Ataduras para la locura(1)
El viento otoñal rozó sus mejillas, y Evelyn se sintió congelada.
«Ah, disculpa, por un momento, yo…»
David asintió lentamente delante de sus ojos. «Debes haber estado pensando en otra cosa.»
«Sí, lo siento. ¿De qué hablabamos?»
«Sobre el sospechoso movimiento de los demonios y el Principito…»
Sólo entonces Evelyn entró en razón y volvió a su conversación original. Sí, ella estaba tratando de obtener algún consejo del Paladín sobre Adrián. Era una buena oportunidad para hablar con él primero mientras aún estaba en el jardín.
«Dijiste que en el gran festival, los wyverns parecían tener como objetivo al Príncipe, ¿no?» dijo.
«Oh, ¿te lo dije hasta hace un momento?… Puede que te equivoques.»
«Depende del receptor que te escuchó decidir si estás equivocada o no.»
«¿Qué?»
En ese momento, ella parpadeó ante una inexplicable sensación de déjà vu. Le pareció tener una conversación así en algún lugar, pero no lo recordaba.
«Entiendo tus preocupaciones. Pero ese hecho aún no ha sido publicado por el Vaticano. Y existe la teoría de que los demonios son atraídos por una cierta línea de sangre.»
«¿Líneas de sangre?»
«Sí, es un mito muy antiguo, pero hay un registro que dice que los demonios estaban ansiosos por la sangre de la Familia Imperial antes de que la tragedia ocurriera en este continente en el pasado.»
«Una leyenda como esa, casi todos ellos tienen la misma historia.» Evelyn presionó su corazón sorprendida por las palabras ‘Familia Imperial’.
«No es una leyenda; es una realidad. Todavía hay un remanente de los demonios en este continente, pero como el Imperio no confía en el Vaticano, es sólo un secreto.»
Ella no quería juzgar, pero esta historia le era difícil de creer.
Él agregó: «Hay mucha gente que piensa que el Vaticano es sospechoso.»
No estaba equivocado, porque era una de esas personas, «Todos los que escuchen este tipo de historia responderán de la misma manera.»
«La mayoría de las leyendas del continente están basadas en la realidad. Más tarde, el Imperio prohibió el Vaticano porque consideraba que nosotros estábamos engañando a la gente… ¿Conoces alguna leyenda sobre el nacimiento de este Imperio?“
«No he oído hablar de ello puesto que la gente del Imperio tiene una mente racional.»
«Ya veo». Inesperadamente, David se retiró rápidamente. «Si te preocupa el Príncipe, ¿por qué no lo investigamos más a fondo?»
«No… no hay necesidad de ir tan lejos.»
«No te preocupes demasiado. El Vaticano protegerá el Reino de Felice.»
Evelyn asintió. Ella no quería que Adrián fuera objeto de atención sin razón. Si pensaba en ello otra vez, era un poco raro. ¿Por qué de repente habló de algo así con un tipo misterioso que acaba de conocer? Era un tipo de error diferente de su yo normal.
«Podemos asegurarle que ningún demonio atacará el Reino de Felice.»
«Sí».
El Paladín que tenía delante parecía más genuino y bueno de lo que ella esperaba. No existía ningún sentimiento de incomodidad o desconfianza que hubiera sentido antes.
«Si dices eso… ¿Sir David?»
«… ¿Le dije mi nombre?»
«Creo que sí.» Aunque no podía recordar la verdadera conversación que tuvieron hace un rato, sólo asintió con la cabeza. Pero él sonrió débilmente, al darse cuenta de que su poder se estaba debilitando.
«Cuando tengas un momento difícil, por favor confía en el Vaticano.»
«Sí». Por alguna razón, la respuesta pareció salir por sí sola. «Gracias», dijo mirando al joven tan amigable frente a ella, y dijo. «Bueno, me despediré ahora».
Fue un corto tiempo, pero mientras Evelyn hablaba con él, su preocupación por el Vaticano parecía desvanecerse. En vez de eso, ahora se preguntaba si todas las acusaciones contra ellos habían sido hechas por el mismo Imperio.
Mirando hacia atrás, también fue el Vaticano el que le devolvió su libertad.
‘¿Tuve un pensamiento extraño por un tiempo?’
Habló consigo misma, y regresó al Palacio.
Por extraño que pareciera, no podía dormir. En una noche como ésta, miró por la ventana para ver si había una carta de Fabián, pero no había rastro de ella.
Aunque dijo que estaba molesta por sus cartas y que le preocupaba mucho su insistencia, en el fondo de su corazón, siempre la esperaba, especialmente hoy.
«Princesa, ¿no estás durmiendo?»
«Sí… No puedo dormir.»
Mirandola, Nora encendió una pequeña lámpara.
«¿Puedo ir a la biblioteca ahora?»
«¿A esta hora?»
Cuando intentó decir algo, Evelyn le quitó la lámpara de la mano, «Está bien. Iré en silencio.»
Nora asintió. Pensó que la Princesa podría estar molesta porque no había ninguna carta del Emperador recientemente.
Evelyn, que no tenía ni idea de la mente de Nora, se puso una túnica para protegerse del aire frío de la noche y fue en silencio a la biblioteca con una lámpara.
«La mayoría de las leyendas del continente están basadas en la realidad. Más tarde, el Imperio prohibió el Vaticano porque consideraba que nosotros estábamos engañando a la gente… ¿Conoces alguna leyenda sobre el nacimiento de este Imperio?“
En su noche de insomnio, la voz de David no dejaba de sonar en su cabeza. Evelyn nunca había oído una leyenda como esa en el Imperio porque era un tema de discusión ridículo. Sería tratada como una tonta si le pidiera una historia como esa.
Era una leyenda de antes de que ella naciera. Así que no pudo evitar ser curiosa.
«No puedo creer que los demonios vayan tras la Familia Imperial», se dijo. Pero también era cierto que esas palabras le sacudieron el corazón. Al menos quería saber la verdad de esa leyenda.
«Hay tantos libros aquí…»
Evelyn, que había llegado a la biblioteca, tanteó en la oscuridad y suspiró. Tal vez no debería haber visitado ese lugar por la noche. Porque no sabía dónde estaban los libros que no le interesaban.
«Leyenda… leyenda…» Sosteniendo la lámpara, caminó por la biblioteca, y de repente vio un libro que salía.
La lámpara hizo brillar el material de pan de oro usado para el libro. Mirando las palabras grabadas en la portada, era el libro que estaba buscando. Todo parecía una coincidencia sin sentido, pero Evelyn no dudaba. Inmediatamente tomó el libro como si la poseyera.
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