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 Nada más que problemas(1)

Después de acostar a Adrian, Evelyn trató de calmar su corazón.

Es algo que esperaba tanto… que me equivoqué.’

La voz solitaria de Fabián se mantuvo presente en todo momento. Dijo su última frase en voz baja. En vez de eso, todo lo que ella hizo fue hacer que dejara de hablar.

«¿Eso dijo, que lo deseaba tanto…?»

No podía entenderlo. Ese hecho no estaba en su memoria. ¿Fabián alguna vez esperó tener un hijo?

Bueno, el Emperador debe tener un sucesor.’ Era una conclusión simple. Ya había decidido no pensar más en el hombre de su pasado.

«Más que eso, Adrian, hoy… Casi haces que se me salga el corazón.»

Adrian era todavía muy joven, pero era increíble. La presión de la presencia de Fabián era muy difícil de soportar incluso para un adulto, pero este niño podía aferrarse a él, golpearlo e incluso darle una orden.

«Eso es exactamente a lo que me he estado refiriendo todo este tiempo.»

Hasta ahora, Adrian le daba órdenes a todo el mundo.

«¡Yo, abrazo!»

A pesar de que era su propio hijo, aquello no tenía ningún sentido. Típicamente las primeras cosas que un niño decía eran palabras comunes, como mamá o papá, pero ¿por qué este niño estaba dando palabras de orden?

«En cierto sentido, tú eres realmente su hijo.» Evelyn dejó escapar una sonrisa apagada cuando lo vio dormirse tranquilamente, sin darse cuenta de los grandes incidentes que acababan de ocurrirle.

Pero también había una cosa buena. Fabián abrazó a su hijo, y no se dio cuenta.

Todo porque él era demasiado estricto. Si comparaba la información sobre la época en que ella pidió el divorcio, y la época en que nació Adrian; aquella que se le dijo al público, nunca podría ser el hijo de Fabian.

«Siempre ha sido una persona lógica». Estaba muy familiarizada con su carácter. Por eso anunció a propósito la fecha de nacimiento de forma diferente. Era porque estaba segura de que, aunque Fabian hubiera dudado por un momento, habría desistido de sus dudas en cuanto se publicaran los detalles.
«Sí, eso es.» Evelyn dijo con calma.

 * * *

La cara de Fabián estaba extraña cuando regresó a su alcoba. Su amigo íntimo, Serus, también tenía una mirada extraña en su cara por primera vez. No tenía ni idea de si era una expresión desagradable, embarazosa o solitaria.

«Su Majestad, usted no trabajó…?»

«No…» dijo con calma. «Me duele un poco el brazo».

«No te esfuerces porque todavía hay síntomas de parálisis.» Serus se apresuró y estiró el brazo de Fabián. Parecía que su mano izquierda aún estaba entumecida.

«Parece que está un poco hinchada, te dije que no usaras el brazo izquierdo…»

«Está hecho». Cortó sus preocupaciones. Pero, mantenía una expresión de duda en su cara, ahora sentado en el sofá.

«¿Qué le pasa, Majestad?»

«Cuanto más pienso en ello, más ridículo se vuelve.»

«¿Sí?»

Fabián parpadeó lentamente. Aquello lo dejó atónito, por mucho que lo pensara.

«Creo que por primera vez desde que subí al trono, obedecí las órdenes de otro.»

Era un hecho fresco y nuevo.

«¿Qué? ¿Cómo se atreve…? ¡Voy a enfrentar a esa persona ahora mismo!»

«Sólo déjalo. Tu oponente es un niño de un año.»

Serus pronto se dio cuenta de quién se trataba. El único niño de un año en el palacio era el pequeño Príncipe.

«¿Conoces al Príncipe Adrian?»

«No sólo conocí a…, vino a mí por su cuenta, se aferró a mí, e incluso me golpeó.»

«¡¿Qué?! ¡¿Te ha pegado?!»

«¡Alto!» detuvo a Serus. Parecía quedarse sin aliento constantemente estableciendo esta corta conversación.

«¿Cómo puede un niño de un año ser tan cruel…»

Ambos, que habían crecido en el Imperio, no podían entenderlo. No importaba lo jóvenes que fueran, naturalmente habían dominado la etiqueta y la obediencia. Los niños que crecían en la aristocracia generalmente sabían cómo comportarse desde que tenían un año de edad.

«Tenía algo de espíritu y… Él no se asustaba en absoluto cuando me miraba a los ojos.»

Fabián no tenía un oponente tan valiente e intrépido que mirara a los ojos del Emperador.

«Y olvidé algo por su culpa.» Murmuró, tristemente. Tenía algo que decir cuando volvió a ver a Evelyn, pero ese pequeño bribón le hizo olvidar todo.

— — — — — — —

Adrián, mi pequeño querubín, en tus manos está unir a tus papis 🥺

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Yree

Ver comentarios

  • Que lindos, por una parte no quiero que vuelva con Fabián, pero por otra quiero que trate de retomar su lugar como papá luchón, tengo sentimientos encontrados. u.u

    Gracias por las actualizaciones :D

  • Cómo dice el refrán "hijo de tigre tiene sus mismas rayas", gracias por compartir con nosotros

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