en su lugar, todo porque la Duquesa se interpuso y lo defendió. En ese momento, si no lo hubiera detenido, la disciplina de Jeffrey en los caballeros ciertamente se habría fortalecido, entonces nada como esto habría sucedido hoy.
«Ella lo protege y hace un escándalo por nada. ¿Cómo sabemos que no es también cómplice del hombre que la secuestró?»
Para él, la Duquesa era estúpida y, con ese pensamiento, golpeó la pared con frustración.
Después de un rato más, iba a mentirle a su superior diciéndole que no había encontrado nada, no obstante, de repente una sensación escalofriante recorrió su cuerpo.
«¡¿Qué…?!»
Lanzó un grito y miró a su alrededor asustado, pero todo lo que pudo ver fue la nieve cubriendo el campo.
Abrió los ojos, alerta, pero aún así, no había ninguna presencia sospechosa. Dio un paso atrás teniendo un mal presentimiento.
«¡Agh!»
Con un fuerte impacto, su cuerpo se tambaleó, pero no se escuchó ningún sonido al caer, fue porque alguien lo sostuvo antes de que tocara el suelo.
El cuerpo inconsciente de Everdeen fue arrastrado a una casa vacía, no muy lejos de donde estaban. Y después de un rato, un hombre salió con la ropa que vestía el caballero.
La identidad de esa persona era nada menos que Billy, quién echó un último vistazo al atuendo que había robado y regresó a la posición en la que estaba originalmente.
Con un zafiro envuelto alrededor de su manga, ya se había transformado por completo.
«¡Everdeen!»
Billy salió corriendo para encontrarse con la persona que lo llamaba.
«¿Dónde has estado?
«Fui un poco más lejos porque me preocupaba pasar por alto cualquier cosa».
Su compañero lo miró con recelo y alzó sus cejas, extrañado, por alguna razón había respondido obedientemente, pero pronto desechó cualquier sospecha como si no tuviera importancia. La nueva orden era reunir a los caballeros.
«El líder se fue primero, así que tenemos que regresar a la mansión».
«Sí, señor».
Billy, naturalmente se dirigió al ducado junto a los demás. Ahora, sólo tenía a una persona en mente.
***
«Lizelle…»
La voz llena de anhelo resonó en la silenciosa habitación.
Raphael estaba despertando lentamente de un largo sueño y sus párpados ligeramente cerrados temblaban débilmente para abrirse. Cuando su mente regresó, hasta cierto punto fue consciente de lo que había sucedido antes de que colapsara.
Pero el niño no podía abrir fácilmente los ojos o, para ser exactos, no parecía dispuesto a despertarse. Pues, cuando los abriera, se enfrentaría a una realidad más oscura que cuando estaba dormido.
Para él, un mundo sin Lizelle era más aterrador que la oscuridad.
A su mente, vino el recuerdo del basurero donde perdió la memoria y la forma en que caminó sin rumbo fijo por mucho tiempo. Hasta que un rayo de luz apareció de repente y terminó con los días en que temblaba de frío y miedo.
Esa luz era Lizelle, quien cambió inesperadamente su vida.
Hizo que volviera a sentir la calidez de una familia y restauró los preciosos recuerdos que había perdido. Tal vez por eso, Raphael no podía imaginar una vida sin ella.
El mundo sin Lizelle ya no tenía sentido para él, un lugar donde no existiera ella, ya no podía considerarlo un hogar.
Pensar en eso, hizo que las lágrimas se acumularan en sus ojos y, pronto, sus delicados párpados comenzaron a temblar con temor. No podía evitar llorar cuando seguía recordando que estaba desaparecida.
«Raphael».
Incluso por un momento, le pareció escuchar la voz que tanto extrañaba. Era tanto su anhelo por verla, que sintió que ya la alucinaba en sus sueños.
«Está bien, sólo fue una pesadilla».
Poco después, una mano cálida acarició su pequeña cabeza con un suave movimiento. Fue un toque que se sintió como el sol primaveral que derretía hasta la nieve, lo extrañó tanto que no podía dejar de llorar.
Pero fue suficiente para ayudarlo a armarse de valor y, así, abrió lentamente los ojos. No quería despertarse porque tenía miedo de que se tratara de una alucinación, pero la voz que sonó cerca de sus oídos y la temperatura corporal que transmitía esa mano, eran definitivamente reales.
«Debes haber tenido un sueño aterrador».
Los ojos del pequeño temblaron violentamente cuando los abrió y vislumbró la amistosa sonrisa que estaba justo frente a él.
«…Li-Li…»
Raphael, preguntándose si lo que veía era una ilusión, se frotó los ojos y la miró de arriba a abajo.
«¿Sí, Raphael?»
Pero la respuesta, que no parecía ser ni un sueño ni una fantasía, fue clara.
«Bueno, ¿eres realmente Lizelle…?»
Le preguntó, a la vez que extendía su pequeña mano hacia ella.
«Sí, Raphael, soy yo. Siento haber tardado en volver a casa».
El gesto del niño fue tan desesperado, que Lizelle rápidamente agarró su mano, se inclinó hacia él y abrazó su cuerpo tendido en la cama.
Pensó en él todo el tiempo mientras estuvo secuestrada. Fue porque el pequeño había sido testigo de su secuestro y le preocupaba que la conmoción pudiera causarle un trauma.
Además, la identidad de la persona que la había raptado era nada menos que el hermano de Raphael.
Era algo demasiado cruel de procesar para un niño de 5 años.
“No importa que sólo sea para darle emoción a la trama del personaje principal, es demasiado para un niño”.
Por suerte, Elensia detuvo la daga que Billy le había arrojado a Raphael.
Pero ¿y si ella no hubiera estado?
Sabía que tenía poderes curativos, pero no esperaba esa magia defensiva.
La usurpación de la Sra. Watson, la venganza de Billy y la nueva habilidad de Elensia, era algo que no había previsto.
Avergonzada, la Duquesa se mordió los labios. Se dio cuenta de que la historia «original» que conocía, era sólo una pequeña parte.
Quería ayudar a Chester y a Raphael, pero… ahora ya no servía de nada la información que sabía.
«Estoy tan…»
En ese momento, el menor, que estaba en sus brazos con un rostro increíblemente distorsionado, pronto levantó la cabeza y acarició su mejilla, temiendo que volviera a desaparecer.
«Li-Lizelle… ¡Uaaaah!»
Tan pronto como se aseguró que se trataba de ella, el niño comenzó a llorar con mayor intensidad.
«Estoy aquí, todo va a estar bien».
Verlo en ese estado hizo que se le llenaran de lágrimas los ojos. Conmovida, le dio unas palmaditas en la espalda.
«Dijiste que somos una familia».
La palabra «familia» resonó fuertemente en su cabeza.
Una vez más, se dio cuenta de cuanto significaba ella para Raphael. Había olvidado tomar en cuenta los sentimientos de sus seres queridos por culpa del remordimiento de no poder ayudarlos.
Así como Chester y Raphael lo eran todo para ella, lo mismo sucedía con ellos. ¿Cómo pudo olvidar algo tan importante?
«Sí, somos una familia. Tu tío y yo siempre estaremos a tu lado».
Sólo era una extra, era vergonzoso que pensara eso de ella todo ese tiempo.
Con fuerza y cariño, rodeó al niño con sus brazos, como una madre pájaro extendiendo sus alas para cuidar a su cría.
«Tranquilo, nadie puede hacerte daño. Y no te preocupes, nunca desapareceré».
Para Raphael, sus palabras eran como una promesa inquebrantable.
A Lizelle ya no le importaba si sólo era una extra que nadie más conocía. Si su existencia era significativa para las personas que amaba, eso era suficiente.
«Ahh…¿De verdad?»
Preguntó nervioso sin apartar su mirada.
Decidida a eliminar la inquietud que se reflejaba en su mirada, la chica levantó el dedo meñique frente a él y dijo.
«De verdad, lo prometo».
Raphael, que había parado de llorar, entrelazó su dedo con el de ella.
«Es una promesa».
«Ugh, si… promesa…»
«Ahora, dejemos de llorar, Raphael».
El niño asintió con la cabeza, reprimiendo su llanto.
Habían hecho un juramento y la calidez de sus dedos le hizo saber que todo era real. Quizás debido a ello, la ansiedad que había estado rondando en su mente desapareció como si se la hubiera llevado las olas.
Así, Lizelle levantó las comisuras de sus labios amorosamente, juntó su frente con la del pequeño y, con cariño, secó las mejillas regordetas y suaves.
El rastro de tristeza desapareció por donde iban pasando sus manos.
«Ahora que hemos llorado así, tenemos los ojos hinchados».
Como para demostrárselo, miró a Raphael con los ojos bien abiertos y, antes de que se diera cuenta, una sonrisa apareció en el rostro del infante.
«Cuando llegue la primavera, hagamos un estanque en el jardín y criemos un pez dorado muy bonito, igual a ti Raphael».
La mujer se rió al ver sus adorables ojos rojos hinchados. Sin duda, era un niño tan encantador que no podía evitar amarlo.
Para proteger a su hijo, se prometió a sí misma volverse más fuerte. Si quería disfrutar de la paz, no tenía otra opción que arreglar el asunto con Billy lo antes posible.
«¡Está bien! ¡Me gusta!»
Raphael sonrió y asintió con emoción.
Por primera en mucho tiempo, se rieron, disfrutando de ese momento, sin saber lo que pasaría después.
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