Sueño Vívido(2)
Fabián siempre tuvo una línea invisible. A la edad de 16 años, ascendió al trono, que amenazaba a cualquiera y poseía una dignidad inviolable.
«Ha… Ha…»
Incluso cuando Evelyn perdió a su bebé por primera vez, él se apartó de su lado así como así.
‘Lo siento’.
Cuando ella derramó lágrimas, Fabián no dijo nada más que palabras que irían en contra de la etiqueta real.
«No se puede evitar. Ya no seré una carga para la Emperatriz».
La segunda vez que perdió a su hijo, Fabián no vino a la cama de Evelyn. No hubo decepción porque no había expectativas. Sin embargo, la Emperatriz, cuya esperanza por su marido había desaparecido, pronto se convirtió en una Emperatriz abandonada.
Si no cumplía con sus deberes, perdería sus derechos como miembro Imperial. Sólo entonces Evelyn supo lo que significaba «matrimonio» y comprendió plenamente lo que Fabián había dicho.
«Su Majestad, me duele mucho. No puedo llenar el lugar donde perdí a tu hijo. Me duele tanto que quiero morir».
Evelyn le rogaba en sus pesadillas todas las noches. Él era el Supremo Emperador. Decía que nadie en este continente era más grande que él. Y que sólo reinaba como Emperador, incluso con su única esposa.
Así que, Evelyn esperaba que su deseo fuera concedido. Lo que deseaba era un poco de felicidad como mujer. Pero era un deseo que sólo él podía conceder.
«No quiero estar enferma nunca más. Tengo tanto miedo. No quiero vivir así».
Lo más aterrador era una realidad que era más horrorosa que una pesadilla.
Después de haber perdido a su hijo dos veces en vano. Evelyn, que nunca había odiado a nadie, comenzó a odiar al mundo. Entonces todos sus persistentes sentimientos hacia Fabian desaparecieron. (que sad…)
Era bastante fácil cuando comenzó a considerarlo sólo como un Emperador. La pareja, que no tenía vínculos emocionales, se tranquilizó rápidamente.
«Emperatriz»
Fabián siempre llamó a Evelyn de esa manera. Era un recuerdo del ‘ataúd’* que ella llevaba puesto. De modo que olvidó gradualmente su nombre.
Su vida se había marchitado poco después de los treinta años, pero volvió a los veinte por alguna razón. La decisión tomada por su arrepentimiento fue muy simple. Se dio cuenta de que tenía que dejar de ser la Emperatriz para vivir como Evelyn porque no había futuro junto a Fabián.
«Si eso realmente quieres».
Fabián no se negó.
La separación fue demasiado fácil. Fue estúpidamente simple cuando recordó el dolor que había sufrido. Fue una noche tan triste.
Pero, ¿por qué?
A diferencia de sus recuerdos pasados, el Fabián, de su sueño, le hizo una pregunta. Se volvió hacia ella. Sus ojos negros estaban fijos en ella. El aroma del árbol del Bosque Dorado se esparcía dulcemente cuando el viento soplaba.
«¿Por qué intentas dejarme?»
Sabía que era un sueño. Pero la apariencia de él era tan vívida. Ella dio un paso adelante. La cara de Fabián iluminada por la luna era tan hermosa como ella lo recordaba.
«¿Soy un hombre que sólo puede darte dolor?»
La voz baja de Fabián sonaba indiferente.
«¿Es un destino horrible casarse conmigo?»
Sus ojos negros estaban llenos de dolor. Era una extraña figura de un hombre al que una vez amó. «Evelyn».
En su sueño, la llamaba por su nombre.
«No, soy…»
Con dificultad, extendió su mano. Ella se quedó mirándolo en silencio. No podía entender lo que él tenía que decir en su sueño. No podía pensar en ningún tipo de respuesta.
«Quería que fueras a…» El viento sopló fuerte y nubló lo que él dijo. De nuevo, el dulce aroma del árbol dorado se había extendido. Su vista se oscureció gradualmente. Era hora de que despertara de su sueño.
«Ha…»
Evelyn fue capaz de levantar sus pesados párpados con un sudor frío. Un fuerte aliento salía de sus labios. Sintió un cambio en su cuerpo que nunca antes había experimentado. A pesar de que era su primera vez, sus instintos ya habían reconocido este cambio.
«Ma… Madre…»
Fue la noche antes del final del verano.
«Creo que el niño va a nacer.»
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Cuando ella menciona Ataúd* es una alegoría de que se siente como si estuviera enterrada dentro del cuerpo de la «emperatriz»
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