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Capítulo 64 DDSLE

7 diciembre, 2020

Todo, lo decido yo (2)

Estaba acostumbrada a servirle medicamentos. Fabián revivió brevemente sus recuerdos pasados con Evelyn y se tragó el humillante antídoto.

«Bebe esto….»

Después de eso, ella permaneció en silencio a su lado. Después de un tiempo, el antídoto estaba empezando a surgir efecto. Sólo entonces Fabián se levantó por voluntad propia, y se inclinó de nuevo hacia su cama.

«Entonces, llamaré a Sir Serus.» Era un procedimiento natural.

«… Tú.»

«Tengo que ir a cuidar del Príncipe Adrián.»

Pero no había forma de detenerlo.

«Discúlpeme, Su Majestad.» dijo. Ella miró su muñeca todavía agarrada mientras él la miraba fijamente. Sólo entonces Fabian soltó la muñeca de Evelyn.

«Ah».

«Bueno, me voy.»

Y de repente, Fabián se dio cuenta de algo. Él, que esta vez le soltó la mano a Evelyn, fue el mismo que cuando la dejó ir esa noche que le pidió el divorcio.

«No».

Justo antes de que se fuera, extendió la mano y la agarró de nuevo de la muñeca.

«¿Su Majestad?»

Evelyn era la misma. Fue igual que esa noche cuando el aroma del árbol Dorado impregnó el aire.

«No quería soltarme», dijo.

Era tarde, pero Fabián encontró su corazón.

«En ese momento…, no quería dejarte ir.»

Pero, su confesión de ahora, quizás, llegaba demasiado tarde.

«Así que no quiero repetir mis disculpas.»

Seguía siendo un hombre egocéntrico. A Evelyn le temblaban los ojos, e incluso cuando intentó sacar su muñeca, su mano caliente no la dejó ir.

«Evelyn». La llamó por su nombre. «No quiero soltar esta mano», dijo sinceramente. Había dicho lo que sentía, aunque era una respuesta muy tardía.

«Su Majestad». Dijo con calma. Sus ojos azules lo miraban. «Nuestra relación terminó en ese entonces».

Los días dolorosos ya se habían borrado. El tiempo pasó, y amaba su libertad actual.

«No importa lo que sea… Incluso si lo dice su Majestad, no hay vuelta atrás.»

Fabián era un Emperador, pero también un ser humano.

«Ya he olvidado el resentimiento o arrepentimiento que tenía hacia usted.» Fue severa cuando dijo eso.

«Para ti… ¿Este matrimonio no tenía nada más que resentimiento y pena?» preguntó. La voz de Fabián sonaba lastimera.

«No… hubo otra cosa. Algo que era brillante y cálido.»

«Entonces…»

Evelyn sacudió la cabeza.

«Era sólo por mi parte».

Ahora podía contar la historia que se suponía que debía contar la noche en que el aroma del árbol Dorado floreció dulcemente.

«Todos esos sentimientos siempre han sido míos», dijo. No había vacilación o arrepentimiento en sus ojos azules. «La Emperatriz de Su Majestad, Evelyn Felice, murió ese día, bajo el árbol de madera Dorada.»

De repente, pensó que los ojos egoístas de Fabián habían desaparecido, pero eso no era algo que ahora la pudiera tocar. Porque esta era la vida que había elegido.

«Así que por favor olvídame por el resto de tu vida.»

Fabián hizo un pesado silencio.

«Y recuerda que nuestra relación ha terminado.» 

Ella se mantuvo firme hasta el final.

«Entonces, me retiraré.»

Después de que Evelyn doblara con gracia sus rodillas. Y él sólo pudo mirar débilmente la figura de ella que desaparecía de su vista. Un viento furioso, más fuerte que la noche en que Evelyn pidió el divorcio, sacudió el pecho de Fabian.

«Olvídalo». Fabián repitió las palabras de ella le dijo en voz baja.

«Evelyn… todavía no me conoces.»

Muy baja, pero no sonaba para nada enfadada… Su voz estaba muy tranquila.

«¿Parecí alguien que aceptaría tal petición?»

Fabian cerró lentamente sus ojos y luego los abrió de nuevo.

«Todo… lo decido yo.»

— — — — — —

Yo… Yo no diré nada, sin comentarios 🥺

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