Requisito para un sueño(2)
«No quiero, porque también va a salpicar en mi vestido, pero pensaré en otra manera.» Evelyn era una mujer con presencia. Cuando alguien los viera, parecía estar levantando la voz y peleando con Arturo.
«Oh, solías jalar con tanta fuerza de mi ropa cuando eras niña, así que saca tu protagonismo y vive. Mi corazón se angustia cada vez que te veo sentirte frustrada», dijo Arturo.
«No sucederá nuevamente, ¡así que cuida bien los modales de Adrián si no quieres que crezca como un niño tan malhumorado como yo!»
«¡Huh! Si eso pasa, es porque fue temperamento de niña, no el mío!» Arturo se levantó de su asiento. Siempre se preguntaba por qué sus charlas de padre-hija siempre eran tan militantes.
Miriam le sonreía afectuosamente a Adrián, que aún dormía en medio de la guerra.
«El apodo de la joven enemiga del Rey me queda bastante bien. Después de todo, el futuro del Reino de Felice es el futuro de Adrian. ¡Voy a hacer de él un Reino mejor!»
«¡Eh, sólo inténtalo! Sí… Sí, primero te vas a encargar del acuerdo comercial con el Imperio. Y es bueno que el Ministro de Finanzas se haya retirado, así que ahora te nombraré Ministro de Finanzas. Si eres incompetente, no te protegeré como una Princesa.»
«¡No quiero que me protejas!»
Arturo miró fijamente a Evelyn y salió de la habitación con un resoplido fuerte. Sólo entonces Evelyn se sentó y respiró brevemente.
«Qué diablos, tiene la habilidad de hacer que cada conversación sea un combate.» Se giró acia Miriam, «Madre, ¿Cómo puedes casarte con alguien así?»
«¿Eh? Así es… Porque él nunca me hace eso. Como marido, es una persona muy dulce.»
Sintió que estaba viendo otro lado de su padre. Cuando Rebecca regresó después del divorcio, dijo que todos en la casa del Duque eran cautelosos con ella. Y Evelyn podía entender esa situación. Por lo tanto, lo que su padre mostraba ahora era una forma de amor.
«El Ministro de Finanzas… ¿Puedo hacer bien este trabajo?»
A diferencia de la forma en que Arturo le gritaba, Miriam mimaba mucho a Evelyn.
«El Rey es una persona muy competente que ha desarrollado un Reino durante su liderazgo. No es alguien que te dará una posición importante sólo porque eres una Princesa. Si te pone en esa posición, significa que has cumplido con sus requisitos.»
Evelyn asintió lentamente. Fue a la vez agradable y gravoso. Sin embargo, ella estaba un poco más contenta que eso. Estaba agradecida por su nueva vida, de poder caminar moviéndose y logrando algo con su propia fuerza en lugar de convertirse en la Emperatriz, que tenía que vivir como si estuviera atrapada en un hermoso jardín, sin importar lo noble que fuera su estatus.
«Vivimos en el mismo continente, nuestro idioma no es diferente, así que ¿por qué el Imperio y la tierra del Sur son tan diferentes, criticándose y empujándose mutuamente?»
«Nadie lo sabe, excepto por los mitos y leyendas.»
«Sé lo qué es más importante que una posición o la hipocresía. Así que esta vez, haré un acuerdo comercial claro con el Imperio y cambiaré el mundo para que no seamos explotados más.»
Evelyn nunca tuvo un sueño como este antes. Sólo sabía cómo pasar su vida con un hombre al que amaba y que daría a luz a niños. Pero la Familia Imperial ni siquiera le permitió que tal sueño sucediera.
«Tal vez soy la persona adecuada para hacer este trabajo. Nací en el Reino de Felice, el representante del Sur, y una vez estuve casada con la Familia Imperial, el centro del Imperio. Soy la única que ha experimentado esos dos extremos».
En otras palabras, podría decir que había pasado por todo el dolor sola y podía entenderlo totalmente. Ahora que vio el rostro de su hija brillar con una sonrisa, Miriam se olvidó completamente de sus preocupaciones.
«Cuando Adrián crezca, desearía que fuera un país mejor… Realmente quiero hacer algo al respecto.»
«¿Tienes curiosidad de intentarlo?»
«Sí, nunca he soñado con esto antes.»
«Esos pensamientos son los que te hacen una madre.»
Evelyn se acercó a la cuna y miró el rostro dormido de Adrián. Era difícil no tocar sus suaves manos que olían a leche blanca.
«En primer lugar, me gustaría enviar una carta y hablar con otros sobre el tema. Necesito hablar con otros sobre ello.»
«Esa es una buena idea, también.»
«Por favor, cuídalo bien esta noche.»
Miriam sonrió y asintió con la cabeza. «Por casualidad, ¿está el Rey Majestad incluido en sus discusiones?»
«Por supuesto, él es la persona más importante para enviar cartas.»
De repente, después de oír eso, la sonrisa de Miriam se iluminó aún más. «Ha pasado mucho tiempo desde que monopolicé a Adrián.»
«Ah…»
Ahora envidiaba tanto a Miriam cuando se dio cuenta de eso. Era una frase tan atractiva para escuchar: estar con Adrián sin Arturo rondando.
«Deberías ir y hacer lo que se te encargue, ¿verdad? Adrián seguirá estando contigo más tiempo que con cualquiera de nosotros, de todos modos».
Evelyn asintió lentamente, dejando la puerta después de verlo dormir.
Había tanto que ella podía hacer por él además de ver su lado durmiente ahora.
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